domingo

POESÍA MÍSTICA: EL RETORNO A DIOS

Francis Thompson (1859 - 1907)

Francis Thompson, cerca de 1890

El Lebrel del Cielo
(fragmento)



Le huía noche y día
a través de los arcos de los años,
y le huía a porfía
por entre los tortuosos aledaños
de mi alma, y me cubría
con la niebla del llanto
o con la carcajada, como un manto.

He escalado esperanzas,
me he hundido en el abismo deleznable,
para huir de los Pasos que me alcanzan:
persecución sin prisa, imperturbable,
inminencia prevista y sin contraste.

Los oigo resonar... y aún más fuerte
una Voz que me advierte:
- "Todo te deja, porque me dejaste".

Golpeaba las ventanas
que ofrecen al proscrito sus encantos
y temblando de espanto
pensaba que el Amor que me persigue,
si al final me consigue,
no dejará brillar más que su llama;
y si alguna ventana se entreabría,
el soplo de su acceso la cerraba.

El miedo no alcanzaba
a huir cuanto el Amor me perseguía.

Me evadí de este mundo;
violé la puerta de oro de los cielos,
pidiendo amparo a sus sonoros velos,
y arranqué notas dulces y un profundo
rumor de plata al astro plateado.

Al alba dije "Ven”; "ven", a la tarde,
"escondedme de aqueste Enamorado
de miedo que me aguarde".
...........................................

Pedí volar a todo lo ligero,
asiéndome a las crines del pampero,
y aunque se deslizaba
por la azul lejanía,
y el trueno hacía resonar su carro,
y zapateaba el rayo,
el miedo no alcanzaba
a huir cuanto el Amor me perseguía.

Persecución sin prisa, imperturbable,
majestuosa inminencia. En las veredas
dejan los Pasos que la Voz me hable:
- "Nada te hospedará si no me hospedas."

Ya no busco mi sueño interrogando
un rostro de hombre o de mujer, mas quedan
los ojos de los niños esperando:
hay algo en ellos para mí de veras.

Y cuando mi ansiedad se prometía
el dulce despertar de una respuesta,
los ángeles venían
y los llevaban por la senda opuesta.

"Venid (clamaba), dadme la frescura
de la Naturaleza
que guardan vuestros labios de pureza;
dejadme juguetear en las alturas;
habitar el palacio
azul de vuestra madre, cuyas trenzas
vagan por el espacio,
y beber como un llanto de ambrosía
el rocío del día."

Y al fin lo conseguí: fui recibido
en su dulce amistad, y abrí el sentido
de los matices de la faz del cielo,
de la nube naciente entre los velos
de la espuma del mar. Nací con ella
para morir con todo lo escondido.

Me conformé a sus huellas.
Supe caer cuando la tarde cae
al encender sus lámparas de duelo,
y reír con la aurora de ojos suaves,
y llorar con la lluvia de los cielos,
y hacer mi corazón del sol gemelo.

Pero ¡qué inútilmente!
Imposible entender lo que otro siente.

Las cosas hablan un lenguaje arcano,
incomprensible; es un silencio vano
para mi inteligencia. Aunque pudiera
prenderme de sus pechos como un niño,
seguiría mi sed de otro cariño.

Y noche a noche afuera
oigo los Pasos que me dan alcance
con medida carrera,
deliberado avance,
majestad inminente,
que deja oír la Voz de la otra parte:
- "Nada podrá llegar a contentarte
mientras no me contentes."

Espero el golpe de tu amor, inerme.
Pieza a pieza rompiste mi armadura.
De rodillas estoy, y dudo al verme
despierto y despojado.

La fuerza juvenil de mi locura
sacudió las columnas de las horas,
y mi vida es un templo desplomado;
montón de años, multitud de escombros
el ayer y el ahora.

Los sueños mismos se han evaporado,
y mis días son polvo.
Las fantasías con que ataba el mundo
me abandonan: son cuerdas muy delgadas
para alzar una tierra recargada
por el dolor profundo.

¡Ay! que tu amor es hierba de dolores
que sólo deja florecer sus flores.

¡Oh imaginero eterno, es suficiente!

Tú quemas el carbón con que dibujas.
Mi juventud es fuga de burbujas;
mi corazón la fuente
quebrada,
donde no queda nada
del llanto de mi mente.

¡Sea! mas ¿qué amargura
si la pulpa es amarga, me deparan
las heces? Lo vislumbro en la fisura
del telón de las nubes que rasgara
el sonar de las trompas celestiales.

Aun sin poder reconocer sus reales,
su púrpura, su cetro, su guarida,
le conozco y le entiendo. Se apresura;
quiere mi corazón, quiere mi vida,
quiere mi podredumbre,
quiere mi oscuridad para su lumbre.

Ya la persecución está lograda.
Y la Voz como un mar en torno fluye:
- "¿Crees que la tierra gime destrozada?
Todo te huye, porque tú me huyes."
...................................................

- "Lo que tú crees perdido está en mi casa:
levántate, toma mi mano y pasa."

Los Pasos se han quedado junto al vano.

Acaso ¡oh tú, tiniebla que me ofusca
seas sólo la sombra de Su mano!

- "Oh loco, ciego, enfermo que te abrasas,
pues buscas el amor, a mí me buscas,
y lo rechazas cuando me rechazas."

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THOMAS MERTON (1915-1968) Monje trapense y escritor espiritual.


Mi Señor Dios, no tengo ni idea de adónde voy.
No veo el camino delante de mí. Tampoco es que me conozco realmente.
Y el hecho de que creo que estoy siguiendo tu voluntad
No quiere decir que en realidad lo estoy haciendo.

Pero creo que el deseo de complacerte
tiene, de hecho, tu agrado.

Y espero que nunca voy a hacer nada aparte de ese deseo.
Y sé que si hago esto,
Me vas a llevar por el buen camino
aunque yo nada sepa al respecto.

Por lo tanto voy a confiar en ti siempre
aunque pueda parecer que estoy perdido y a la sombra de la muerte
no temeré porque tú eres siempre estás conmigo.

Y nunca me dejarás hacer frente a mis problemas solo.


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San Agustín (354-430) Doctor de la Iglesia

¡Tarde te amé!


¡Tarde te amé, hermosura siempre antigua y siempre nueva!
Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo,
y allá afuera te andaba buscando.

Me lanzaba todo entre las hermosuras que tú creaste.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo; 
me retenían lejos de ti cosas que no existirían si no existieran en ti.
Pero tú me llamaste, y más tarde me gritaste, hasta romper finalmente mi sordera.

Con tu fulgor espléndido pusiste en fuga mi ceguera.
Tu fragancia penetró en mi respiración y ahora suspiro por ti.
Gusté tu sabor y por eso ahora tengo más hambre y más sed de ese gusto.
Me tocaste, y con tu tacto me encendiste en tu paz.

Confesiones, libro X, Cap. XXVII.

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Beato Raimundo Lulio (en catalán: Ramon Llull, 1232-1315)

Laico vinculado a los franciscanos, fue filósofo, teólogo, místico, poeta y misionero. 

LIBRO DEL AMIGO Y DEL AMADO

Beato Raimundo Lulio

El pájaro cantaba en el huerto del Amado. Viene el amante y dice al pájaro: "Si no podemos entendernos el uno al otro a través del lenguaje, deja que nos entendamos el uno al otro a través del amor, porque en tu canto mi Amado se aparece a mis ojos".

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Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
Doctora de la Iglesia

Retrato de autor anónimo del s. XVI

Nada te turbe

Nada turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.

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Alma, buscarte has en Mí

Alma, buscarte has en Mí,
y a Mí buscarme has en ti.

De tal suerte pudo amor,
alma, en mí te retratar,
que ningún sabio pintor
supiera con tal primor
tal imagen estampar.

Fuiste por amor criada
herrmosa, bella, y así
en mis entrañas pintada
si te perdieres, mi amada,
Alma, buscarte has en Mí.

Que yo sé que te hallarás
en mi pecho retratada,
y tan al vivo sacada,
que si te ves te holgarás,
viéndote tan bien pintada.

Y si acaso no supieres
dónde ma hallarás a Mí,
no andes de aquí para allí,
sino, si hallarme quisieres,
a Mí buscarme has en ti.

Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y morada,
y así llamo en cualquier tiempo
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada.

Fuera de ti no hay buscarme,
porque para hallarme a Mí
bastará solo llamarme,
que a ti iré sin tardarme
y a Mí buscarme has en ti.

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Beato Cardenal John Henry Newman
(1801 - 1890)

Poema inicial del libro autobiográfico Perder y ganar

Card. John Henry Newman

Guíame, bondadosa Luz

Guíame, bondadosa Luz, entre tanta tiniebla espesa,
¡ llévame tú!
Estoy lejos de casa, es noche oscura y densa,
¡ llévame tú!
Guarda mis pasos; no pido ver
confines ni horizontes; solo un paso más me basta.

Yo antes no era así,
jamás pensé en que tú me llevaras.

Me encantaba elegir y ver mi camino, pero ahora
¡ llévame tú !

Yo amaba el resplandor fascinante de la vida, y aún con temor,
el orgullo me sedujo: no recuerdes ese pasado.

Si me has librado ahora con tu amor, es que tu Luz
me seguirá guiando entre páramos y ciénagas,
despeñaderos y torrentes, hasta que la noche huya
y con el alba, estalle la sonrisa de los ángeles
la que perdí, la que anhelo desde siempre.


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Hadewijch de Amberes (siglo XIII)

Fragmentos de Poemas

Poco sabemos de la vida de esta mujer y escasos son los datos que nos ofrecen sus escritos: Visiones, Cartas y Poemas. Su actividad literaria parece haberse desarrollado entre los años 1220 y 1240. En sus Cartas y en alguno de sus Poemas aparece como "maestra" de un grupo no organizado de mujeres, amigas muy queridas. Fue predecesora de Eckhardt y de la mística renana y en su obra se encuentran las dos grandes tendencias de la mística: la llamada "mística nupcial" y la "mística de la esencia". Hadewijch es considerada la primera gran escritora en lengua flamenca y reconocida como una de las mejores poetas en esta lengua.

Textos tomados de El lenguaje del deseo. Poemas de Hadewijch de Amberes, edición y traducción de María Tabuyo.

Retrato de beguina
(mujer piadosa de la época de Hadewich)

Lentos en satisfacerle,
permanecemos ajenos al Amor.
Y ahí está nuestra miseria. ¡Ah! Sabedlo todos,
quien sin cobardía supiera complacerle
tendría su reino y todos sus tesoros.

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Tan pronto humillado, tan pronto exaltado,
oculto ahora, revelado después;
para ser colmada por Amor un día
hay que correr riesgos y aventuras
hasta alcanzar
el punto en que se degusta
la pura esencia de Amor.

Tan pronto ligero, tan pronto pesado,
oscuro ahora, claro después;
en la dulce paz, en la asfixiante angustia
dando y recibiendo,
esa es la vida de aquellos
que se pierden
en los caminos del Amor.

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Quien por la senda del Amor se adentra,
que con fidelidad se entregue
a toda obra de bondad
en honor del único Amor,
a quien sirve, y toda su vida mantenga
su elección sublime.

Del mismo Amor recibirá
la fuerza que le falta
y el fruto de su deseo.

Pues Amor jamás puede
rechazar a quien le ama;
da más de lo que se espera
y de lo que él mismo hizo esperar.

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George Herbert (1593-1633)

EL AMOR

George Herbert

El Amor me dio la bienvenida,
pero mi alma se apartó
culpable de polvo y de pecado.

Pero atento, el Amor,
al observar mi entrada vacilante
se acercó hasta mí,
preguntando con dulzura
qué necesitaba.

“Un huésped – respondí –
digno de estar aquí”.
El Amor dijo: “Tú lo serás”.
- “¿Yo, el cruel, el desagradecido?
Ah, Dios mío, no puedo ni siquiera mirarte”.

El Amor tomó mi mano y sonriendo replicó:
- “¿Quién hizo tus ojos si no fui yo?”
- “Es verdad, Señor, pero los he dañado.
Deja que mi vergüenza vaya donde merece”.

- “¿Acaso no sabes – dijo el Amor –
quién cargó con la culpa?”
- “Querido mío, entonces te serviré”.
- “Sólo debes sentarte – dijo el Amor –
y probar mi carne”.
Entonces me senté y comí.

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S. Juan de la Cruz (1542-1591) Doctor de la Iglesia

Noche oscura

S. Juan de la Cruz

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras, y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras, y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con Amada,
Amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quédeme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Noche oscura

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Félix Lope de Vega y Carpio

¿Qué tengo yo...?

Lope de Vega (1562-1635)

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras
qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!"

Y cuántas, hermosura soberana
"Mañana le abriremos" respondía
para lo mismo responder mañana!

Jesús llama a la puerta de tu corazón
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Amado Nervo (1870-1919)

Le tienes

Amado Nervo

Pues busco, debo encontrar.
Pues llamo, débeme abrir.
Pues pido, me deben dar.
Pues amo, débeme amar
Aquel que me hizo vivir.

¿Calla? Un día me hablará.
¿me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá;
pues tiene alas mi alma, y va
volando detrás de Él.

Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar.

Invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.

Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando como Pascal:
"¿Le buscas? ¡Es que le tienes!"

"Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes"

***********************************

Madeleine Delbrel (1904-1964)

Madeleine Debrel

Poema sobre las bienaventuranzas

Alegrías procedentes de la montaña (fragmentos)


Jesús predicando el Sermón
de la Montaña

Ya que las palabras, Dios mío, no están hechas
para permanecer inertes en nuestros libros
sino para poseernos y recorrer el mundo en nosotros,
permite que de esta hoguera de alegría
que tú encendiste antaño sobre una montaña,
que de esta lección de felicidad,
sus chispas nos alcancen y nos penetren,
nos rodeen y nos invadan;
haz que, habitados por ellas,
“como chispas en los rastrojos”
recorramos las calles de la ciudad,
marchemos junto a la oleada de la multitud
contagiando felicidad,
contagiando alegría.
……………………………………
En el tropel sin rostro
haz pasar nuestra alegría ensimismada,
más clamorosa que los gritos
de los vendedores de periódicos.
……………………………………………
Bienaventurados los pobres de espíritu
porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Ser pobre no es interesante:
todos los pobres son de esa opinión.
Lo interesante es poseer el Reino de los Cielos,
pero solo los pobres lo poseen.

Así que no penséis que nuestra alegría consiste
en pasar nuestros días vaciando nuestras manos,
nuestras cabezas, nuestros corazones…

Nuestra alegría consiste en pasar nuestros días
haciendo sitio en nuestras manos,
nuestras cabezas y nuestros corazones
al Reino de los Cielos que pasa.

Pues es asombroso saberlo tan próximo,
saber que Dios está tan cerca de nosotros;
es prodigioso saber que su amor es posible
de tal manera en nosotros y sobre nosotros.
…………………………………………………………….
Cuando, empobrecidos del todo
lo único que podáis ver en el mundo…
sea en vosotros una indigencia sin fachada,
pensad en esos ojos de sombra
abiertos en el centro de vuestra alma,
fijos en cosas inefables,
porque vuestro es el Reino de los Cielos.

**************************************

Teresa de Lisieux (“Santa Teresita del Niño Jesús”) (1873-1897) Doctora de la Iglesia

Mi canto de hoy

Sta. Teresa de Lisieux
("Teresita del Niño Jesús”)

Mi vida es un instante, una efímera hora
momento que se evade y que huye veloz.
Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra
no tengo más que un día:
¡solo el día de hoy!

¡Oh Jesús! Yo te amo, a ti tiende mi alma…
Sé por un solo día mi dulce protección,
ven y reina en mi pecho, ábreme tu sonrisa
¡nada más que por hoy!

¿Qué me importa que en sombras esté envuelto el futuro?
Nada puedo pedirte, Señor, para mañana.
Conserva mi alma pura, cúbreme con tu sombra
¡nada más que por hoy!

Si pienso en el mañana, me asusta mi inconstancia,
siento nacer tristeza, tedio en mi corazón.
Pero acepto la prueba, acepto el sufrimiento
¡nada más que por hoy!

¡Oh Piloto divino, cuya mano me guía!
En la ribera eterna pronto te veré yo.
Por el mar borrascoso gobierna en paz mi barca
¡nada más que por hoy!

Cerca yo de tu pecho, olvidada de todo,
no temo ya las flechas, los dardos enemigos.
Hazme un sitio en tu pecho, un sitio, Jesús mío
¡nada más que por hoy!

Úneme a ti, Dios mío, viña santa y sagrada,
y mi débil sarmiento dará su fruto bueno
y yo podré ofrecerte un racimo dorado,
¡oh Señor, desde hoy!
……………………………………………..

A mi Jesús deseo ver sin velo, sin nubes.
Mientras tanto, aquí abajo muy cerca de él estoy.
Su adorable semblante se mantendrá escondido
¡nada más que por hoy!

Yo volaré muy pronto para ensalzar sus glorias
cuando el día sin noche se abra a mi corazón.
Entonces, con la lira de los ángeles puros
¡yo cantaré el ETERNO, INTERMINABLE HOY!

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Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz, 1891-1942)

Al Espíritu Santo

Edith Stein
(Sta. Teresa Benedicta de la Cruz)

Tú, más cercano a mí que yo misma
y más íntimo que mi intimidad,
y aún inalcanzable e incomprensible,
y que todo nombre haces renacer:
Espíritu Santo,
¡Amor Eterno!

¿No eres Tú el dulce maná
que del corazón del Hijo
en el mío fluye,
alimento de los ángeles y de los santos?


Él, que de muerte a vida se elevó,
Él me ha despertado a mí a nueva vida,
del sueño de la muerte.
Y nueva vida me da, día tras día.
Y un día su abundancia me sumergirá
vida de tu vida, sí, Tú mismo:
Espíritu Santo,
¡Vida Eterna!

       *******************

¿Eres Tú el dulce canto del amor
y del santo temor
que eternamente suena en torno al trono de la Trinidad
y desposa consigo los sonidos puros de todos los seres?

La armonía que aúna los miembros con la Cabeza
donde cada uno encuentra feliz el sentido secreto de su ser
y jubilante irradia
libremente desprendido en tu fluir:
Espíritu Santo,
¡Júbilo eterno!

*****************************

Angelus Silesius (Johannes Scheffler, 1624-1677)

PEREGRINO QUERUBÍNICO
Epigramas y máximas espirituales para llevar a la contemplación de Dios
(Selección)

Johannes Scheffler
Giotto: Querubín

Atrás, atrás, serafines, no podéis calmar mi sed; atrás, ángeles todos, y lo que brilla en vosotros. No os quiero ya: solo me arrojo al mar increado de la Divinidad desnuda.

¿Preguntas, cristiano, dónde ha puesto Dios su Trono? Allí donde te hace nacer Hijo suyo, en ti mismo.

Dios es un labrador, su Verbo eterno es el grano, el arado es su Espíritu, mi corazón el sembrado.

El ave descansa en el aire, la piedra sobre la tierra, en el agua vive el pez, mi espíritu en la mano de Dios.

Detente, ¿adónde corres?; el Cielo está en ti; y buscar a Dios en otra parte es no encontrarlo nunca.

Desde el primer día, y todavía ahora, la criatura no busca otra cosa que la quietud de su Creador.

Si Dios es un eterno Presente, ¿qué impide, que ya desde ahora, pueda ser Él en mí todo en todo?

Dios es mi cayado, mi luz, mi camino, mi fin, mi padre, hermano e hijo y todo cuanto quiero.

Ve a donde no puedas; ve a donde no ves; escucha donde nada susurra; estás allí donde Dios habla.

¡Nada en exceso! Siempre odié la intemperancia: pero ¡ojalá pueda estar ebrio tanto de Dios como de Cristo!

¿Quién decora las azucenas? ¿Quién alimenta los narcisos? Entonces, ¿a qué tanto inquietarte por ti?

Temer a Dios es muy bueno, pero amar es mejor. Mejor aún es subir a Él, más allá del amor.

Estar ocupado es bueno, pero orar es mucho mejor; mejor aún es presentarse ante Dios nuestro Señor mudo y sereno.

Los ángeles cantan bellamente; yo sé que más dulce le es al Altísimo tu canto, si callas totalmente.

¡Ah, si tu corazón pudiera hacerse pesebre! Dios volvería a hacerse niño en esta tierra.

No quiero fuerzas, poder, arte, saber, riqueza ni estado: solo quiero ser niño en mi Padre.

Hay dos palabritas que me gustan mucho: Fuera y En. Fuera de Babel y fuera de mí; en Dios y en Jesús.

Apacigua tu corazón: Dios no está en los vientos violentos, en los terremotos y en el fuego

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Mari Paz López Santos, artista contemporánea

Magnificat para el siglo XXI

Mary Paz López Santos

Proclama mi alma la grandeza del Señor
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador,
mi Padre, mi Todo,
porque ha mirado la humildad y obediencia
de su hija, su criatura.

Desde que acepté su palabra,
me felicitan todas las generaciones
- antiguas y venideras-
porque he dejado que Él, que todo lo puede,
haga obras grandes a través de mí;
su nombre es santo
y su misericordia llega a los que le son fieles
y, a través de ellos, a los que no le conocen,
así, día tras día,
de generación en generación,
su amor se expande de corazón en corazón.

El Señor es fuerte:
confunde y desconcierta a los engreídos,
deja caer a los que ostentan el poder,
sostiene y pone como ejemplo a los humildes,
a los que tienen hambre de pan y amor los sacia
y a los que acaparan y no comparten
los despide vacíos.

Auxilia al mundo, su hijo pródigo,
porque no olvida la promesa de misericordia
hecha a Abraham, a los Apóstoles
y a las mujeres y hombres creyentes
de todos los tiempos.

*Tomado de “¿Qué quiere Dios que yo quiera?” Mari Paz López Santos (www.pazsantos.com)

Ilustración realizada por María Paz López Santos, 
portada de su libro ¿Qué quiere Dios que yo quiera?

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Armando Rojas Guardia (poeta y ensayista contemporáneo, autor de El Dios de la intemperie El principio de incertidumbre)

Armando Rojas Guardia

Cuando tú vienes,
tú el vacío el nada el ya,
el que yo no sé su nombre,
ni interesa,
cuando tú vienes
me siento perder voz,
me seco de palabras,
             sueno
             simplemente
             como tú,
sin queja sin golpes sin crujidos,
sueno
como tú.

Cuando tú vienes,
tengo prisa por decir,
por llamarte de algún modo,
por nombrarme
              a mí también
para al fin reconocerme 
en tu presencia
me abalanzo precipito
sacudo la quietud
mancho lo limpio
todo es tan vacío tan gota
                                  inaprensible,
tan exactamente nada,
tan silencio.

Cuando tú vienes,
nada dices
y me dices.
Nada pides.
Qué vas a ser tú el Implacable,
el Exterminador, el Enemigo.
Nada pides,
                eres.
Sólo oigo cómo eres,
sólo oigo cómo soy
y quiero
ser
así eso que escucho,
me abandono.

Cuando tú vienes,
hay
una exacta coincidencia,
te miro en lo profundo
de aquello que deseo,
qué mentira,
qué imposible,
qué estúpido
                 querer lo que no quieres,
                 querer lo que no quiero.
Y entonces
ya no es sino la paz,
la precisa ubicación,
el ser
        escueto.
Cuando tú vienes,
no has venido,
estás ya desde siempre.   

*************************

MARINA MÜLLER


Señor, de Ti vengo, a Ti voy
en tus manos estoy.
Déjame aceptar tu Amor
déjame abrirme a tu Luz sanadora
tierna y compasiva.

Déjame aceptar 
que me liberes y me abraces
que me reconcilies con mi pasado,
mi presente, mi por venir, 
con la vida y con el universo
en que me has hecho existir.

Con mucho amor, con confianza
fuerte, y sin final,
"así en la tierra
como en el cielo".

Pandemia en oración (año 2020)

El mundo se detuvo

Enfermedad… muertes… encierro… miedo…

Dolor.

Se derrumban

nuestras certidumbres

solo quedan en pie

la Fe y la Esperanza.

 

Silencioso, el Señor viene

llega de pronto, sin ruido,

con movimiento

suave como brisa

y sin embargo poderoso

como águila planeando

en cielo de tormenta.

 

Salimos a tu encuentro

Señor de la vida

te abrazamos

Señor del Amor.

Confiamos nuestro frágil aliento

a tu ternura

nuestro devenir

a tu eterna fidelidad.

 

Aquí, ahora

eterno presente

en oración y meditación

unidos en silencio a tu Presencia

inefable, anhelada

por quienes estamos

por quienes partieron.

 

Abrazando al mundo

acunando la vida

para una nueva creación:

Ven, Señor Jesús.

                             *********************


HNO. DANIEL IMPELLIZZIERI


Otra vuelta

Vivimos encontrados en la espiralada existencia,
que se expande desde un Centro…
Y da vueltas.

En cada curva abierta se anuncia un desafío:
ser uno mismo, dos, muchos…
Abiertos al Infinito.

Espiral, cual danza circular
sin fin,
baile ondulante, fiesta y enigma.

Semicircular, mejor, en espera
del nacimiento de otro
semicírculo anudado.

Nudo indestructible, fecundo
que anuncia nuevas ondas
vitales, abarcativas, plenas.

Conformando el devenir,
Deviniendo en él,
hermanando el cosmos con el caos.
¡Ya no hay caos!

Resumiendo en el Uno, Alfa y Omega,
La historia de dolor que el amor conlleva,
esperanza cierta en una nueva vuelta
hácese en nosotros
libertad completa… en otra vuelta…
en otra vuelta…en otra vuelta.

Integrando rostros, nombres y ausencias
en otra vuelta…
dejando las máscaras en las sombras muertas,
abriendo los ojos a los que nos llega
dando sí mismos purificando vueltas.

Ya estamos más anchos y estamos más cerca
el punto exacto, origen y meta
no es recto el camino,
alumbra otra vuelta.
¡Sólo el que resiste se anula en la recta!

Dejando vivirse, fluir en la vida,
en vueltas divinas hechas melodías,
en los corazones habrá poesía,
y en el horizonte:
semicircular,
la alegría eterna de la Trinidad,
que danza esperando…

otra vuelta más.
                                
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PLEGARIA DE UN SOLDADO

Lo siguiente se encontró en el bolsillo de un soldado muerto en acción durante una de las tantas terribles guerras del siglo XX.

Escucha, Dios.
Yo nunca hablé contigo.
Hoy quiero saludarte. ¿Cómo estás?
Tú sabes, me decían que no existes. 
Y yo, tonto, creí que era verdad.
Anoche vi tu cielo.
Me encontraba oculto en un hoyo de granada.

Quién iría a creer que para verte
bastaba con tenderse uno de espaldas.
No sé si aún  querrás darme la mano.
Al menos creo que me entiendes.
Disculpa, debo irme.

La ofensiva será horrible esta noche.
Quién sabe, tal vez llame yo a tu puerta.
¿Me recibirás si hasta ti llego?
Tarde te descubrí, cuánto lo siento.
¡Qué raro! Sin temor voy a la muerte.

(tomado de "El cielo existe", María Roberta Mallea, Ed. Guadalupe) 



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