lunes

 “La crisis cristiana”. Extracto del libro de John Main OSB “El Cristo actual” (Nueva York: Crossroad, 1991), págs. 74-76.


Para ser verdaderamente espirituales tenemos que renunciar a nuestro ser religioso oficial, es decir, abandonar al fariseo que acecha dentro de nosotros, porque, como Jesús nos ha dicho, tenemos que dejar atrás todo nuestro ser. Debemos renunciar y transcender todas las imágenes de nosotros mismos que salen de nuestro cerebro egocéntrico para llegar a ser verdaderamente reales, verdaderamente humanos, para llegar a ser uno con nosotros mismos, con Dios y con los demás.


También nuestras imágenes de Dios deben desaparecer. No debemos ser idólatras. Curiosamente descubrimos que, a medida que se desvanecen las imágenes de nosotros mismos, también desaparecen las imágenes que tenemos de Dios, lo que evidencia que las imágenes que creemos que son de Dios en realidad son solo imágenes de nosotros mismos.


En este maravilloso proceso de alcanzar la plena luz de la Realidad, de alejarnos de la ilusión, un profundo silencio emerge del centro de nuestro ser. Nos sentimos envueltos en el silencio eterno de Dios. Ya no estamos hablando con Dios o, peor aún, hablando con nosotros mismos. Estamos aprendiendo a ser, a estar con Dios, a estar en Dios.


En el viaje espiritual se necesita más energía para permanecer en quietud que para correr. Muchas personas pasan la mayor parte de su tiempo diario corriendo de una tarea a otra, huyendo de la quietud y el silencio. Existe el miedo al silencio. Cuando nos enfrentamos por primera vez a la quietud es posible que surja cierto pánico existencial. Sin duda, este proceso de silenciar nuestra mente y frenar nuestra actividad es mucho más fácil de aprender en una sociedad equilibrada y estable. En un mundo turbulento y confuso como el que vivimos estamos siendo bombardeados continuamente por multitud de estímulos y voces engañosas que reclaman nuestra atención. Sin embargo, una vez que hemos reunido el coraje para entrar en el silencio y adquirimos una fidelidad para sentarnos en quietud, tendremos acceso a un estado de paz que está más allá de toda comprensión.


Carla Cooper

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