sábado

LA SEÑAL DE JONAS

 


La principal metáfora de Jesús para el misterio de la transformación es la señal de Jonás (Mateo 12:39, 16:4; Lucas 11:29). Jesús le dice a la creciente multitud: “Es una generación mala y adúltera la que quiere una señal” (Lucas 11:29), y luego dice que la única señal que dará es la señal de Jonás. Como judío, Jesús conocía bien la historia gráfica del profeta Jonás que huyó de Dios y fue usado por Dios casi a pesar de sí mismo. Jonas fue tragado por una ballena y llevado a donde preferiría no ir. Esta fue la metáfora de Jesús para la muerte y el renacimiento.
En lugar de buscar apariciones impresionantes o milagros, Jesús dijo que debemos entrar en el vientre de la ballena por un tiempo. Entonces, y solo entonces, seremos arrojados a una nueva orilla y comprenderemos nuestro llamado, nuestro lugar y nuestro propósito. Pablo escribió acerca de “reproducir el modelo” de la muerte de Jesús y así comprender la resurrección (Filipenses 3:10–11). ¡A menos que hayamos bajado, no sabemos qué es arriba! A menos que desciendamos, no desearemos ni crearemos espacio interior para el ascenso.



Este es el único patrón que Jesús nos promete, y lo vemos reflejado también en otras tradiciones. Las religiones nativas hablan de invierno y verano; los autores místicos hablan de tinieblas y de luz; Las religiones orientales hablan del yin y el yang o del Tao. los cristianos lo llaman el misterio pascual; todos apuntan a la misma necesidad tanto de descenso como de ascenso, generalmente en ese orden.

El misterio pascual es el modelo de transformación, y de hecho es un misterio, es decir, no es lógico ni racional en absoluto. Somos transformados a través de la muerte y la resurrección, probablemente muchas veces en nuestra vida. Por alguna razón cósmica, parece que no hay mejor crisol de crecimiento y transformación.



Rara vez entramos libremente en el vientre de la bestia. A menos que nos enfrentemos a un gran desastre, como la muerte de un amigo, hijo o cónyuge, o la pérdida de un matrimonio o una carrera, por lo general no iremos allí. Como cultura, se nos tiene que enseñar el lenguaje de la descendencia porque estamos entrenando capitalistas y acumuladores. La religión madura nos muestra cómo entrar con voluntad y confianza en los períodos difíciles de la vida. Estos pasajes difíciles son buenos maestros.

Preferiríamos respuestas claras y fáciles, pero las preguntas ofrecen el mayor potencial para abrirnos a la transformación. Tratamos de cambiar los eventos para evitar cambiarnos a nosotros mismos. Debemos aprender a quedarnos con el dolor de la vida, sin respuestas, sin conclusiones, y algunos días sin sentido. Ese es el peligroso camino oculto de la oración contemplativa. La gracia nos lleva al estado de vacío, a una sensación momentánea de falta de sentido, en el que preguntamos: "¿Para qué sirve todo esto?" La amplitud de la pregunta permite que el Amor nos llene y nos vivifique.

RICHARD ROHR



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