viernes

ACTITUDES QUE TRANSFORMAN : SOLTAR


 En algún momento de nuestra vida, todos hemos experimentado la dificultad de soltar. Puede ser una relación que ya no aporta paz, una situación del pasado que nos pesa o incluso una idea sobre nosotros mismos que nos limita. Soltar no es olvidar, ignorar o resignarse, sino un acto consciente de liberación que nos permite vivir con mayor ligereza y plenitud.

¿Por qué nos cuesta tanto soltar? A menudo, lo desconocido nos asusta y aferramos a lo que conocemos, aunque nos cause sufrimiento. El apego emocional nos liga a recuerdos, personas y situaciones que nos han definido, haciendo difícil decir adiós. También tenemos la necesidad de control, que nos empuja a querer manejar todo lo que nos rodea, pero soltar implica aceptar que no siempre podemos hacerlo. Por último, existe el sentimiento de pérdida, la sensación de que, al soltar, renunciamos a una parte de nosotros mismos.

Sin embargo, cuando aprendemos a soltar, experimentamos una gran sensación de alivio y libertad. Liberarnos del peso innecesario nos permite vivir con mayor serenidad, reduciendo el estrés y las preocupaciones. Además, nuestro bienestar emocional mejora, puesto que nos desprendemos de cargas innecesarias y nos abrimos a nuevas experiencias. También crecemos personalmente, aprendiendo a adaptarnos a los cambios con una actitud flexible y resiliente. Y lo más importante: dejamos espacio para nuevas oportunidades, ya que cuando soltamos el pasado, nos abrimos a todo lo que la vida todavía nos puede ofrecer.

Pero, ¿cómo podemos aprender a soltar? El primer paso es aceptar la realidad tal y como es, reconociendo que hay cosas que escapan a nuestro control. Es necesario identificar lo que nos retiene y comprender las emociones o creencias que nos impiden avanzar. Practicar el desapego nos ayuda a recordar que nada es permanente y que la vida es un ciclo constante de cambios. Confiar en la vida, creer que cada final trae una nueva oportunidad, nos permite soltar con más serenidad. Y por último, la meditación y la oración pueden ser grandes aliadas en este proceso, ayudándonos a conectar con el presente ya encontrar paz en el camino.

Soltar no es un acto de debilidad, sino de valentía. Es un camino hacia una vida más ligera y llena, donde aprendemos a fluir con lo que la vida nos ofrece en cada momento. Quizá sea hora de preguntarse: ¿qué es lo que todavía me pesa y que necesito soltar hoy?

Mireia Poch 

Meditación + Fe

domingo

LA MEDITACION SIMPLIFICA TODO


 De Laurence Freeman OSB, “Carta tres”, WEB OF SILENCE (Londres: Darton, Longman, Todd, 1996), págs. 28-29, 31.


Les imploro por la misericordia de Dios que se ofrezcan como sacrificio vivo, consagrado y digno de ser aceptado, la adoración ofrecida con la mente y el corazón. No se adapten más a los patrones de este mundo presente, sino que rehagan su mente y transformen así toda su naturaleza  (Romanos 12:1-2).

En lugar de «este mundo presente», léase «ego»: la parte que cree ser el todo. Es la parte que involuntariamente bloquea y distorsiona el misterio de la vida debido a su forma de responder al dolor y al rechazo; es la parte que crea la percepción de un mundo sin amor. […] Incluso si la meditación no fuera más que una breve inmersión diaria en nuestro reino interior, merecería nuestra atención completa. Pero es más que un escape temporal de las prisiones del miedo y el deseo. Por complejos que sean estos patrones, que nos hacen temer la muerte y el amor verdadero, necesarios para el crecimiento y la supervivencia, la meditación los simplifica todos.

Día a día, meditación tras meditación, este proceso de simplificación avanza. Nos volvemos gradualmente más intrépidos hasta que, en la alegría de liberarnos de las imágenes y recuerdos del deseo, experimentamos la liberación total del miedo. Y entonces —e incluso antes— nos volvemos útiles a los demás, capaces de amar sin miedo ni deseo... liberados para servir al Ser, que es el Cristo interior.

viernes

FRUTOS DE LA MEDITACION : LA BONDAD



La meditación cristiana no busca resultados visibles. No pretende cambiar el carácter ni producir serenidad a la fuerza. Pero con el tiempo, algo sucede: el corazón se vuelve más suave. Donde antes había dureza o prisa, aparece comprensión. Donde solía haber juicio, surge compasión. No se trata de un cambio repentino, sino de una transformación callada que brota del silencio.


La bondad nace cuando dejamos de vivir desde la defensa. Al sentarnos en silencio, el alma aprende a descansar sin exigir nada. Poco a poco, el ruido mental se calma y aparece un modo distinto de mirar. Empezamos a ver al otro no por lo que hace o nos da, sino por lo que es. Esa mirada sencilla, sin cálculo, es el comienzo de la verdadera bondad: la que no busca mérito, la que se ofrece como un don.


La práctica de la meditación nos enseña a no reaccionar ante todo lo que sentimos o pensamos. Esa pausa interior abre espacio para la ternura. En lugar de juzgar, comprendemos; en lugar de responder con dureza, dejamos pasar. Así, la bondad se convierte en una presencia natural, no en una obligación moral. La fuerza de la meditación no está en la concentración, sino en la disponibilidad para ser transformados desde dentro.


Jesús encarna esta bondad silenciosa. No impone, no fuerza, no humilla. Su manera de estar es pura acogida. En Él descubrimos que la bondad no es blandura, sino firmeza compasiva: la capacidad de sostener al otro sin perder el centro. Cuando meditamos, nos acercamos a esa forma de amar. El Espíritu va limando asperezas, y lo que queda es una energía serena, capaz de bendecir sin palabras.


La bondad no se mide, ni se demuestra. Simplemente se reconoce en la manera en que tratamos lo pequeño: una mirada más atenta, un tono más suave, una paciencia nueva. La meditación, con su ritmo lento y fiel, va preparando el terreno para que esa gracia florezca. Y cuando brota, uno comprende que el silencio no era vacío: era el lugar donde Dios maduraba su amor en nosotros.

lunes

LA NECESIDAD DE SOLEDAD


Extracto del libro de Laurence Freeman OSB “EL YO DESINTERESADO” (THE SELFLESS SELF). (Londres: DLT, 1989) págs. 156-157.


La experiencia de la soledad, a la que nos conduce la meditación si tenemos el coraje de la sencillez, no es un escape. Es un encuentro. El gran misterio que se revela es que este encuentro tiene lugar a un nivel del ser en el que pensábamos que no había nadie con quien encontrarnos. A un nivel que evitábamos porque no queríamos encontrarnos a nosotros mismos y darnos cuenta del miedo de estar básicamente solos —ahí encontramos todo aquello que hemos estado buscando—. En algunos momentos hicimos todo lo posible para distraernos de nosotros mismos porque teníamos miedo de descubrir la eterna y fría soledad del yo. Pero la meditación revela ese miedo como la mayor estupidez, porque en ese nivel de nuestro ser donde pensábamos que no había nadie con quien encontrarnos nos encontramos con Cristo.

La meditación muestra sus frutos en la forma en que establecemos relaciones. Nos conduce a una conciencia más profunda y nítida de nuestra verdadera naturaleza. La verdad de la naturaleza humana no es, como así tememos, la de una aislada mota de polvo cósmico, una mónada solitaria, sino que somos seres en comunión. Sin el amor humano todo aquello que llamemos amor de Dios será farsa y simulación. 


Después de la meditación: extracto de “Bendición Tradicional Irlandesa” en ORACIONES DE LA TIERRA (EARTH PRAYERS): 365 oraciones, poemas e invocaciones de todo el mundo. Editado por Elizabeth Roberts y Elias Amidon (Nueva York:Harper Collins, 1991), pág. 204.

Que la bendición de la luz esté sobre ti, luz por fuera y luz por dentro. Que la bendita luz del sol brille sobre ti y caliente tu corazón hasta que resplandezca como una gran hoguera de turba, de tal forma que tanto el forastero como el amigo puedan allegarse y calentarse junto a él.

Y que la luz brille desde el interior de tus dos ojos, cual vela posada en las dos ventanas de una casa, invitando al caminante a entrar y resguardarse de la tormenta…

Carla Cooper

Traducido por WCCM España

QUIEN AMA PERMANECE EN DIOS....


 Un extracto del P. Laurence Freeman, Boletín Internacional WCCM, 12.2018. 

La teología del Padre John se inspira en el modelo de relación expresado en la comprensión cristiana de la Trinidad. Aquí, Dios es visto como relación, comunión y comunidad. No como un Dios antropomórfico. No como una idea filosófica que se pueda probar o debatir. Ni como una proyección mágica del ego que ofrece un falso consuelo. Sino como el amor que todo ser humano busca y que no puede reducirse a la biología, los neurotransmisores ni siquiera al deseo. Buscamos el amor, con nombre o sin él. Por lo tanto, buscamos a Dios, creamos o no. «Quien ama, permanece en Dios y Dios vive en él». El ego no lo comprenderá porque quiere poseer lo que busca... Quien busca de verdad  , encontrará  , pero también perderá, de innumerables maneras, en cada etapa de la vida. Dios es la búsqueda humana que da sentido a la vida, creamos o no. La religión quiere que creamos. Dios solo quiere que amemos.

Wccm  -  21 noviembre 2025

domingo

ES LA ANSIEDAD LA QUE NOS DICE QUE NOS RINDAMOS


 Cuando Jesús nos exhorta a no preocuparnos, no pretende negar la realidad de los problemas cotidianos. Nos invita a abandonar la ansiedad, no la realidad. Aprender a no preocuparse es difícil… [Sin embargo,] a pesar de su déficit de atención, incluso la mente moderna tiene la capacidad natural de aquietarse y trascender sus fijaciones. En lo profundo, descubre su claridad, donde encuentra la paz, libre de ansiedad. Cada uno de nosotros tiene alrededor de media docena de ansiedades favoritas, como caramelos amargos que saboreamos constantemente. Nos asustaríamos si no las tuviéramos. Jesús nos reta a vencer el miedo a perder la ansiedad, el miedo que tenemos a la paz misma. La práctica de la meditación es una forma de poner en práctica sus enseñanzas sobre la oración; demuestra, a través de la experiencia, que la mente humana sí puede elegir no preocuparse. Elegir recitar el mantra con fidelidad y volver a él cada vez que surjan distracciones.


Ejercita la libertad que tenemos de prestar atención. No se trata de una elección como la de escoger una marca u otra en el supermercado. Es una decisión de compromiso. El camino del mantra es un acto de fe, no una demostración de poder del ego. En cada acto de fe, hay una declaración de amor. La fe prepara el terreno para que la semilla del mantra germine en el amor. No creamos el milagro de la vida y el crecimiento, pero somos responsables de su desarrollo gradual. Alcanzar la paz mental y espiritual —el silencio, la quietud y la sencillez— no requiere la fuerza de voluntad de una persona ambiciosa, sino la atención incondicional y la fidelidad constante de un discípulo. 


Fragmento de Laurence Freeman OSB, “Meditación”, JESÚS EL MAESTRO INTERIOR (Nueva York: Continuum, 2000), págs. 212-213. [Laurence Freeman, “Jesús el Maestro Interior”, EDB]

FOTO: Seminario JM 2025

EL CAMINO OBLATO


 Adjuntamos una breve publicación que sintetiza qué es y qué significa la rama del Oblatado dentro de la WCCM.

Ha sido escrita por el P. Laurence, la hemos traducido y nos alegra compartirla para difundir este carisma de la Comunidad.

Paz y bendiciones

Oblatado Latinoamericano de la WCCM

http://www.meditacioncristiana.net/sites/default/files/El%20Camino%20Oblato%20WCCM%20-%20Marzo%202021.pdf

LA ATENCION


 Un extracto de Laurence Freeman OSB, “Queridos amigos”, Boletín Internacional WCCM, diciembre de 2000.


La atención es la esencia de la contemplación. Todos somos conscientes, o deberíamos serlo

, de lo débil e infiel que puede ser nuestra capacidad de atención. Por eso necesitamos una

práctica diaria de meditación, incorporada en las rutinas de nuestra

vida privada. No es pensando en ello ni siquiera deseándolo que crecemos en

atención, sino a través de la práctica. [...] La atención purifica nuestros corazones y transforma

el mundo. Podemos comprobarlo porque nuestras propias aflicciones personales se ven

benditamente aliviadas si alguien nos presta genuinamente su atención cuando

más la necesitamos. La compasión es el primer fruto de la atención. Es la vida

que fluye de la muerte del egoísmo. [...]


Escuchar el mantra con atención reduce gradualmente la

frecuencia y el volumen de nuestros pensamientos e impulsos disruptivos. Reagudiza

lo que el ego embota. Llegamos a recitar el mantra, a entonarlo y a escucharlo

con una atención más fina, más sutil y más sincera. Nos alinea

con esa frecuencia del Espíritu Santo que recorre cada instante del

tiempo y cada célula de la vida. En su silencio y quietud reside nuestra fuerza.

viernes

PAZ INTERIOR

 


“Queridos amigos”. Extracto de “Noticias Internacionales”. Escrito de Laurence Freeman OSB (Invierno 2001).


Es difícil encontrar la paz interior en tiempos de conflicto y miedo. Nos resulta complicado estar sentados en quietud cuando nuestra mente y nuestras emociones se encuentran agitadas. Es muy fácil entonces renunciar a la meditación, pero es precisamente en esos momentos cuando más necesaria se hace. Podría ayudarnos ver la meditación no solo como algo para nuestro beneficio. Si así fuera, no seríamos más que consumidores de religión. El significado de la contemplación se encuentra en sus frutos, especialmente en los del amor y el servicio a los demás. Cuando tenemos paz interior nos dirigimos a los otros con compasión. Toda falta de apertura hacia el otro se convierte en objeto de deseo, en ira y en competitividad de nuestro ego. Dios es el amor que expulsa el miedo hacia nuestro prójimo porque, cuando verdaderamente hemos descubierto ese amor en nuestro interior, ya no podemos hacer daño.


La paz no se alcanza erradicando y destruyendo el mal. Cuando nos hacemos conscientes de nuestros vicios —ira, orgullo, avaricia, lujuria— el intento por eliminarlos rápidamente degenera en odio hacia uno mismo. En lugar de esforzarnos por destruir nuestras faltas y defectos debemos trabajar pacientemente en desarrollar las virtudes —un trabajo mucho más lento y menos radical pero mucho más efectivo—.


El primer paso en el desarrollo de la virtud que eventualmente dominará sobre el vicio es germinar la principal virtud de la oración profunda. A través del ritmo silencioso de la oración, la sabiduría penetra lentamente en nuestra mente y en nuestro mundo. Es el poder universal que extrae el bien en lugar del mal. Como dice el Libro de la Sabiduría, “la esperanza para la salvación del mundo yace en un mayor número de personas sabias”. El sabio conoce la diferencia entre el conocerse a uno mismo y el estar obcecado con uno mismo; entre el desapego y la dureza de corazón; entre la corrección y la crueldad. No existen reglas para la sabiduría. Las reglas nunca son universales. Pero la virtud sí.


Carla Cooper

domingo

UN AGUJERO EN LA PARED

 Un extracto de Laurence Freeman OSB, “El laberinto”, JESÚS EL MAESTRO INTERIOR (Nueva York: Continuum, 2000), págs. 231-32.


Para abrazar la eternidad de la plenitud del ser (el «YO SOY» de Dios), primero debemos afrontar la cruda realidad de la impermanencia y el vacío. La tentación siempre es disminuir la intensidad, sumergirnos en un grado menor de consciencia, incluso dormirnos. Buda advirtió contra el peligro de nublar la mente, en esta o en cualquier otra etapa del camino, con sustancias tóxicas o sedantes, estimulantes o depresores. Jesús exhortó a todos a permanecer plenamente conscientes.


Estad alerta, velad. No sabéis cuándo llegará el momento… Manteneos despiertos, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa. Tarde o medianoche, al canto del gallo o al amanecer; si viene de repente, no debe encontraros dormidos. Y lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos: ¡Estad despiertos! (Mc 13:33-37)


En la carta a los Efesios, Pablo afirma que este estado de vigilia conduce a las «facultades espirituales de la sabiduría y la visión» y, posteriormente, a la gnosis, el conocimiento espiritual. Sin embargo, incluso con la fe más firme, la dolorosa sensación de separación no se disipa de inmediato, ni siquiera cuando la sabiduría comienza a manifestarse. El muro del ego puede parecer un obstáculo insuperable, un callejón sin salida que no nos deja escapatoria. Pero, como nos recuerda la Resurrección, lo que parece ser el final no lo es. Al confrontar nuestro arraigado egoísmo y reconocer su lenta agonía, la meditación nos ayuda a verificar nuestra propia resurrección en nuestra propia experiencia.


La ley de la naturaleza inferior, del karma, y ​​el dominio del ego limitante imperan hasta que aparece una grieta en la pared. Primero se retira un ladrillo, como por una mano invisible, y vislumbramos una perspectiva que trasciende todo lo que habíamos imaginado o creído conocer. Es una experiencia, y sin embargo, se conoce de una forma completamente distinta a todo lo que hemos experimentado antes. Ya no somos el individuo que creíamos ser. La vida ha cambiado irreversiblemente. Vivimos y, sin embargo, como San Pablo, ya no vivimos.


Soy porque no soy.

sábado

ENCONTRAR EL MOMENTO Y LUGAR PARA MEDITAR


 Encontrar el lugar y el momento para meditar es, para muchos, el primer gran desafío. Vivimos rodeados de ruido, ocupaciones y distracciones que parecen no darnos tregua. Aun así, la experiencia demuestra que siempre es posible abrir un espacio, por pequeño que sea, si realmente lo valoramos. La meditación no requiere de templos lejanos ni de condiciones extraordinarias; basta con un rincón sencillo y un tiempo elegido con fidelidad.

El lugar puede ser cualquier espacio que inspire calma. Una habitación tranquila, un rincón de la casa donde apenas haya interrupciones, incluso un banco en un parque a primera hora de la mañana. Lo importante no es la perfección del entorno, sino que se convierta en un punto de referencia, un lugar donde el cuerpo y la mente aprendan a recogerse. Con el tiempo, ese rincón adquiere una fuerza propia: cada vez que nos sentamos allí, el silencio parece llegar más rápido, como si el espacio mismo nos recordara que hemos venido a detenernos.

El momento, por su parte, también necesita ser elegido con cuidado. Hay quienes descubren que lo mejor es comenzar el día con unos minutos de quietud, antes de que las prisas marquen el ritmo. Otros prefieren la noche, cuando las luces se apagan y el corazón puede hacer balance en calma. John Main recomienda dos veces al día mañana y noche antes de desayunar y antes de cenar .

Para favorecer la constancia, conviene programar la práctica como quien anota una cita importante. La meditación se convierte en ese encuentro al que acudimos con fidelidad, incluso en los días en que cuesta más. Y poco a poco descubrimos que no es el tiempo el que se adapta a nosotros, sino que somos nosotros los que aprendemos a adaptar el corazón al tiempo que tenemos.

La tradición cristiana recuerda que no hace falta mucho para entrar en oración: basta con cerrar la puerta de la habitación y recogerse en lo secreto, allí donde el Padre ve lo escondido. Ese consejo conserva toda su vigencia: no importa tanto dónde ni cuánto, sino el gesto sincero de detenerse y abrir un espacio a la presencia. La meditación, vivida en este espíritu, convierte cada rincón en un lugar sagrado y cada momento en oportunidad de encuentro.

Al final, buscar el lugar y el momento para meditar no es un esfuerzo añadido, sino un regalo. Es decidir que, en medio de la vida acelerada, podemos ofrecernos una isla de silencio. Y en ese silencio descubrimos que Dios habita en lo ordinario, que la calma es posible y que la paz comienza siempre en lo pequeño.

Mireia Poch

Meditación + Fe

Wccm Barcelona

RETIRO 2026 PARA LATINOAMERICA


 

miércoles

JOHN MAIN - ESCRITOS Y ENSEÑANZAS


Piensa por un momento en tu propia experiencia de meditación. Sabes que comienzas, parece que progresas y luego fallas. Para la mayoría de nosotros, nuestra experiencia en la meditación se puede resumir en comenzar y detenerse, en llegar a algún lugar y descubrir que no estamos en ningún lugar, en la euforia y el desaliento. Lo que tienes que aprender de esta experiencia es que simplemente debes repetir tu mantra.


Es perfectamente natural que te preguntes: «¿Qué bien me está haciendo la meditación? ¿Qué progreso estoy logrando?» pero también es perfectamente inútil. De hecho, es peor que perfectamente inútil, es positivamente contraproducente. Creo que todos nosotros hemos intentado, todos hemos querido orar y todos hemos fallado. Pero en algún momento llegamos a la conclusión de que la sabiduría que recibimos de la tradición contemplativa de la oración es la sabiduría que convierte el fracaso en triunfo. El silencio y la pobreza que experimentamos en nuestra meditación se reafirman su valor.


Sabemos que no podemos analizar a Dios. Sabemos que no podemos, con mentes finitas, entender la infinitud de Dios. Pero también sabemos, o al menos pronto comenzamos a sospechar vagamente, que podemos experimentar el amor de Dios por nosotros. Este saber nos pone en un camino que de alguna manera nos parece auténtico y es este conocimiento el que nos mantiene en marcha. Es este conocimiento experiencial el que también nos enseña que las imágenes fabricadas por el ego deben dar paso. Ninguna de ellas puede tomarse en serio. Cada nueva estrategia del ego debe ser ridiculizada y descartada.


Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 78

miércoles

POR QUE ES IMPORTANTE MEDITAR EN UN GRUPO ?


 John Main decía que “la mejor manera de enseñar a orar a otros es orar con ellos”. Cuando compartimos la oración con los demás, despertamos a un conocimiento más profundo de nuestro ser y, así, aprendemos a trascender más allá de nosotros mismos.

Por ello, meditar de forma regular, diaria o semanalmente con la misma comunidad, supone un valioso recurso de apoyo para nuestro peregrinaje”.


Algunas personas se preguntan si es mejor meditar solo o en grupo. Esto es realmente las dos caras de la misma moneda: la meditación es una práctica solitaria, ya que, yo no puedo meditar por ti, ni tú puedes hacerlo por mí. Pero solemos preferir meditar con otras personas. La meditación en grupo nos lleva a profundizar en el significado de la meditación, al conectar nuestra experiencia personal con la comunidad y en la que ambas partes dan y reciben el mutuo aliento. En la teología cristiana de la meditación, la experiencia de “comunión”, compartiendo el Cuerpo de Cristo, es fundamental.


“Donde se reúnan dos o tres en mi nombre, allí estaré yo, en medio de ellos.” (Mateo, 18-20)

domingo

LA NECESIDAD DE UNA NUEVA FORMA

 Un extracto de Laurence Freeman OSB, “Queridos amigos”, The WCCM International Newsletter, invierno de 1996.


Hoy necesitamos una nueva forma de diálogo religioso, de tolerancia, de reverencia mutua y de aprender unos de otros que quienes nos precedieron jamás podrían haber imaginado. Sin embargo, la rectitud de este camino para nosotros queda demostrada por su compatibilidad con la personalidad y el ejemplo de Jesús. Él no rechazó a nadie, toleró a todos y vio el misterio de Dios en todas las personas y en la naturaleza. Comía con quienes debería haber despreciado; hablaba con quienes debería haber evitado. Era tan abierto a los demás como a Dios.

En Jesús, el tiempo y la eternidad se cruzan... y esta intersección ocurre en la pobreza humana de espíritu... La pobreza no es solo la ausencia de cosas por la conciencia de nuestra necesidad de los demás, de Dios. La necesidad humana es universal. Los más ricos y poderosos, como los más pobres y marginados, están todos igualmente necesitados. La necesidad es simplemente el fuerte sentimiento que surge en respuesta a nuestra interdependencia.

En la meditación, nos sumergimos en un nivel de realidad más profundo que el de nuestras mentes superficiales, dominadas por el ego, donde a menudo nos vemos atrapados en la red de la ilusión de nuestra independencia y aislamiento. No estamos separados unos de otros ni de Dios. La sabiduría es reconocer ese hecho, y la compasión es practicarlo.