lunes

 “Aniversario de John Main, 30 de diciembre de 1996” extracto de la Newsletter WCCM de Laurence Freeman (Newsletter WCCM, 1996).


Quizá uno de los dilemas más desconcertantes para el cristianismo tradicional de hoy sea el reto de comunicar el Evangelio de una forma “no competitiva” en el contexto de las relaciones con otras religiones. Para el cristiano exclusivista, esto carece de sentido.

Y, sin embargo, es lo que está ocurriendo actualmente. Quizás el Espíritu Santo está queriendo enseñarnos algo. Quizás el cristianismo está aprendiendo que si verdaderamente es universal debe encontrarse y reconocerse en todas las formas de la experiencia espiritual humana y en cualquier aspecto espiritual.

Actualmente, estamos llegando a una nueva era de diálogo religioso, de tolerancia, de respeto mutuo y de predisposición al entendimiento, que nuestros antecesores jamás hubieran imaginado. La rectitud y la tolerancia para el cristiano tienen el testimonio de la personalidad y el ejemplo de Jesús. Él no rechazó a nadie, fue tolerante con todos y veía el misterio de Dios en todas las personas y en la naturaleza. Se sentó en la misma mesa que aquellos que merecían desprecio; habló con aquellos que debería haber evitado. Jesús estuvo abierto a todos igual que se abrió a Dios.

En Jesús, el tiempo y la eternidad se cruzan, la Palabra se convierte en palabras humanas. La pobreza de espíritu es el punto donde el misterio infinito se encuentra con la existencia concreta del hombre. La pobreza no es sólo la ausencia de lo material, sino el conocimiento de la necesidad que tenemos de los demás y de Dios. La necesidad del hombre es universal. Tanto los ricos y los poderosos como los pobres y los marginados están igualmente necesitados.

Esta necesidad es simplemente el profundo e intenso sentimiento que surge como respuesta a la interdependencia que tenemos los unos de los otros. No estamos separados de los demás ni de Dios. La sabiduría es el reconocimiento de esta interrelación. Y la compasión es la práctica de nuestra conexión. En la meditación, nos sumergimos en un nivel de realidad más profundo que el de nuestras mentes superficiales, impulsadas por el ego, y que a menudo están atrapadas en la red de ilusión y engaño de nuestra independencia y aislamiento.

Con el trabajo diario de la meditación vamos desenredándonos y saliendo de esta trampa del ego y también vamos creando un nuevo patrón de la práctica de la oración con la presencia de Dios en nuestra vida ordinaria.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España

sábado

LA MEDITACION ES PARA TODOS ???

 A menudo se pregunta si la meditación es para todos. Necesitamos ser guiados por el abad Chapman, quien dijo: «Reza como puedas, no como no puedas». Hay diferentes maneras igualmente válidas de acceder a la Divinidad. El trabajo con el «Eneagrama» ha enfatizado que las diferentes personalidades necesitan ambientes específicos para rezar y relacionarse mejor con formas particulares de oración. La meditación es sólo una forma de entrar en contacto con lo Divino. No es la única manera. 

En la tradición cristiana se considera un aspecto complementario que profundiza y completa toda la disciplina espiritual de la oración. Laurence Freeman dice: «La meditación es la dimensión que falta en gran parte de la vida cristiana de hoy en día. No excluye otros tipos de oración y de hecho profundiza la reverencia por los sacramentos y las Escrituras».



Hay ocasiones en las que la meditación sólo es posible cuando el practicante está acompañado por un director/meditador espiritual experimentado o incluso un psicoterapeuta. Creo que esto es aconsejable en personas que sufren de depresión clínica severa o neurosis grave. Su conciencia ya está inundada de emociones y la aparición de nuevas emociones puede inclinar la balanza, a menos que se les ayude a entender el proceso de tratar con estas emociones. Aquellos que sufren una pérdida de sí mismos o una severa fragmentación de su sentido del yo, como en los trastornos de personalidad múltiple, harían bien en buscar ayuda psiquiátrica como acompañamiento a la meditación.

La meditación es una disciplina espiritual que, si se practica con seriedad, puede conducir a una transformación de la conciencia y a una transformación de toda la persona, un camino espiritual hacia una comprensión más profunda de sí mismo, de los demás y de la Realidad Divina transpersonal. Sólo cuando se practica como una disciplina espiritual nos cambiará fundamentalmente, de personas que viven en la superficie a seres humanos plenamente vivos que no son presa de distracciones y emociones superficiales. Eso es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: «He venido para que tengan vida, vida en toda su plenitud».

Si no se sigue esta disciplina de manera seria y fiel, el efecto es sólo fisiológico, como muestra el siguiente ejemplo: hay dos tradiciones de meditación Zen, una la secta Rinzai que mira hacia el centro de la habitación y la otra la secta Soto que mira hacia la pared. Hay una historia: un meditador Zen que estaba visitando Japón entró en la sala de meditación de un templo. Se sentó, mirando al centro, se acomodó cómodamente, se quitó las gafas, para darse cuenta después de un rato de que estaba mirando hacia el lado equivocado y se giró rápidamente hacia la pared.

Se sentó en profunda meditación durante el período prescrito y cuando sonó el gong, se sintió complacido consigo mismo, se puso de pie, ¡y al hacerlo pisó sus gafas y maldijo en voz alta!

No puedo enfatizar lo suficiente la importancia de que el desarrollo espiritual, moral y emocional ocurra codo a codo. La conciencia obtenida en la meditación debe llevar a una voluntad real de cambio. De lo contrario, se produce un peligroso desequilibrio. ¿Cuántas veces oímos hablar de maestros espiritualmente – diría que psíquicamente – avanzados que tienen pies de barro?

La verdadera meditación no está orientada a los logros, ni siquiera a los beneficios para la salud. El esfuerzo por lograr y el esfuerzo voluntario de cualquier tipo nos une a nuestra mente superficial, al reino del «ego». La transformación sólo se producirá cuando «dejemos ir» nuestro yo superficial habitual, la persona que creemos ser; cuando dejemos de aferrarnos a los logros y a nuestras formas habituales de operar. Sólo entonces podemos tocar nuestro yo más profundo y la Realidad más profunda.

Kim Nataraja

JOHN MAIN, ESCRITOS Y ENSEÑANZAS

Hemos de tener claro que el Reino de los Cielos no es un lugar sino una experiencia. Nos es difícil llegar a entender así el Reino de los Cielos por las proyecciones que desencadena nuestra imaginación cuando estamos orando. Pero es vital. La educación que recibimos de niños sobre el cielo como “un lugar al que vamos después de morir” y sobre la oración como una forma de “decirle a Dios lo que queremos” ha tenido una influencia enorme y duradera en todos nosotros. Así pues, tenemos que despertar a las limitaciones de esta educación diseñada precisamente para niños. Muy a menudo, nuestra madurez espiritual se queda por detrás del nivel de desarrollo y crecimiento en otras áreas.

La experiencia de la oración es la experiencia de las consecuencias liberadoras de la trascendencia. Es la misma trascendencia hecha realidad. En la oración, damos rienda suelta en nuestros corazones al amor de Cristo. Trascendemos todas las ilusiones e imágenes que distorsionan o limitan su amor. Encontramos y sentimos nuestra propia libertad, nuestra liberación del deseo, del pecado, y de las ilusiones. Solamente en esta libertad encontramos nuestra semejanza divina y el amor de Cristo. Esta libertad es el requisito para ser auténticos y vivir en armonía con el centro del ser, nuestra fuente y nuestro origen. Llegamos a la base del ser a través de la trascendencia al otro. Siguiendo este movimiento y guiados por el Espíritu, entramos en la experiencia de ser plenamente auténticos dentro de la misma realidad abierta y fluida de Dios.

 


Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 179.

Traducido por WCCM España

jueves

GRUPOS DE MEDITACION (PRESENCIAL)

 


LA CONTEMPLACION DE LA NATURALEZA Y LA ORACION SILENCIOSA



La idea de Evagrio de acercarse a Dios a través de las Escrituras, la naturaleza y la oración pura, fue un concepto fundamental para los Padres y Madres del Desierto:

Uno de los sabios de aquella época preguntó al santo Antonio: "Padre, ¿cómo puedes ser feliz cuando te privan del consuelo que aporta la lectura de los libros?". Antonio le respondió: "Mi amigo filósofo, mi libro es la naturaleza y todas sus criaturas; y este libro siempre está delante de mí cuando quiero leer la palabra de Dios".

Encontramos este mismo pensamiento expresado en el cristianismo celta: "A través de las letras de las Escrituras y de todas las especies de la creación se revela la luz eterna" (Juan Escoto Erígena, Siglo IX). Es una experiencia humana que no tiene relación con el tiempo ni el espacio. La contemplación de la naturaleza nos ayuda a dejar atrás nuestros pensamientos e imágenes que son los que oscurecen la Presencia Divina. Estoy segura de que muchos de vosotros, que leéis estas lecturas, habéis tenido en algún momento una experiencia similar en la que los límites desaparecen, se experimenta un sentido de interconexión, de admiración, se tiene la sensación de “algo más” cuando contemplamos la naturaleza, como por ejemplo, la belleza de una puesta de sol.

Esta misma experiencia también se alcanza por medio de la oración silenciosa, a la que puede llegarse desde muchas formas de oración. Pero para mí es especialmente la meditación la que permite que esto suceda. La clave en todo ello es dejar atrás pensamientos e imágenes, incluso acerca de Dios: "Cuando estés orando, no pienses en la Divinidad como una imagen formada dentro de ti. Evita también que tu espíritu se vea impresionado por el efecto de alguna forma particular, sino que, libre de toda materia, acércate al Ser incorpóreo y lograrás comprender esta gradual eliminación de todas las imágenes y formas del yo y de Dios, que te permitirá el contacto directo con la Realidad Divina”.

Las dos etapas del viaje espiritual a las que hacía referencia Evagrio, la "praxis" y la "theoria", la oración, la purificación de las pulsiones del ego y la contemplación van de la mano. No estamos hablando de un proceso lineal; no es una cuestión de convertirnos en un ser completo antes de alcanzar la contemplación. Es un proceso de diferentes niveles de conciencia que a veces pueden superponerse y otras veces se hacen más profundos. De hecho, como hemos visto en lecturas anteriores, un repentino y profundo nivel de conciencia, una 'metanoia', un cambio de rumbo, una nueva forma de ver la realidad, es a menudo el comienzo del viaje. Sin embargo, no debemos suponer que sólo con nuestro esfuerzo llegaremos a la Presencia, pues la gracia tiene un papel igualmente relevante, como subraya Evagrio:

"El Espíritu Santo se compadece de nuestra debilidad y, aunque somos impuros, a menudo viene a visitarnos. Si descubre que nuestro espíritu le reza por amor a la verdad, entonces desciende sobre él y disipa todo el ejército de pensamientos e ideas que le acosan. Y él también lo anima al trabajo de la oración espiritual".

No tenemos que ser perfectos al comienzo de nuestra peregrinación hacia nuestro verdadero Ser y hacia el Cristo que habita en nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es perseverar fielmente en nuestro viaje de oración y estar abiertos a que se produzca el cambio. Deja ir el miedo para que el amor pueda ocupar su lugar.

Kim Nataraja

Traducido por WCCM España

lunes

DESPERTANDO A LA BELLEZA INFINITA

Después de la primera meditación de esta mañana, como de costumbre, tenía veinte minutos antes de la segunda meditación. Normalmente leo, pero como la mañana era tan fresca y hermosa, di un paseo y me encontré leyendo el libro de la naturaleza. No fue difícil. No había necesidad de medir las emisiones de nitrógeno o hacer teología. El canto de los pájaros, la pureza del aire y la intensidad del silencio fueron suficientes. Un sonido que había escuchado antes pero que no pude identificar se volvió claro como el cristal cuando un pájaro se abalanzó con una singular nota áspera. Las ranas han comenzado su concierto cacofónico. Debido a las lluvias, el lago está maravillosamente lleno y los peces son grandes. Jean Christophe ha cortado la hierba y su perfume promete días tibios por venir.





Con el coronavirus, ¿la naturaleza nos quiere castigar por cómo la tratamos? Podemos decir eso. Eso es lo que está pasando según el karma. Pero lo que más sucede es que podemos despertar a la infinita belleza de la naturaleza y el reino animal. ¿Quién no se enamora de la belleza? ¿Y quién puede dañar lo que ama amándolo?


Así que caminé en el aire fresco de la mañana, entre olores y sonidos, pero al mismo tiempo pensando en los peligros que nos rodean y en la soledad y el miedo que sufren tantas personas. Pensé en mis pecados. Pero aún más sentí la gracia asombrosa que nos devuelve la vista cuando nos hemos quedado ciegos.

La belleza salvará al mundo.

 Wccm Italia 

Extracto de Laurence Freeman OSB, “Reflexión Cuaresmal” del Centro Bonnevaux para la Paz, 24 de marzo de 2020

jueves

GRUPO DE MEDITACION EN LINEA

 




LA VOCACION HUMANA

 


Evagrio Póntico, quien inicialmente formó parte de la Iglesia ortodoxa establecida en el siglo IV, contribuyó de forma intensa en todos los debates y asambleas en los que fue definiéndose la Iglesia primitiva, los cuales versaban fundamentalmente sobre quién era realmente Jesús y qué significado tenían su vida y su enseñanza. Evagrio poseía unas extraordinarias dotes como orador, escritor y pensador.

Por motivos personales, decidió retirarse de la vida mundana convirtiéndose en “Padre del desierto” y llegó a ser un verdadero “Abba” para los demás monjes, que le admiraban y respetaban profundamente. Siempre estuvo muy solicitado como guía espiritual por parte de los hombres y mujeres cristianos que como él se habían retirado al desierto egipcio para llevar una vida verdaderamente cristiana, continuando el ejemplo de Jesús.

Evagrio llevó una vida extremadamente ascética totalmente dedicada a la oración, siguiendo exactamente el mensaje que describe este pasaje del Evangelio: "Ve, vende tus posesiones y dáselas a los pobres, y toma tu cruz para que puedas orar sin distracción". Orar y seguir a Jesús era una misma cosa y para Evagrio significaba igualmente eso. Él puso mucho énfasis en la oración privada: “La vanagloria nos recomienda orar en los mercados, pero todo aquel que se resiste a ello, reza en su habitación privada”.

Por su experiencia, tanto en la vida mundana como en su retiro en el desierto, apreciaba la importancia de la teología y la de la fe o la experiencia espiritual real. Él no separaba ambos aspectos. Decía: “Si eres un teólogo, realmente oras. Y si realmente oras, eres un teólogo”. La teología y la oración contemplativa fueron de la mano en los primeros siglos del cristianismo.

Evagrio estaba absolutamente convencido de que la vocación del hombre es descubrir la "imagen" divina en su interior y alcanzar esa "semejanza" divina. Él imaginaba este viaje espiritual en dos etapas: 'praxis' y 'theoria'. 'Praxis' significa el camino espiritual, practicando la oración que nos ayuda a llegar al autoconocimiento, a comprender nuestros deseos impulsados por el ego que nos bloquean el acceso a nuestro verdadero Ser. Cuanto más sepamos quienes somos realmente, más podremos soltar nuestros defectos y actuar desde nuestras virtudes.

'Theoria' es la contemplación de Dios. A su vez, la “Theoria” consiste en dos etapas. La naturaleza, la creación de Dios, es el primer nivel de contemplación, es la manifestación de lo que no vemos. La creación, incluidos nosotros, se considera esencialmente buena; por lo tanto, nos permite llegar desde la realidad superficial ordinaria a la Realidad Divina: "A través de la creación del resto de criaturas Dios ha hecho posible que los que se encuentran alejados de Él, vuelvan a acercarse a conocerle a Él y a su Amor. Por tanto, no solo las Escrituras sino también la naturaleza misma nos lleva a un sentido de "conocimiento", un sentido de interconexión, de admiración”.

El segundo nivel de contemplación que describía Evagrio es la contemplación de lo que no podemos apreciar a través de los sentidos sino “por medio de una simple mirada del espíritu". Esta es la oración "pura", y sólo puede darse si vamos más allá de la capa superficial, si vamos eliminando gradualmente todos los pensamientos, imágenes y formas. Es el paso de la multiplicidad a la simplicidad. Y esto es la meditación.

Kim Nataraja

Traducido por WCCM España

martes

LA FUENTE DE LA VIDA

 Extracto del libro de John Main “Momento de Cristo” (New York: Continuum, 1998), pág. 76-78

Todas las grandes tradiciones espirituales han sabido que, en la profunda quietud, el espíritu humano comienza a conocer su propia Fuente. En la tradición hindú, por ejemplo, los Upanishads hablan de Aquél que creó el universo como alguien que mora en nuestro corazón.


El espíritu mismo es descrito como El que ama a todos en el silencio. En nuestra propia tradición cristiana, Jesús nos dice que el Espíritu mora en nuestro corazón y que es el Espíritu del Amor. Este contacto interno con la Fuente de la Vida es crucial para nosotros. Porque sin él apenas podríamos comenzar a sospechar del potencial que nuestra vida tiene para nosotros. El potencial que tiene es que debemos crecer, que debemos madurar y llegar a la plenitud de la vida, a la plenitud del amor y a la plenitud de la sabiduría. El conocimiento de ese potencial es de suprema importancia para cada uno de nosotros. En otras palabras: lo que cada uno de nosotros tiene que hacer y a lo que cada uno de nosotros está invitado es a comenzar a entender el misterio de su propio ser así como el misterio de la vida misma.

En la visión proclamada por Jesús, cada uno de nosotros está invitado a comprender lo sagrado de nuestro ser y de nuestra vida. Es por eso que la segunda prioridad es de gran importancia: debemos permitirle a nuestro espíritu el espacio suficiente para su expansión. En la tradición de la meditación, este espacio para la expansión del espíritu se encuentra en el silencio. Y la meditación es, a la vez, una forma de silencio y un compromiso con el silencio que crece en cada aspecto de nuestras vidas. Se convierte en un silencio que sólo podemos describir como el silencio infinito de Dios, el silencio eterno.

Y es en este silencio donde comenzamos a encontrar la humildad, la compasión, la comprensión que necesitamos para la expansión de nuestro espíritu. Muchos pensadores de hoy en día están empezando a ver que el crecimiento espiritual, la conciencia espiritual, es la más alta prioridad para nuestro tiempo. Pero la cuestión es: ¿cómo entramos en este camino?

Ahí es donde la tradición de la meditación es de suma importancia para nosotros como una tradición de compromiso espiritual. A lo largo de los tiempos, sigue siendo una tradición disponible para cada uno de nosotros. Lo único que hace falta es que nos iniciemos en la práctica. Tenemos que dedicarle el tiempo necesario, estar dispuestos a realizar este trabajo de contactar con la Fuente de la Vida y a preparar el espacio suficiente en nuestras vidas para la expansión del espíritu. La profundización de la fe y la práctica real de la meditación son muy simples: toma tu palabra y repítela incesantemente durante el tiempo de oración. Ello te llevará a contactar con la esencia de tu ser y descubrirás que el mantra está enraizado en el centro de tu corazón, el centro de tu ser y que tu ser está enraizado en Dios, el centro de todo ser.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España

domingo

Paraliturgia desde Bonnevaux 05.03.2023

GRUPO PRESENCIAL, ZONA NORTE GBA

 


CUALES SON NUESTROS DEMONIOS ???

 Según Evagrius, la forma de identificar nuestros ' demonios' personales es doble: mediante la oración/meditación y mediante el esfuerzo para llegar al autoconocimiento y la conciencia. Aquí se juega un papel importante al ' observar los pensamientos': “Si hay algún monje [ser humano] que desea tomar la medida de algunos de los demonios más feroces..., entonces que vigile atentamente sus pensamientos. ..Que note bien la complejidad de sus pensamientos,…..los demonios que los provocan. Entonces que pida a Cristo la explicación de los datos que ha observado”.                                                                                                             


Los pensamientos en general, por supuesto, no son malos en sí mismos. 
Sólo cuando un pensamiento o deseo resuena fuertemente con un patrón de pensamiento negativo, la energía emocional normal se vuelve 
'demoníaca' y entonces nos vemos impulsados a una acción malsana. Necesitamos prestar a estos pensamientos significativos y sus asociaciones la atención que merecen. Son los únicos indicadores que tenemos de lo que realmente nos motiva para bien o para mal. Pero su última frase es la importante. No podemos alcanzar la comprensión y encontrar la curación por nuestra cuenta. Ninguna explicación racional es suficiente. Es solo la guía del Cristo resucitado en nuestro interior lo que nos ayuda a llegar a la conciencia y la percepción. 

En este contexto hay dos formas de oración: la oración profunda y silenciosa y la oración discursiva . Cristo resucitado nos da la percepción inicial necesaria en el silencio de la oración pura . Luego nos guía a medida que profundizamos en esta percepción en otros momentos de la oración discursiva . Este es el proceso que Evagrius describe como 'observar los pensamientos', un proceso muy similar a lo que hoy en día se llama 'mindfulness'.Comenzamos con los pensamientos recurrentes que pasan por nuestra mente, tomando conciencia de las conexiones y asociaciones entre ellos. Entonces necesitamos dar un paso atrás al sentimiento que subyace al pensamiento. Los sentimientos son pensamientos que sentimos en nuestro cuerpo antes de que les demos forma en palabras. El problema es que estamos condicionados a ignorar nuestros sentimientos debido a su naturaleza aparentemente irracional. Son, sin embargo, el primer indicio que tenemos, que hay algo que se mueve en nuestra profundidad inconsciente. Por lo tanto, debemos tomar conciencia y reconocer nuestros sentimientos en lugar de reprimirlos. A menudo, según Evagrius, una sensación de algún tipo: un sonido, la forma en que cae la luz y, especialmente, un sabor u olor evoca la sensación. Vinculada con este sentimiento hay una fuerte emoción que proviene de recuerdos condicionados. Nuestros 'demonios'Despierta: ¿Me siento no amado? ¿Inseguro? ¿Devaluado? ¿Impotente? Reconocer estos 'demonios', reconociendo su fuerte influencia sobre nuestra motivación y comportamiento, alterará nuestras acciones reflejas automáticas y eliminará los bloqueos en nuestro camino espiritual. Pero Evagrius subraya que esto sólo es posible con la ayuda de Cristo y la contemplación.

Este es el paso que todos debemos dar: de la meditación como relajación que conduce a una sensación de paz, a la meditación como camino hacia el conocimiento de sí mismo y, por tanto, del conocimiento de Dios: “ Por meditación entiendo no sólo el trabajo de la oración pura, sino todo el campo de vida del autoconocimiento que impulsa”. (Laurence Freeman 'Jesús, el maestro interior)

Kim Nataraja, 17 febrero 2023

 


jueves

JOHN MAIN OSB, ESCRITOS Y ENSEÑANZAS


 Tal y como Jesús nos dijo “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Sin lugar a duda, este peregrinaje es arduo y exigente. Hace falta disciplina para desviar la atención de uno mismo, abandonar nuestros pensamientos, y mirar al frente de todo corazón. La persona que medita es como el ojo que puede ver, pero no puede verse.

 

Este es un viaje que exige fe, es decir, compromiso. Exige un compromiso a lo que hay más allá de nosotros, a aquello que es más grande que nosotros mismos. Así pues, el viaje exige humildad para dejar de pensar en nosotros mismos. Y esto quiere decir que según vamos recorriendo camino, tenemos que seguir soltando cualquier noción de progreso.

 

En cuanto empezamos a meditar nos preocupamos por nuestro progreso y por el nivel de perfeccionamiento de nuestra técnica, pero tenemos que aprender a soltar. Éste es el reto que nos lleva a repetir continuamente nuestro mantra, desde el principio de nuestra meditación hasta el final. Tenemos que entender claramente que no hay otra forma de soltar.  

 

 

Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 199.

Traducido por WCCM España

martes

EXTRACTO DE "QUERIDOS AMIGOS"

 Laurence Freeman OSB, del Boletín Internacional de la WCCM (Diciembre 2007).



En esta época de estrés y ansiedad en la que vivimos la presión del tiempo nos afecta enormemente. Si no le damos un verdadero significado, la insoportable carga del tiempo y, paradójicamente, la rapidez con la que desaparece, se convierten en una crucifixión sin resurrección.

Quizá ésta sea la causa del aumento de enfermedades mentales en nuestra sociedad moderna. La meditación transforma nuestra construcción mental del pasado y del futuro al profundizar en la experiencia del momento presente, el significado esencial de la contemplación: el simple disfrute de la verdad.

La muerte nos conduce a una mayor experiencia de la realidad. Cada valioso momento es entonces saboreado y compartido con sorpresa y alegría. Los amantes que se enfrentan a la muerte disfrutan cada momento que les queda sin contar los segundos. El momento presente no se puede medir. Esto también es liberarse de los límites. ¿Cómo podemos describir el momento presente si no es con referencia al tiempo? No podemos. Igualmente no es posible hablar de la Palabra sin utilizar palabras. Sin embargo, el momento presente no está separado de lo que imaginamos como pasado y futuro. Contiene el tiempo. Podríamos decir que el momento presente se experimenta justo cuando dejamos de contar o ver cómo transcurren los segundos. Despertamos cuando realmente somos conscientes de que el presente es literalmente cada momento, de manera sucesiva, de forma que no se rompa esta sucesión, que no nos perdamos ni nos distraigamos en ningún momento. Se trata de estar completamente despierto a todo. Aquí y ahora.

Y ésta es la última paradoja: ¿cómo pueden coexistir el tiempo y la eternidad? Sin embargo, la meditación nos muestra que podemos vivir en el eterno ahora mientras escribimos informes sobre las reuniones de ayer o planificamos reuniones para mañana.

Esta transformación puede suceder mientras dormimos. Así, puede entenderse por qué la tradición védica considera de forma dramática que este mundo es una mera ilusión, sólo un mundo de sueños del cual despertaremos, como si estuviéramos viendo una película en la pantalla y, al finalizar, se encienden las luces y se apaga el proyector. El Padre John Main y la tradición cristiana no están de acuerdo con esta forma de expresarlo porque le resta valor al misterio de la Encarnación y a la experiencia del amor humano durante cada uno de los días del peregrinaje por la vida.

Sin embargo, efectivamente, a la luz del momento presente gran parte de nuestros pensamientos se revelan ilusorios y logramos liberarnos de ansiedades, miedos y frustraciones. John Main no minusvalora la purificación de la mente que tiene que producirse primeramente.

También esto debemos entenderlo y te engañaría seriamente si no te lo dijera de forma clara: la purificación que lleva a esa pureza de corazón que nos conduce a la Presencia dentro de nosotros es un fuego que consume. Y con la meditación entramos en ese fuego. Es un fuego que abrasa todo aquello que no es real, todo lo que no es verdadero, todo lo que no es amor. Pero no tenemos que temer al fuego. Al contrario, debemos tener absoluta confianza en este fuego porque es el fuego del amor. Es más -y este es el gran misterio de nuestra fe- el fuego mismo es el Amor.

Pronuncia tu mantra. Si lo decimos, realmente no podremos estar en ningún otro lugar que en el aquí y ahora.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España 

lunes

LEYENDO LOS EVANGELIOS

 



Orígenes de Alejandría (año 185), considerado uno de los Padres de la Iglesia oriental, fue nombrado Jefe de la Escuela Catequética de Alejandría a la edad de 17 años. Recibió una exquisita educación en sabiduría griega, judía y cristiana y se caracterizó por su gran erudición y su talento como maestro. En su obra más importante, “Sobre los principios”, describe de forma metódica como realizar una lectura pausada, profunda y atenta de las Escrituras.

Enfatiza en que hay cuatro niveles de lectura de las Escrituras. El primer nivel sería el de quedarnos en el significado literal del texto, es decir, concentrándonos en el contexto superficial. Aunque considera este nivel de lectura valioso en sí mismo, Orígenes insiste en que debemos ir más allá de la superficialidad y adentrarnos en una comprensión moral de lo leído. Y en un nivel más avanzado, nos anima a descubrir el significado metafórico del texto. Esta lectura nos llevaría a un nivel aún más profundo en el que nos enfrentaríamos directamente con la esencia, el espíritu del texto. Esta forma de relacionarse con las Escrituras llegó a denominarse –desde Orígenes- como la disciplina de la “Lectio Divina”.  

Según Orígenes, el verdadero sentido de este nivel profundo de lectura del Evangelio puede llevarnos a ideas súbitas: de hecho, puede conducirnos al encuentro con Cristo resucitado, con la Palabra, a una experiencia verdaderamente mística. Indudablemente, este “encuentro” o experiencia mística tiene un profundo efecto en la persona pues transforma su visión de la realidad. A través de esta experiencia sabremos quién es realmente Jesús y cuál es el sentido que tiene para nosotros y para toda la humanidad. Lo que leemos no sólo nos ayuda a comprender la naturaleza esencial de Jesús, sino que aquello que nos resuena interiormente también nos hace conscientes de nuestra propia naturaleza esencial. Por ello, la verdadera comprensión de las Escrituras conduce a la comunión con nuestro verdadero ser y con el Cristo que habita en nuestro interior.

En la tradición benedictina hubo un claro compromiso con este tipo de lectura del Evangelio. Primeramente se realizaba la “Lectio”. En tiempos de San Benito, la lectio consistía en escuchar un texto leído durante los servicios: pues no todos los monjes o monjas sabían leer. Después se realizaba la “Meditatio” en silencio. Por eso se consideraba que cada persona saboreaba el texto en su propio tiempo. En el transcurso de la meditatio, la persona podía sentir una resonancia especial con alguna frase o palabra concreta que daría como resultado una oración espontánea u “Oratio”. Y esta experiencia, a su vez, podría conducir a una profunda contemplación silenciosa de oración.

Esta disciplina es tan válida actualmente para nosotros como lo ha sido en épocas anteriores. A menudo, la práctica de la meditación nos permite leer las Escrituras de una manera profunda y ello, a su vez, nos conduce a un mayor autoconocimiento, al conocimiento de Cristo y como consecuencia, a una oración más profunda que transforma nuestras vidas. Laurence Freeman escribe en su libro “Jesús, el Maestro Interior”: ”Por meditación me refiero no sólo al trabajo de la oración pura, sino al autoconocimiento de todos los aspectos de la vida al que nos conduce”.

Sólo cuando sabemos quiénes somos realmente, hijos de Dios, podemos experimentar en el profundo silencio interior quién es Cristo, quién es Dios.

Kim Nataraja

Traducido por WCCM España