jueves

CREADOS PARA SER LUZ

 Hemos sido creados para transformarnos en luz, para ser luz. En la tradición que conocemos, Dios es luz pura, “en quien no hay oscuridad”, porque Él es en sí mismo. Estamos llamados a ser ´uno´ con Él, sin ser objetivizados y objetivizantes. 


El camino de la meditación es un camino de iluminación, un camino para entrar plenamente y definitivamente a la luz pura de Dios. En la meditación, la oración pura, como lo llama la tradición, ni Dios ni nosotros somos objetos.

El camino es de simplicidad en sí. La esencia de la enseñanza consiste en repetir el mantra continuamente, y, como lo descubrirás si comienzas, tendremos que tomar responsabilidad de cuidar la pureza de esta doctrina de una manera absolutamente clara para que no la enlodemos a través de la flojera o de la irresponsabilidad.  No tenemos que complicarlo. Elige tu palabra y repítela de principio al fin de tu meditación. Todo el resto es regalo puro que te será dado. Nos vamos transformando en “entregables”, porque la meditación es el camino al desapego.

No debemos quedarnos atrapados en el mundo de los objetos, ya sean de orden material o mental. Recuerden y guarden esto claramente en sus mentes y corazones, que nuestro llamado es a la intersubjetividad pura. Estamos llamados a ser uno con Aquél que es, Aquél que es toda luz.

John Main, OSB
Del libro: The Heart of Creation 

miércoles

DICIENDO EL MANTRA

 


Quiero insistir en señalarles la importancia de continuar diciendo el mantra, porque cuando empezamos a meditar podemos entrar rápidamente en terrenos de paz y en un ámbito de agradable bienestar, casi como euforia, en que decir el mantra puede parecer una distracción. No queremos perder este agradable nivel así que tratamos de permanecer aquí, poner nuestra tienda y acampar y dejar de caminar hacia arriba en la montaña. Dejamos de decir el mantra. A mucha gente le sucede y entran entonces en periodos largos, innecesariamente largos y de poca creatividad en los que no tienen ningún progreso precisamente por esta razón, cambian el potencial de una consciencia que se expande y de un mayor conocimiento del Espíritu por algo como una piedad flotante, una anestesia religiosa. El gran maestro de oración del siglo IV, nuestro maestro, Juan Casiano, ya había notado este peligro cuando se refiere a la que llamo pax perniciosa. Esta frase tan gráfica señala algo que debemos de tener presente si pensamos que podemos decir ‘hasta aquí y nada más; con eso tengo.’ Perniciosa significa precisamente eso, algo destructivo, fatal. Personalmente estoy convencido de que mucha gente no progresa de la manera que debiera en la oración, no llegan a ser lo libres a que están llamados en la oración, simplemente por que optan por esta letargia destructiva, y se dan por vencidos muy rápido en su peregrinaje en la montaña, en este constante decir el mantra. Cuando comenzamos a meditar, debemos repetir el mantra durante los 20 o 30 minutos de nuestra meditacion, independientemente del humor en que estemos o de la reacción que experimentemos. Conforme progresamos en esta fidelidad de decir el mantra, tenemos que resonarlo durante todo el tiempo de nuestra meditacion, independientemente de las distracciones o sentimientos que se puedan presentar. Entonces, conforme el mantra se va enraizando en nuestro corazón, debemos escucharlo sin cesar con toda nuestra atención. Estoy repitiendo esto para hacerles ver lo que es esencialmente el único consejo que vale la pena dar sobre meditacion, que es este simplemente, y lo repito una vez mas: Di tu mantra. Esta no es una doctrina fácil de aceptar y tampoco es fácil de seguir. Todos tenemos la esperanza, cuando nos iniciamos en la meditación, de tener algún tipo de experiencia mística, y tendemos a sobreestimar las primeras experiencias inusuales que se presentan a lo largo del camino de la meditación. Sin embargo esto no es importante. Lo importante es perseverar con el mantra, estabilizarnos con esta disciplina que nos permite seguir subiendo por la montaña. No se preocupen demasiado por sus motivos, no somos nosotros sino el Señor quien toma la iniciativa. Juan Casiano se refirió a esto de la siguiente manera: El mismo ha permitido que surja la pequeña chispa de buena voluntad del duro pedernal de nuestros corazones. Así que vamos a iniciar nuestra meditacion en la simplicidad de nuestros corazones siendo fieles a la humilde tarea de decir el mantra sin cesar.  

John Main OSB

Wccm Mexico

lunes

LA PRACTICA ASCETICA

 La meditación es el entrenamiento de nuestra mente y nuestro corazón, dos fuentes de sabiduría en la conciencia humana. Es el entrenamiento de la mente y el corazón en esta capacidad de atención. La contemplación es la fuente de sabiduría en la que me gustaría concentrarme y la meditación es una práctica ascética. Ahora bien, ¿qué es una práctica ascética? No comer carne los viernes, renunciar a cosas, negarnos a los placeres sencillos... No creo que eso sea realmente el ascetismo. Es una visión bastante negativa del ascetismo. Me gusta la historia del rabino que dijo: "En el día del juicio, cuando nos sentemos ante el trono de Dios, seremos juzgados y rendiremos cuentas por cada placer legítimo que no hayamos aceptado". La bendición original, más que el pecado original.

 






Fuentes de sabiduría, por Laurence Freeman OSB



EL CAMBIO

 

San Benito entendía la conversión como un proceso continuo. Necesitamos dirigir constantemente nuestra atención hacia la Realidad Superior en la oración/meditación y en nuestras relaciones diarias con los demás.

Pero dirigirse a algo siempre implica alejarse de otra cosa. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de las realidades externas de nuestra vida a la realidad interna de nuestro verdadero yo, la consciencia de Cristo en nuestro interior. 


Este movimiento implica inevitablemente un cambio, en parte consciente y, también, inconsciente. En el nivel consciente se nos plantea la elección de emplear nuestro tiempo en meditar en lugar de leer o ver la televisión; una elección consciente será el reunirnos con personas afines en un grupo de meditación o asistir a un retiro; una elección consciente será, por ejemplo, cambiar los contenidos de nuestras lecturas y de las formas de ocio. Sin embargo, en el nivel interno, el cambio real, incluso la transformación que trae este nuevo enfoque, es inconsciente y ocurre de forma muy gradual. De hecho, está totalmente fuera de nuestro control; no podemos cambiarnos, somos transformados: este es el gran regalo espiritual.


¡Y éste es precisamente el problema! Porque nos gusta tener el control de todo, nos gusta decidir qué ocurre y cómo ocurre. No cedemos fácilmente las riendas de nuestra vida a nadie. Pero en el viaje espiritual el secreto está precisamente ahí: en dejarnos ir y entregarnos a un Poder Superior.

En relación con esta necesidad de poder y control está nuestro deseo de alcanzar logros. Cuando comenzamos a meditar, de alguna manera, estamos esperando que ocurra una inmediata y total transformación de la consciencia y nos sentimos francamente decepcionados al ver que seguimos siendo esencialmente los mismos. Queremos un resultado inmediato de la inversión de tiempo y energía que nos supone la meditación. ¿Por qué aún no levitamos? Si esa es nuestra motivación, pronto abandonaremos.


Pero es la entrega a nuestra repetición fiel y diaria del mantra lo que permite un cambio interno gradual de la perspectiva que afectará a la totalidad de nuestro ser. Es tan gradual que apenas es perceptible. La “chispa” de la Luz Divina dentro de nosotros no se transforma durante la noche en un fuego vigoroso y purificador. No veremos los resultados en unas semanas, ni en meses, ni quizá en años. Pero si comparamos nuestra forma de reaccionar frente a las situaciones a lo largo del tiempo veremos que existen notables diferencias. Con frecuencia, son los demás los que observan pronto este cambio de comportamiento en nosotros, como le dijo la oruga a la mariposa: “Vaya, cómo has cambiado!”.


Un problema relacionado con nuestra necesidad de poder y control es nuestro miedo al cambio. Creemos saber quiénes somos y nos hemos construido un efectivo sistema de supervivencia que nos proporciona un claro sentido de identidad y seguridad. Pero una vez más tenemos la opción de permanecer como somos o de permitirnos crecer y dejar que se cumpla en nosotros la promesa de Jesús: “He venido para que tengáis vida, vida en toda su plenitud”. Aceptar el crecimiento siempre implica un cambio. Debemos aceptar el cambio y dejar de nadar a contracorriente.


Kim Nataraja

Traducido por WCCM España