sábado

JOHN MAIN OSB - ESCRITOS Y ENSEÑANZAS


 La meditación no está de ninguna manera aislada del significado de nuestra actividad cotidiana. Nuestros momentos establecidos de meditación, nuestra fidelidad al recitar el mantra desde el principio hasta el final de estos momentos, constituyen la esencia de nuestras actividades porque la meditación es nuestra realización del Ser, de la acción pura. La meditación es actividad pura.

Es acción en el sentido de que es el despliegue positivo y deliberado de energía, una ordenación y enfoque de todas las energías que conforman el misterio de nuestra personalidad. No puede ser un estado meramente pasivo, porque lo que es a la vez energético y tranquilo está en el punto más alto de acción, energía incandescente: conciencia. Sabemos esto en una experiencia muy inmediata, la experiencia de perseverar en nuestro viaje hacia la cima de la montaña. La fe que nos exige la peregrinación requiere cualidades nada pasivas como el coraje, la perseverancia y el compromiso.

Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 160

martes

PERDON Y COMPASION

 


Extracto de ASPECTOS DEL AMOR de Laurence Freeman OSB, (Londres: Arthur James, 1997), págs. 73-74.

Cuando nuestro amor se encuentra con el sufrimiento de otras personas y elimina nuestro miedo egocéntrico, ya no pensamos en ellas como «pobrecillas». Pensamos en ellas como si fueran nosotros mismos. No están separadas de nosotros. El significado de la compasión es que reconocemos que lloramos con quienes lloran, morimos con quienes mueren, sufrimos con quienes sufren. Ésta es la compasión de Cristo que ha unido a toda la humanidad en sí mismo.

La única forma de lidiar con la complejidad de las relaciones humanas es la simplicidad del amor. Aprendemos que el amor es la fuerza unificadora en cada relación humana, ya sea una relación con aquellos más cercanos a nosotros o con aquellos que nos han herido, así como en la forma en que nos relacionamos con la humanidad en general: desde la persona de la calle hasta el inmenso sufrimiento que vemos todos los días en las noticias. Aprendemos que es el mismo amor el que nos relaciona con todos ellos. La única forma de hacer frente a la complejidad de las relaciones humanas es la simplicidad del amor. En el amor no juzgamos, no competimos; solo aceptamos, respetamos y aprendemos a sentir compasión.

Para John Main esta visión de la comunidad humana solo es posible gracias al compromiso que hacemos en soledad con la relación más profunda en nuestras vidas, que es nuestra relación con Dios. En ella aprendemos que el amor es la dinámica esencial de cada relación, desde la más informal, la más íntima, a la más antagónica. Es la rutina de nuestra meditación diaria lo que nos revela la universalidad del camino del amor. Por ello, cuando aprendemos a amar a los demás llegamos a una nueva visión de la unidad de la creación y de la simplicidad básica de la vida.

Carla Cooper

domingo

EL PODER DEL SILENCIO - KIM NATARAJA

 La esencia de la meditación es la quietud y el silencio. El silencio es tanto externo como interno. El silencio externo es difícil de encontrar en nuestro mundo actual. Estamos bombardeados por trivialidades y distracciones a través de los medios de comunicación. Erich Fromm lo expresa muy bien en su libro 'Psicoanálisis y Religión' :  "Disponemos de las más extraordinarias posibilidades de comunicación en la prensa escrita, la radio y la televisión [hoy en día también se podría añadir Internet] , y nos alimentan a diario con tonterías que serían ofensivas para la inteligencia de los niños si no fueran amamantados".   Estamos rodeados de ruido y nos hemos acostumbrado tanto a él, que la ausencia de ruido se siente extraña y desconocida, por lo tanto, incluso amenazante. Necesitamos encontrar el coraje para crear momentos de silencio externo en nuestro día, además de nuestros períodos de meditación, donde no hablamos con otros, en persona o por teléfono, donde no escuchamos la radio, la televisión ni música. ¡Sé valiente, apaga la radio, apaga el teléfono y sumérgete en el silencio! Hazlo especialmente en la hora o media hora previa a la meditación.   

La preparación previa a la oración/meditación es importante. No podemos esperar sentarnos a meditar, aquietando la mente, si justo antes hemos estado enfrascados en una conversación —acalorada o no—, viendo la televisión o escuchando la radio. Necesitamos un período de silencio externo antes de sentarnos.  

Pues todo aquello en lo que nuestra alma pensaba antes del momento de la oración [meditación], inevitablemente nos viene a la mente cuando oramos, como resultado de la acción de la memoria. Por lo tanto, debemos prepararnos antes del momento de la oración para ser las personas devotas que deseamos ser. (Juan Casiano) 

El primer paso en la meditación es, por tanto, retirarse activamente al silencio, desprendiéndose de los ruidos externos y de cualquier percepción sensorial:  «Una mente que no se distrae con lo externo ni se dispersa por los sentidos, vuelve a sí misma». (San Basilio)  

Al permanecer en silencio y concentrarnos en nuestro mantra, nos permitimos tomar conciencia del silencio que reside en el centro de nuestro ser. Este silencio no es solo ausencia de ruido, sino una energía creativa que nos permite ser proactivos a partir de nuestros propios impulsos creativos, en lugar de reaccionar a los estímulos externos.  

El silencio interior crea la consciencia que nos falta en la vida cotidiana: “El silencio se trata realmente de estar completamente atentos a quiénes somos, dónde estamos y a lo que sucede dentro y fuera de nosotros… se trata de estar atentamente y en paz, no de forma cohibida, sino simplemente atentos, conscientes”. (Laurence Freeman) 

Sentarse en silencio también sienta las bases de la estabilidad, pisando tierra firme, con raíces espirituales y psicológicas. Este arraigo no solo perdura durante tus sesiones de meditación, sino que se convertirá en una actitud mental. Esto transformará tu vida y te permitirá vivir y actuar permanentemente desde ese profundo centro de silencio en el centro de tu ser, nuestro punto de encuentro con la Divinidad.

sábado

FESTIVIDAD DE SAN BENITO


 La primera vez que entré en un claustro monástico tenía seis años. Acompañaba a mi madre a una entrevista en la escuela benedictina donde recibiría mi educación primaria y secundaria. Sin saberlo, nos adentramos en el claustro, pero cuando un viejo monje que bajaba las escaleras nos vio, reaccionó como si el monasterio hubiera sido incendiado por invasores bárbaros. ¡Una mujer en el claustro!

San Benito reconoce en su Regla que existen diferentes tipos de monjes. Se centra en aquellos que eligen vivir una vida regular en comunidad bajo un abad, pero considera esto como un entrenamiento para una forma más madura de vida solitaria, de la cual también existen muchas formas. Llamó a su Regla “una pequeña regla para principiantes”. Su último capítulo dice que la “plena observancia de la justicia no está contenida en esta regla”. Sin embargo, la Regla benedictina se convirtió en la norma del monacato occidental y ayudó a moldear la iglesia, la educación y todas las principales instituciones de Europa durante un milenio. Los primeros registros de monjes cristianos datan de tres siglos antes de Benito, en Egipto y Siria, y él fue fuertemente influenciado por sus enseñanzas a través de los Padres del Desierto y las Conferencias de Juan Casiano.

Pero existía un vínculo directo entre estas primeras formas orientales del arquetipo monástico y las tierras celtas ya en el siglo V. Especialmente en Irlanda y Escocia, floreció una forma muy diferente de cultura y espiritualidad monástica, hasta que finalmente cayeron bajo el impulso centralizador de Roma y fueron absorbidas.

El monasterio celta era como una pequeña aldea, con fuertes redes familiares y círculos concéntricos de miembros que vivían juntos. Más cerca del oratorio estaban las celdas de los ascetas. Pero todos los niveles de sus miembros eran llamados “monjes”. Este claustro celta más inclusivo daba menos importancia que la Regla de Benito a la estabilidad física. Los monjes irlandeses se convirtieron, como los herederos de Benito harían mucho después, en grandes misioneros y evangelizadores. Los monasterios irlandeses eran centros internacionales de aprendizaje y también famosos por sus grandes santos como Columba, fundador de Iona, y Aidan, fundador de Lindisfarne.

Benito fundó catorce comunidades monásticas laicas en su vida, sin aparente intención de iniciar una “Orden”. De hecho, hasta el día de hoy los benedictinos no forman una orden en el sentido canónico. Benito no era sacerdote y sus monjes rara vez eran clérigos. La clericalización del monacato llegó mucho después. Así que, a pesar de las diferencias entre el monacato benedictino y el celta, tenían más en común que las instituciones monásticas medievales posteriores que ahora forman nuestra imagen estereotipada.

Todo esto es mucho más que un interés de anticuario, porque el espíritu monástico intemporal está hoy desarrollando muchas nuevas expresiones. Estas nuevas ramas del mismo “árbol de la vida” sobre cómo vivir “buscando verdaderamente a Dios” son de inmenso valor potencial para una cultura que ha perdido su conexión con las realidades espirituales y, en consecuencia, se está deshumanizando.

John Main fue un monje del siglo XX que vivió y creyó profundamente en la capacidad de la vida monástica para revivir y renovar el cristianismo y la sociedad. Sus raíces estaban en la tradición irlandesa, su formación en la benedictina. Su vida y enseñanza las integraron de maneras creativas y valientes. Así que, en esta festividad, recordamos lo que ha legado a las futuras generaciones a través de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana: un “monasterio sin muros”. Hoy lo celebraremos aquí en Bonnevaux como el hogar espiritual de este nuevo tipo de claustro: el claustro del corazón, que la transmisión del don de la meditación cristiana por parte del Padre John ha ayudado a tantos de nosotros a redescubrir y encontrar la paz.

Solo queda un lado del claustro original del monasterio fundado en Bonnevaux hace 900 años. Los otros tres han sido llevados más allá de la vista, hacia el misterio global de Cristo habitando en nosotros.

Feliz festividad de San Benito

Laurence Freeman OSB

JOHN MAIN OSB - ESCRITOS Y ENSEÑANZAS


 La meditación no está de ninguna manera aislada del significado de nuestra actividad cotidiana. Nuestros momentos establecidos de meditación, nuestra fidelidad al recitar el mantra desde el principio hasta el final de estos momentos, constituyen la esencia de nuestras actividades porque la meditación es nuestra realización del Ser, de la acción pura. La meditación es actividad pura.

Es acción en el sentido de que es el despliegue positivo y deliberado de energía, una ordenación y enfoque de todas las energías que conforman el misterio de nuestra personalidad. No puede ser un estado meramente pasivo, porque lo que es a la vez energético y tranquilo está en el punto más alto de acción, energía incandescente: conciencia. Sabemos esto en una experiencia muy inmediata, la experiencia de perseverar en nuestro viaje hacia la cima de la montaña. La fe que nos exige la peregrinación requiere cualidades nada pasivas como el coraje, la perseverancia y el compromiso.

Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 160

domingo

CONOCIMIENTO ESPIRITUAL


 “Salud e integridad”, extracto de una conferencia de Laurence Freeman OSB. “Meditatio Talks Series 2015”  Págs. 27-28.


El conocimiento espiritual se alcanza mediante la atención plena: «Pon tu mente en el Reino de Dios antes que en todo lo demás y todo lo demás vendrá también a ti» (Mt 6,33). El conocimiento espiritual es una forma de percepción que surge del centro de conciencia despierto: «Quédate quieto y sabe que yo soy Dios» (Sal 46,10). Surge de la quietud, no de la actividad intelectual, y está marcado por las cualidades contemplativas del silencio, la quietud y la simplicidad.

El conocimiento espiritual no es lo mismo que la creencia religiosa. La creencia religiosa sin conocimiento espiritual puede ser vacía y estéril. El conocimiento espiritual es el resultado de una atención total que podríamos describir como «una condición de simplicidad completa que cuesta no menos que todo» como lo describió la Madre Juliana de Norwich. Si algo cuesta todo, ¿qué nos queda entonces? Pues “nada”. En las dos parábolas que Jesús utiliza para describir el Reino de los Cielos, el tesoro enterrado en el campo y la perla de gran precio, la persona vende todo lo que tiene, todo, para comprar la perla o el tesoro. Existe esta relación directa entre no tener nada y tenerlo todo; entre la pobreza de espíritu, la primera de las Bienaventuranzas, y el Reino de Dios.

Por eso renunciamos a todo. Y es por eso que en todas las grandes tradiciones místicas términos como nada, vacío, pobreza, describen lo que encontramos en el viaje. “Nada! Nada! ¡Nada!”, dicen San Juan de la Cruz o Juan Casiano: «Por la repetición continua de la palabra de oración renuncias a todas las riquezas del pensamiento y de la imaginación y llegas fácilmente a la primera de las Bienaventuranzas, la pobreza de espíritu». Así, vemos que nuestra meditación está en la misma línea de la sabiduría mística, del conocimiento espiritual.

Carla Cooper