En algún momento de nuestra vida, todos hemos experimentado la dificultad de soltar. Puede ser una relación que ya no aporta paz, una situación del pasado que nos pesa o incluso una idea sobre nosotros mismos que nos limita. Soltar no es olvidar, ignorar o resignarse, sino un acto consciente de liberación que nos permite vivir con mayor ligereza y plenitud.
¿Por qué nos cuesta tanto soltar? A menudo, lo desconocido nos asusta y aferramos a lo que conocemos, aunque nos cause sufrimiento. El apego emocional nos liga a recuerdos, personas y situaciones que nos han definido, haciendo difícil decir adiós. También tenemos la necesidad de control, que nos empuja a querer manejar todo lo que nos rodea, pero soltar implica aceptar que no siempre podemos hacerlo. Por último, existe el sentimiento de pérdida, la sensación de que, al soltar, renunciamos a una parte de nosotros mismos.
Sin embargo, cuando aprendemos a soltar, experimentamos una gran sensación de alivio y libertad. Liberarnos del peso innecesario nos permite vivir con mayor serenidad, reduciendo el estrés y las preocupaciones. Además, nuestro bienestar emocional mejora, puesto que nos desprendemos de cargas innecesarias y nos abrimos a nuevas experiencias. También crecemos personalmente, aprendiendo a adaptarnos a los cambios con una actitud flexible y resiliente. Y lo más importante: dejamos espacio para nuevas oportunidades, ya que cuando soltamos el pasado, nos abrimos a todo lo que la vida todavía nos puede ofrecer.
Pero, ¿cómo podemos aprender a soltar? El primer paso es aceptar la realidad tal y como es, reconociendo que hay cosas que escapan a nuestro control. Es necesario identificar lo que nos retiene y comprender las emociones o creencias que nos impiden avanzar. Practicar el desapego nos ayuda a recordar que nada es permanente y que la vida es un ciclo constante de cambios. Confiar en la vida, creer que cada final trae una nueva oportunidad, nos permite soltar con más serenidad. Y por último, la meditación y la oración pueden ser grandes aliadas en este proceso, ayudándonos a conectar con el presente ya encontrar paz en el camino.
Soltar no es un acto de debilidad, sino de valentía. Es un camino hacia una vida más ligera y llena, donde aprendemos a fluir con lo que la vida nos ofrece en cada momento. Quizá sea hora de preguntarse: ¿qué es lo que todavía me pesa y que necesito soltar hoy?
Mireia Poch
Meditación + Fe













