¿Cómo entendemos los problemas del egoísmo? Todos estos obstáculos, todas estas faltas, pueden incluso afectar nuestra vida espiritual. Pero si observamos a Jesús, creo que vemos a un hombre que ciertamente tenía ego, que podía decir «yo» y que tenía voluntad, que podía renunciar a su ego y a su voluntad al final de su vida: «no como yo quiero, sino como tú». Así que vemos a un hombre que tenía ego, y claramente un ego fuerte, pero un hombre que no pecó, porque nunca se identificó con él. Nunca dijo «Yo soy mi ego». Esa fue la gran tentación que experimentó en el desierto: identificarse con las tendencias del egoísmo. Fue tentado. El ego manifestó claramente sus tendencias en él, pero él nunca identificó su verdadero yo con él. Quienes hemos pecado tenemos la tarea de desprendernos de esa identificación, romperla, simplemente darnos cuenta, en otras palabras, de que tenemos un ego, y es útil mientras exista, pero no es quien soy. El ego no es mi verdadera y más profunda identidad.
El ego en nuestro viaje espiritual Yo, Laurence Freeman OSB
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