domingo

JOHN MAIN, OSB. ESCRITOS Y ENSEÑANZAS

El lenguaje es muy débil para explicar la plenitud del misterio. Esta es la razón por la que el silencio absoluto de la meditación es tan importante. Procuramos no pensar en Dios, hablar con Dios o imaginarnos a Dios. Permanecemos maravillados en el silencio abiertos al silencio eterno de Dios. Descubrimos a través de la meditación, a través de la práctica diaria y de la experiencia que éste es el entorno que nos corresponde. Somos creados para que nuestro ser florezca y se expanda en este silencio eterno.


La palabra Silencio puede llegar a falsear la experiencia, y quizás frene a muchas personas, al sugerir una experiencia negativa por la privación del sonido y del lenguaje. Algunos temen que el silencio de la oración sea regresivo. Sin embargo, la experiencia y la tradición nos enseñan que el silencio de la oración no es un estado pre-lingüístico sino post-lingüístico en el que el lenguaje ya ha completado su función de ayudarnos a recorrer el reino de la consciencia mental.

El silencio eterno no se priva de nada y no nos priva de nada. Es el silencio del amor y de la aceptación ilimitada e incondicional. Descansamos ahí, con el Padre que nos invita a permanecer ahí, que ama vernos ahí, y que nos ha creado para estar ahí.

 

Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 126.

Traducido por WCCM España

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