lunes

LA FILOSOFÍA PERENNE

 La posibilidad de integración del “yo” con la Realidad última se expresa con claridad en la “Filosofía Perenne”, la cual describe la esencia que comparten las grandes religiones y las diferentes filosofías. Es importante recordar que el nexo común que enfatiza esta filosofía está fundamentado en una experiencia espiritual práctica, real, que tiene lugar lejos del tiempo y el espacio en el que transcurre nuestra realidad material habitual y no en el dogma teológico o religioso.


Así, Bede Griffiths dice: “Cuando la mente humana alcanza un cierto nivel de experiencia, se logra ese mismo entendimiento que es lo que constituye la Filosofía Perenne”. Es una capacidad humana que no viene determinada por la cultura.

La “Filosofía Perenne” afirma que existe una Realidad Única que es inmanente a toda la creación y que la trasciende. La realidad que podemos aprehender con los sentidos está embebida y sostenida por esta Realidad Omnipresente. La cualidad esencial de esta Realidad Superior es que no puede ser alcanzada por los sentidos y la mente racional: no puede expresarse mediante pensamientos o imágenes; es incomprensible e inefable. Sin embargo, hay algo, en el “ser” esencial, en el ser más profundo del hombre, más allá del ego personal, que tiene algo en común con esta Realidad Suprema y, por tanto, se relaciona verdaderamente con ella: es la base de nuestro ser individual que compartimos con los demás y con toda la creación; es ahí donde todos somos Uno.

Todos poseemos esta “esencia”, el “sí mismo”. La “Filosofía Perenne” sostiene la firme convicción de que todas las personas, no sólo los místicos, pueden alcanzar la unión con la Inconsciencia Absoluta, independientemente de cómo se exprese verbalmente: nirvana, no mente, iluminación, unión con lo Divino.

La práctica de la meditación, como una disciplina espiritual contemplativa profunda, nos lleva a reconocer personalmente este potencial innato que tenemos para experimentar la unidad que todo lo abarca y para ir gradualmente siendo transformados por la gracia que nos lleva a vivir más en sintonía con este nivel superior de conciencia. La energía del “ser mismo” resonará con una energía similar en la Realidad Divina.

Kim Nataraja

Traducido por WCCM España

 

domingo

 “El Laberinto” extracto del libro “Jesús el Maestro Interior” de Laurence Freeman OSB, (Nueva York: Continuum, 2000, pág. 230-231).


¿Estamos preparados para experimentar el desapego de lo que instintivamente sentimos como nuestro bien más preciado: nuestro ego, nuestra identidad individual? La relación que mantengamos con Jesús, nuestro maestro, es aquí de suma importancia. Nos permite arriesgar nuestra “propia muerte”. Hasta ahora, la disciplina del mantra nos ha llevado al aprendizaje fortificante que nos facilita abandonar nuestro ego. Podemos dejar el yo atrás precisamente porque nos sentimos en unión; sabemos que no estamos solos. Las palabras de Jesús se hacen verdaderas en nuestra propia experiencia:

“Del mismo modo, ninguno de vosotros podrá ser discípulo mío si no se aparta de sus posesiones” (Lc. 14,33).

Si deseamos abrazar la eternidad de la plenitud del ser (el “Yo Soy” de Dios), primero debemos enfrentarnos a la dura realidad de la impermanencia y del vacío. La tentación que podemos tener durante la meditación es la de reducir la intensidad, la atención, hundirnos en un grado menor de conciencia e incluso quedarnos dormidos. Buda advirtió de los peligros de nublar la mente con sustancias tóxicas, en esta o en cualquier etapa del viaje. Jesús nos animó a todos a permanecer plenamente conscientes:

“Estad alerta, despiertos. No sabéis cuándo llegará el momento. Permaneced despiertos porque no sabéis cuándo llegará el dueño de la casa. No sabéis si llegará por la tarde o a medianoche, cuando cante el gallo o temprano al amanecer. Si llega de pronto, no debe encontraros durmiendo. Y esto que os digo, se lo digo a todos: permaneced despiertos” (Marcos, 13, 33-37).

En la Carta a los Efesios Pablo dice que este estado de vigilia conduce a los “poderes espirituales de la sabiduría y la visión” y a la gnosis o conocimiento espiritual. Pero aún con la fe más profunda, el doloroso sentimiento de la separación no desaparece de inmediato, incluso cuando la sabiduría comienza a brillar. El muro del ego puede sentirse como un obstáculo insuperable, un callejón sin salida que nos impide escapar. Sin embargo, como nos recuerda la Resurrección, lo que se siente y parece ser el fin, no lo es. Al enfrentarnos a nuestro egoísmo atrincherado y reconocer su lenta y silenciosa muerte, la meditación nos ayuda a comprobar nuestra resurrección en nuestra propia experiencia.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO


 Comencemos este Adviento comprendiendo que Dios no existe. Dios es. Eterno, inmutable, ilimitado, inimaginable, al que “nadie ha visto ni podrá ver jamás”. De alguna manera, y por una razón que nunca podremos objetivar, sino sólo experimentar, Dios hizo existir lo que antes no existía. Humanamente lo sentimos a través de nuestra propia creatividad, haciendo un poema o una lasaña que no existía antes, o disfrutando de los momentos musicales impresionantes o del asombro de un niño ante el mundo que acaba de descubrir. Crear algo nuevo es una forma de sentir para qué sirve nuestra existencia: que, al comenzar un nuevo año eclesiástico, debemos recordar que no es otra cosa que poder convertirnos en quien nos creó. Dios se hizo humano para que los seres humanos puedan convertirse en Dios.

Cuando era un muchacho en la escuela, recuerdo haber tenido acaloradas discusiones con amigos sobre la “existencia de Dios”, similares a los argumentos del difunto Christopher Hitchens, que durante años hizo campaña contra Dios en los medios de comunicación, como uno podría negar con vehemencia la existencia de los unicornios o de Sherlock Holmes. Por supuesto, Dios no existe. Dios es. Desde el primer momento de la revelación bíblica, Dios no dijo nada sobre (sí mismo), excepto “Yo soy el que soy”. Hola Ser, ¿qué hay de nuevo?.

Sin embargo, hoy comenzamos la preparación de la existencia de Dios. Dios existe pero a través de (su) auto-manifestación en lo que (él) creó y sigue existiendo por la continuidad de la creación. Mientras hago un nuevo párrafo que no existía antes Dios dice que el nuevo párrafo exista, que el teclado y los semiconductores existan, que Laurence exista en toda su rareza.

Dios existe a través de nosotros. Esto se hizo implícito el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación, cuando el feto humano de Jesús fue concebido) y se hace explícito, nueve meses después, el 25 de diciembre, cuando el niño Jesús entra en el mundo. Nuestra fe en Dios adquiere una nueva dimensión y vivacidad al percibir el modo en que Dios pasa del ser a la existencia a través de lo humano.

Como esto parece mucho para asimilar, necesitamos tiempo para reflexionar y prepararnos. Este tiempo se llama Adviento (que significa literalmente “venir hacia nosotros”). Para sentir que esta extraña verdad se acerca en las próximas semanas, no podríamos hacer nada mejor que tomarnos más en serio nuestros tiempos de meditación.

Después de algunos años de práctica, he llegado a la conclusión de que es mejor quedarse dormido en la meditación (cosa que puedo hacer) que bostezar en medio de la meditación. Los discípulos se durmieron involuntariamente más de una vez y probablemente Jesús también lo hizo. Pero bostezar puede significar que se está siendo perezoso, a medias, fingiendo. Para ver que el Dios que es se convierte en el Dios que existe tenemos que estar totalmente despiertos. De ahí la enseñanza del evangelio de hoy: ” Permanezcan despiertos”. ¿No sería triste perderse el momento de nuestra breve vida en el que se produce este nacimiento? También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen vendrá el Hijo del Hombre”.

Laurence Freeman OSB

lunes

 Extracto del libro de Laurence Freeman “JESUS: EL MAESTRO INTERIOR” (Nueva York. Continuum, 2000) Pág. 226-227.


El mantra debe ser pronunciado de forma continua, independientemente de lo que estemos sintiendo: “En tiempos de guerra y en tiempos de paz”, como indica el libro “La Nube del No Saber”. “En momentos de prosperidad y en los de adversidad”, como señala Juan Casiano. Y “desde el principio al final de cada meditación”, como a su vez, aconsejaba John Main.

Con la práctica diaria, el mantra va introduciendo sus raíces en nuestro ser, cada vez con mayor profundidad, facilitando la armonía entre la consciencia y la inconsciencia. Sutilmente y de forma gradual va descendiendo de la cabeza al corazón. Al principio pronunciamos el mantra, pero con el tiempo, comienza a resonar dentro de nosotros y después lo escuchamos con menor esfuerzo y mayor atención.

Naturalmente, habrá días en los que tendremos más dificultad y los tiempos de meditación se nos harán tan áridos que nos parecerá imposible pronunciar el mantra. Buscamos cualquier excusa para no sentarnos y meditar. Y entonces el mantra es arrastrado por el oleaje del pensamiento y la emoción. Pero si, por el contrario, perseveramos o comenzamos de nuevo, como en la parábola de la semilla que crece en la oscuridad de las entrañas de la tierra, el mantra nos guiará fielmente y con mayor profundidad. Y con esta profundidad nos llega la claridad, la quietud, el autoconocimiento, el gran regalo de la compasión y la profunda quietud, necesaria para llegar a la plena atención y trascendencia. El mantra progresa imperceptiblemente a través del espacio de quietud, entre las ondas del pensamiento y de la vida interior.

Con el tiempo nos conduce a la auténtica pobreza donde aprendemos a ser simplemente. Experimentar esta hermosa realidad de vez en cuando nos capacita para sobrellevar muchos contratiempos y decepciones a lo largo del camino. Habrá momentos de derrota. Pero incluso cuando nos parece estar retrocediendo, el crecimiento está ocurriendo si hay fe. En la noche más oscura, aún brilla una luz invisible.

Se va desarrollando una actitud de no posesividad y confianza que reemplaza los sentimientos de codicia y miedo. Y esto nos lleva a experimentar una paz cada vez más inquebrantable. Bajo todas las turbulencias de nuestra vida, esta paz fluye hacia el verdadero conocimiento y el crecimiento interior que éste conlleva.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España

EL DON DE LA GRACIA DIVINA

 La conversión espiritual está fuera de nuestro control. Este cambio pleno de consciencia no puede lograrse mediante nuestro esfuerzo ya que lo recibimos como un don de la gracia divina.


A menudo, el viaje espiritual se presenta de forma lineal, silenciando primero el cuerpo y después la mente, para que pueda ser alcanzado por la gracia del espíritu. Sin embargo, no se trata de etapas progresivas, sino de niveles simultáneos, que se superponen y que van profundizando. Nos movemos a través de ellos, como en una espiral y nos permiten vislumbrarlos a medida que practicamos el silencio.

Como hemos visto en textos anteriores, es frecuente que al comienzo de este viaje espiritual sintamos una profunda y súbita comprensión, un recuerdo de nuestra verdadera naturaleza, un vislumbre de una dimensión más amplia y un alejamiento de la preocupación por la realidad superficial. Recordemos que la “Luz” ya habita en nosotros. Ya estamos “iluminados”. “Procedemos de la Luz, del lugar donde la Luz tuvo su origen por sí misma, donde habitó. Somos sus hijos” (Evangelio 50 de Tomás). Los primeros Padres de la Iglesia llamaron a esto el momento de la “conversión” o “metanoia”, un cambio de corazón y mente, una conversión perspicaz que permite que la memoria de nuestro verdadero "yo" se vaya manifestando con mayor claridad a lo largo del tiempo.

Esto nos permitirá superar el umbral entre los diferentes niveles de percepción. Cuando entramos en nuestro ser interior, nuestro Ser, a través de la meditación, dejamos atrás nuestra inteligencia racional, nuestras emociones y nuestras percepciones de los sentidos y actuamos puramente desde una facultad superior a la razón: nuestra inteligencia intuitiva. Éste es nuestro vínculo y vía de comunicación con lo Divino. El "yo" deja de verse afectado por los acontecimientos externos de nuestra vida y es libre para ayudarnos con sus intuiciones y visiones. Estas percepciones pueden llegarnos después del silencio de la meditación, en los sueños y a través de otras formas que nuestro yo espiritual encuentra para llegar a nosotros.

El impulso para llegar a la “metanoia” es con frecuencia un momento de crisis o un acontecimiento importante que sucede en cualquier etapa de nuestra vida en el que la realidad, aparentemente segura e inmutable en la que vivimos, de pronto es sacudida de forma desconcertante. Por ejemplo, al sentir el rechazo de alguna persona o grupo, al enfrentarnos a un fracaso o a la pérdida de nuestra autoestima, o cuando perdemos un puesto de trabajo o nuestra salud empeora de repente. El resultado de este acontecimiento puede ser el rechazo a aceptar el cambio, o caer en un estado de negatividad, desconfianza y desesperación.

También puede ocurrir que al comprobar que la realidad no es tan inmutable como nos creemos, nos enfrentemos al desafío de mirarnos a nosotros mismos, nuestro entorno, nuestras opiniones y nuestros valores con ojos diferentes.

En ese momento, se rompe la cadena formada por todos nuestros condicionamientos, pensamientos, recuerdos y emociones y así nos sentimos libres, sin obstáculos, en el Aquí y Ahora, en el momento eterno. Entonces, por un instante, somos capaces de ver la Realidad tal como es. El significado de esta percepción lo vemos en la experiencia de María Magdalena. Después de la crucifixión de Jesús, ella se acerca a la sepultura y la encuentra vacía. Se angustia y se ve envuelta por su propio dolor y tristeza. Cuando Jesús se aparece ante ella, está tan abrumada por su dolor que no puede ver la realidad. Ella no reconoce a Jesús y cree que es el jardinero. En el momento en que Jesús la llama por su nombre, se rompe su visión nublada de la realidad -condicionada por sus emociones- y ve a Jesús, ve la verdadera realidad.

No siempre este momento es tan dramático. Nuestra conciencia perceptiva varía mucho de unas personas a otras y también de un momento a otro. Hay personas que han experimentado un momento de “trascendencia”, una conciencia de una realidad diferente, una huida de la prisión del “ego”, mientras escuchaban una hermosa pieza de música, leían una bella poesía o se embelesaban con una obra de arte.

Otras personas quizá nunca han sido plenamente conscientes de estos momentos de discernimiento y, sin embargo, en algún nivel de percepción siempre han estado “despiertos” a la existencia de una realidad superior y, sin saberlo, están cada vez más en sintonía con esta realidad. Es frecuente que al iniciarnos en la meditación experimentemos un sentimiento de paz y alegría que comienza a burbujear dentro de nosotros. Momentos como estos, en los que nos liberamos de la autopreocupación, son dones divinos.

Kim Nataraja

Traducido por WCCM España

domingo

CONOCIMIENTO


 La cordura y el equilibrio significan conocer el contexto en el que vivimos. Este

tipo de conocimiento nos hace sensibles a la presencia de Dios en todo nuestro

entorno. La meditación nos enseña, de la única manera cierta, por experiencia,

que la presencia de Dios no es externa a nosotros. Es interior porque es la

presencia que constituye y mantiene unido el fundamento más profundo de

nuestro ser. Sintiendo esto no busquemos más la presencia de Dios solo en lo

externo de nuestra vida o en formas trascendentes. También vemos y

reconocemos a Dios en ello, sin embargo, porque nuestros ojos interiores se

abren internamente al Espíritu que mora en nosotros. Pero ya no tratamos de

poseer o manipular a Dios. En cambio, somos captados por la presencia de

Dios, interiormente y exteriormente, porque sabemos que la presencia lo

impregna todo y fundamenta todo lo que es.


John Main,OSB

Monasterio sin muros, p 225

MANANTIAL INTERIOR




 Una comunidad de amor no se disuelve cuando su tamaño se expande o se contrae. No se aferra a los amigos que ha hecho y se defiende de los extraños o cobra entrada o revisa las credenciales de las personas. No cesa de explorar la experiencia de amor de la que parte y a la que finalmente conduce, cumbre desde la que se ve la inmensidad del amor.[ . .]

Así como no medimos el progreso en la meditación por los resultados o sentimientos, el crecimiento de una comunidad de amor es personal, interior, no estadístico. Aprender esto es quizás lo que realmente significa el crecimiento de una comunidad de amor: que lo interior y lo exterior obedecen a las mismas leyes. [. .] Una comunidad de amor exige mucho trabajo, como el trabajo interior de meditación, pero su misterio se ve en la gracia, como don gratuito del espíritu que inicia el trabajo desde el principio y ve su consumación en el eterno presente. Es esta obra del espíritu lo que celebramos.

Carla Cooper, 17 noviembre 2022

RELAJANDO EL CUERPO


 Vivimos en un mundo que está obsesionado con el logro y el éxito. Incluso la meditación a menudo se ve simplemente como una forma de optimizar nuestra función cerebral para tener más éxito material en este mundo. Simplemente vaya a una librería y busque la sección sobre superación personal: los estantes gimen bajo el peso de los libros que le cuentan cómo la meditación mejora su salud, cuerpo y mente y, por lo tanto, su saldo bancario. 

No niego que es absolutamente importante cuidar tu cuerpo y tu mente para mantenerlos en un estado óptimo de salud. Incluso Evagrius dijo: 'Nuestro santo y más ascético maestro [Macarius the Great] declaró que el monje siempre debe vivir como si fuera a morir mañana pero al mismo tiempo que debe tratar su cuerpo como si fuera a vivir con él para siempre. muchos años por venir.' Cuidar el cuerpo con el tipo adecuado de alimentación en cantidades modestas y con el ejercicio físico adecuado como el Yoga, el Tai Chi/Chi Kung es, por tanto, innegablemente importante.

Claro, es posible usar la meditación únicamente por sus beneficios para la salud, de los cuales la investigación ha demostrado que hay muchos. Por supuesto, es maravilloso parar la mente que parlotea sin cesar y liberar el estrés y la tensión. Se sentirá genial tener un 'tiempo fuera' de las preocupaciones, ansiedades, esperanzas y miedos que generalmente nos acosan y detener la fuga de energía de una mente que da vueltas y vueltas en círculos.

Pero eso sería una oportunidad perdida; hay mucho más en la meditación que sus efectos fisiológicos en el cuerpo. Para un practicante serio, el cuidado del cuerpo y la relajación se ven como una preparación esencial, que permite el verdadero propósito de la meditación, a saber, la transformación total de su mente y de la forma en que vemos la realidad. Al hacerlo, descubrimos la parte espiritual de nuestro ser y nuestra conexión con la Fuente de todo Ser. Para hacer eso, la meditación debe ser una disciplina espiritual que involucre soledad y silencio, en la que nos despidamos de todas las experiencias sensoriales, imágenes, emociones y pensamientos, en otras palabras, nuestro 'ego'. Solo cuando nos hemos reconectado con nuestra esencia espiritual, nuestro 'yo',podemos vivir una vida plena y significativa. Entonces, nuestra acción fluye de nuestra conciencia de lo Divino, de nuestra conexión con los demás y nuestra preocupación por ellos.

La compasión es la verdadera señal de que nuestra mente se está transformando. En palabras de Evagrius: " Feliz el monje que ve el bienestar y el progreso de todos los hombres y mujeres con tanta alegría como si fuera el suyo propio".

Para que esta transformación suceda, solo necesitamos prepararnos aquietando el cuerpo y la mente. Entonces podemos estar abiertos a la obra del Espíritu. Porque es su obra: 'El Espíritu Santo se compadece de nuestra debilidad, y aunque somos impuros, a menudo viene a visitarnos. Si encuentra nuestro espíritu rogándole por amor a la Verdad, entonces desciende y disipa todo el ejército de pensamientos que lo asedian.' 

Kim Nataraja, 19 noviembre 2022

WCCM MEDITANDO


 

viernes


 "Being Present Now", extracto de “PUERTA AL SILENCIO” de John Main: Newsletter de Meditación Cristiana (Londres: Canterbury Press, 2008), pp. 82-83.

Si estamos verdaderamente atentos a pronunciar el mantra no podremos imaginar a Dios. No podremos construir ninguna idea de Dios. En el contexto de esta pura atención, la fe pura, aprendemos que todas las imágenes, ideas, recuerdos y palabras no pueden abarcar la realidad a la que estamos prestando atención. Son irreales. Son ilusiones. Por ello, en la meditación nos damos cuenta de que Dios no es un recuerdo ausente o un sueño abstracto. Dios es.

En la simplicidad y la fidelidad de la práctica del silencio, Dios es conocido no como una entidad que pensamos, imaginamos, expresamos o analizamos, sino como toda la realidad en sí. Avanzar al encuentro de Dios a través de la pura atención significa conocer y ser conocido por Dios. Saber es amar. Ser amado es ser conocido. Ser amado por Dios es amar a Dios. Necesitamos despojarnos de todos los procesos intermedios que hemos aprendido racional e intelectualmente. Todas las imágenes, pensamientos y palabras deben desaparecer.

La práctica simplificadora de pronunciar el mantra nos enseña a prestar atención plena a lo que es de forma directa. Prestar toda la atención a Aquel que es personalmente. Para prepararnos debemos aprender la disciplina de la atención plena. Aprendemos la disciplina del desprendimiento del ego, de no pensar en nosotros mismos. Aprendemos a no ser atrapados en la telaraña de nuestro propio tejido auto-reflexivo, a no dejarnos atrapar por las circunstancias externas.  Aprendemos a vivir desde la profundidad de nuestro propio ser, desde la profundidad del Ser mismo.

La meditación es una disciplina de presencia. Con la quietud del cuerpo y del espíritu aprendemos a estar plenamente presentes en nosotros mismos, en nuestro espacio, en nuestro momento. Esto no significa que estemos escapando, pues al permanecer enraizados en nuestro propio ser, nos hacemos presentes a su fuente. Nos arraigamos en el ser mismo. Ninguna de las circunstancias cambiantes de la vida podrá sacarnos de ahí. El proceso es gradual. Requiere paciencia, fidelidad, disciplina y humildad.

La humildad de la meditación consiste en renunciar a todo cuestionamiento que nos parezca auto-importante. Dejar atrás la auto-importancia significa experimentarnos en pobreza, despojados del ego, así es como aprendemos a ser. Estamos presentes a la Presencia. Aprendemos, no a través de nuestra propia inteligencia, sino por medio de la fuente misma de la sabiduría, el Espíritu de Dios.

Carla Cooper

 

Traducido por WCCM España

martes


 INFORMES E INSCRICION  wccmargentina@gmail.com

lunes

AMOR AL PRÓJIMO


 Para los Padres y Madres del Desierto, las relaciones humanas se consideran fundamentales para vivir en la presencia de Cristo:  Abba Juan el Enano dijo: “Una casa no se construye comenzando por arriba y trabajando hacia abajo. Debes comenzar con los cimientos para llegar a la cima”. Le dijeron: ¿Qué significa este dicho? Él dijo: “El fundamento es nuestro prójimo, a quien debemos ganar, y ese es el lugar para comenzar. Porque de éste dependen todos los mandamientos de Cristo.”

En nuestro mundo actual, la mayoría de nosotros parece haber perdido de vista este importante fundamento de nuestra vida. Tendemos a vivir como si fuéramos objetos independientes que se empujan por una posición. Es interesante cómo en nuestro tiempo algunos científicos están cambiando nuestra visión de la realidad. En la física cuántica, los experimentos han demostrado desde el principio que los electrones están en movimiento perpetuo, no solo interactuando constantemente con otras partículas, sino también con un vasto océano subyacente de energía que sustenta todo. La existencia de este principio conector, esta fuerza energética llamada Campo de Punto Cero, fue ignorada como irrelevante para las aplicaciones prácticas de la ciencia cuántica y quedó fuera de las ecuaciones. Ahora los científicos interesados ​​en las implicaciones filosóficas de la teoría cuántica están llamando la atención sobre ella. El descubrimiento de este Campo Cuántico constituye una prueba definitiva de que todos estamos integralmente conectados y somos parte de la red de vida con nuestros semejantes, toda la creación y el cosmos, porque nosotros también estamos hechos de átomos y sus componentes esenciales, los electrones. . Nosotros también somos paquetes de energía cuántica interconectados e intercambiando información. con este mar de energía. 

Esto no sólo es cierto a nivel de energía, sino que la conciencia también está muy involucrada. David Bohm, un importante físico cuántico dijo: “En el fondo, la conciencia de la humanidad es una”. Nuestro sentido de separación es una ilusión, por poderosa que sea, pero sigue siendo solo una ilusión, creada por el ego y su circuito del cerebro izquierdo enfocado en la supervivencia. Somos partes significativas interconectadas de un todo. 

Si realmente tomamos en cuenta este pensamiento, cambiaría toda nuestra actitud hacia la familia humana y hacia nuestro planeta. Todo lo que hacemos tiene un efecto en el conjunto. Lo que les pasa a los demás nos pasa a nosotros. Necesitamos quitar el enfoque de nosotros mismos y la meditación es la disciplina clave para hacerlo.

Debido a su vida de oración contemplativa, los ermitaños del desierto fueron conscientes de esta interconexión y, para ellos, la virtud última es el vaciamiento de todos los deseos personales que conducen a un amor abnegado, siguiendo los pasos de Cristo:“San Antonio había rezado al Señor para que le mostrara a quién era igual. Dios le había dado a entender que aún no había llegado al nivel de cierto zapatero de Alejandría. Anthony salió del desierto, fue al zapatero y le preguntó cómo vivía. Su respuesta fue que dio un tercio de sus ingresos a la Iglesia, otro tercio a los pobres y se quedó con el resto. Esta no parecía una tarea fuera de lo común para Antonio, quien él mismo había renunciado a todas sus posesiones y vivía en el desierto en total pobreza. Así que ahí no radicaba la superioridad del otro hombre. Antonio le dijo: "Es el Señor quien me ha enviado para ver cómo vives". El humilde comerciante, que veneraba a Antonio, le contó entonces el secreto de su alma: 'Yo no hago nada especial. Solo que, mientras trabajo, miro a todos los transeúntes y digo: 'Para que se salven, yo, solo yo, pereceré'.

Kim Nataraja, 11 noviembre 2022

ESTRATEGIAS DE ESCAPE


 Si entendemos de forma equivocada la meditación y no la vemos como una oración, como una disciplina espiritual, sino que vamos a ella buscando una forma de relajación, una herramienta para lidiar con el estrés de la vida diaria o incluso como una forma de dejar volar nuestra imaginación y fantasía, podremos estar practicando durante años sin percibir ninguna transformación o conciencia. De hecho, el ego bloqueará nuestro progreso y simplemente reforzará aún más las ilusiones que tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás. En lugar de facilitarnos un camino para llegar al autoconocimiento, se convertirá en un simple mecanismo para suprimir nuestras preocupaciones y pensamientos.

Es más, en lugar de permitirnos experimentar el silencio y la quietud, dejando atrás nuestros pensamientos durante el tiempo de meditación, preferimos dedicar el tiempo a utilizar nuestra mente racional para comprender intelectualmente la Realidad Superior hacia la que nos sentimos atraídos.

Sin embargo, una enseñanza que nos aportan la filosofía y la teología es la limitación básica de nuestras capacidades racionales. Clemente de Alejandría (siglo II) fue el primer padre de la Iglesia Cristiana que expresó el pensamiento de que Dios estaba más allá de nuestro entendimiento: “Dios es inefable, más allá de todo discurso, más allá de todo concepto, más allá de todo pensamiento… Dios no ocupa un espacio y, sin embargo, está por encima de cualquier lugar, del tiempo, del nombre y del pensamiento. Dios no tiene límites, ni forma, ni puede nombrarse”.

No hay ninguna respuesta correcta sobre lo Divino; las ideas, a menudo, contradicen las explicaciones previas. Todas las teorías y teologías son intentos limitados de interpretación. Lo más cerca que podemos llegar a la verdadera revelación y sabiduría es cuando la contemplación y la teología van de la mano. La Iglesia Primitiva era muy consciente de ello: “El que ora es un teólogo y un teólogo es quien ora” (Evagrio). Sólo a través de la experiencia espiritual el verdadero conocimiento de la Realidad Última se percibe a un nivel intuitivo profundo.  Como los místicos de todas las épocas y culturas han señalado, transmitir adecuadamente estas experiencias transpersonales a través del lenguaje –un medio de expresión limitado y poco fiable- es casi imposible. John Main cita a Alfred Whitehead en “Una Palabra hecha Silencio” diciendo: “Es imposible meditar y contemplar el misterio creativo de la naturaleza sin experimentar una emoción abrumadora ante las limitaciones de la inteligencia humana”.

La clave está en la experiencia a través de una profunda oración silenciosa. La importancia de ello la vemos en la vida de Santo Tomás de Aquino. Después de una vida de escritura y teorización sobre lo Divino, tuvo una experiencia espiritual que le hizo consciente de forma intensa de la inutilidad de nuestros intentos de racionalizar. Esa experiencia le hizo ver todos sus escritos como “paja” y no volvió a escribir más.

La búsqueda del hombre por la comprensión es natural y loable. Pero es nuestra parte del ego la que adora teorizar sobre la Realidad Suprema y a la que le fascinan los intentos de otros por expresar sus teorías hasta el punto de querer superarlas con nuevas explicaciones. Teorizar, filosofar, es una agradable y segura actividad de la mente humana. Es una manera ideal para evitar el trabajo que realmente debemos hacer. La meditación, el silencio, es el camino real para llegar a experimentar esta Realidad Suprema.

Kim Nataraja

 

Traducido por WCCM España

 

domingo

EUCARISTIA CONTEMPLATIVO DOMINGO 13/11/2022

SI, TE LLEVARE

"Es posible aprender a ver la realidad. Solo observarlo y vivirlo nos cura. Nos lleva a un nuevo tipo de espontaneidad, la espontaneidad del niño que aprecia la frescura de la vida y la inmediatez de la experiencia. Debemos recuperar esta espontaneidad para entrar en el Reino. Es la espontaneidad de la auténtica moral, de hacer las cosas bien con naturalidad: no vivir según las normas, sino vivir la única moral, la moral del amor.

La experiencia del amor nos da una capacidad renovada para vivir nuestras vidas con menos esfuerzo. La vida se vuelve menos lucha, menos competitiva, menos posesiva, a medida que nos revelamos lo que a veces hemos vislumbrado, de alguna manera a través del amor, que nuestra naturaleza esencial es alegre. En el fondo somos seres alegres. Si pudiéramos aprender a saborear los dones de la vida y darnos cuenta de lo que realmente es la vida, estaríamos mejor equipados para aceptar sus tribulaciones y sufrimientos. Esto es lo que aprendemos suavemente, lentamente, día tras día, cuando meditamos....."

 

Extracto de Laurence Freeman OSB, ASPECTS OF LOVE (Londres: Medio Media, 1997), p. 54.



ADVIENTO....UNIDOS EN COMUNIDAD


 INFORMES: wccmargentina@gmail.com

viernes

DE PRINCIPIO A FIN


"
Cuando comienzas a meditar la tentación es, si las cosas “van bien” y llegas a las nubes, entonces quieras prolongar la meditación. O si las cosas “no van bien”, estas frases no tienen significado real, pero es así como nos sentimos, entonces nos decimos: “Bueno, esto es una pérdida total de tiempo, mejor dejo de hacerlo y me voy a podar el pasto o a correr”. La cualidad importante es perseverar, tanto si va bien como si va mal, o lo que sea. Solo hay una manera de hacerlo que consiste en decir tu mantra de principio a fin....."



John Main, OSB

Del libro: The Heart of Creation

miércoles

 Extracto de “Queridos Amigos” de Laurence Freeman OSB, Newsletter de Meditación Cristiana (Vol. 35, Núm. 2, Julio 2011, pág. 5).


Todos buscamos algo. Algunos tienen un claro sentido de ello o, al menos, una conciencia, un despertar consciente de aquello que les falta. Pero la mayor parte del tiempo y para la mayoría de nosotros, se trata de un dolor sordo, un vago anhelo que perdura en nosotros, tanto en los buenos momentos como en los difíciles. “Mi alma está inquieta, hasta que descansa en ti”, fue la expresión de San Agustín para describir este anhelo de plenitud, de la resurrección que trasciende el ciclo de nacimiento y muerte del deseo. Visto de esta manera, este anhelo no es una aflicción sino un don, porque cuando lo reconocemos, encontramos el recodo que conduce al camino espiritual. En nuestra cultura actual, condicionada desde la infancia por el consumismo, esta comprensión del deseo debería ser el centro de todo sistema educativo religioso.

Las tiendas de libros están repletas de los últimos consejos sobre autoayuda. En las listas de bestsellers aparecen libros sobre temas como el manejo de la autocrítica, la expresión de los sentimientos, el desarrollo de una vida equilibrada, la alimentación saludable o la importancia del ejercicio. La mejor temática que conozco se encuentra en un libro que no encabeza ninguna de esas listas y cuya edición no se ha agotado en 1500 años. En la Regla de San Benito, el cuarto capítulo habla sobre los “instrumentos de las buenas obras”: setenta y cinco breves declaraciones que describen los “instrumentos del trabajo espiritual” que, cuando se aplican de verdad, conducen a la realización trascendente de las promesas de Cristo: “Ni ojo vio, ni oído oyó lo que Dios ha preparado para los que le aman”.

Los instrumentos comienzan con los diez mandamientos porque la vida moral es el fundamento del camino contemplativo. A continuación vienen las obras corporales de misericordia, el mínimo esfuerzo que se espera que hagamos por el bienestar de los demás. Luego describe la protección del corazón contra los pensamientos de ira, venganza o engaño. Mientras vivió en comunidad, San Benito comprendió la importancia de ejercitar el sentimiento de amor hacia los enemigos y cómo el autocontrol del lenguaje y de nuestros hábitos físicos ordinarios, facilita esta práctica cristiana básica. La atención consciente nos ayuda a mantener la muerte ante nuestros ojos y promueve un nivel más profundo de paz y alegría. La tentación del egoísmo espiritual también es descrita en los consejos de Benito y es compensada por el continuo anhelo de plenitud de vida.

Estas herramientas para la realización de buenas obras son también una forma de cuidarse a sí mismo. Toda forma de cuidado es una energía de fe, puesto que quita la atención de los propios deseos y sentimientos y los transfiere a un bien superior. Por tanto, es una forma de trascendencia. Se prolonga en el tiempo, lo que prueba su autenticidad y sinceridad. Es por ello, un camino de transformación en el que cambiamos al perseverar en un acto de fe.

Todos los instrumentos descritos por Benito, incluido el cuidado de uno mismo, están definidos para desarrollar y liberar nuestra capacidad de amar. La repetición del mantra unifica muchas formas de cuidado. Las concentra en el centro del corazón donde habita el amor de Dios.

Carla Cooper

 

Traducido por WCCM España

domingo

COMPASIÓN

 Los Padres y Madres Cristianos del Desierto del siglo IV , en cuyas enseñanzas John Cassian basó sus obras, también forman la base de la Meditación Cristiana. John Main, nuestro fundador, redescubrió esta forma de oración por nosotros en los escritos de Casiano 'Las conferencias' , especialmente en los capítulos nueve y diez. 



La virtud a la que conducía todo el trabajo espiritual de los Padres y Madres del Desierto era la suprema virtud de la compasión; solo el aumento en el amor por los demás se ve como un signo confiable de crecimiento espiritual. Cuando se le preguntó a John Main, cómo debemos prepararnos para la meditación, dijo “con muchos actos de bondad”. Al final, la esencia no es lo bien que meditas sino lo bien que amas.

La forma de vida del desierto conduciría eventualmente a una transformación total del ser, una transformación en el fuego del Amor: 'Abba Lot fue a ver a Abba José y le dijo: 'Abba, en cuanto puedo, digo mi pequeño oficio, ayuno un poco, rezo y medito, vivo en paz y en cuanto puedo purifico mis pensamientos. ¿Que más puedo hacer?" Entonces el anciano se levantó y extendió sus manos hacia el cielo; sus dedos se volvieron como diez lámparas de fuego y le dijo: “Si quieres, puedes volverte todo llama”.   Dios, la energía Divina, es Amor. La meditación nos llevará a experimentar este amor profundamente dentro de nuestro propio ser y también nosotros seremos transformados por él. 

Todo lo que Abbas y Ammas hicieron y enseñaron fue por compasión hacia aquellos que aún estaban atrapados por sus 'demonios': “Un hermano le preguntó a Abba Sisoes, diciendo: '¿Qué debo hacer, Abba, porque he caído? El anciano respondió: 'Levántate de nuevo'. El hermano dice: 'Me levanté y volví a caer'. El anciano continuó: "Levántate una y otra vez". El hermano preguntó: '¿Hasta cuándo?' El anciano respondió: 'Hasta que hayas sido atrapado por la virtud o por el pecado.'

Su negativa a juzgar a los demás es otro signo de compasión. Nuestro arraigado hábito de juzgarnos siempre a nosotros mismos es, de hecho, una clara falta de compasión. Solo cuando nos aceptamos tal como somos, con todas las verrugas y todo, podemos verdaderamente aceptar y amar a los demás.

La compasión es, por tanto, el verdadero fundamento y el fruto de su práctica y de nuestra práctica. Se considera aún más importante que la oración: 

“Puede suceder que cuando estamos en oración vengan a vernos algunos hermanos. Entonces tenemos que elegir entre interrumpir nuestra oración o entristecer a nuestro hermano negándonos a responderle. Pero el amor es más grande que la oración. La oración es una virtud entre otras, mientras que el amor las contiene todas.” (Juan Clímaco)

Kim Nataraja, 5 noviembre2022