domingo

AUTOCONCIENCIA VS AUTOCONOCIMIENTO

 La importancia concedida al despertar que conduce al verdadero conocimiento de uno mismo es resaltada en el consejo fundamental que nos han dado los maestros espirituales y filósofos a lo largo de la historia: "Hombre, conócete a ti mismo". Se nos anima, no sólo a conocer el ego y saber cuáles son sus motivaciones para poder cambiar, sino también al conocimiento del verdadero "ser", la conciencia de nuestro ser interior, nuestro ser total y divino. "Cuando se conozcan a sí mismos, entonces se conocerán bien, y comprenderán que son hijos del Padre vivo. Pero si no se conocen a sí mismos, entonces habitarán en la pobreza y serán pobreza". (Evangelio de Santo Tomás 3).


Mientras que el autoconocimiento es esencial, la autoconciencia, sin embargo, forma una poderosa barrera al conocimiento de nuestro "yo" más profundo y nos ciega a la Realidad Última. La conciencia de uno mismo es, por supuesto, la característica de los seres humanos, que nos distingue de otros seres sintientes. El problema es que utilizamos esta capacidad de una manera muy restringida: en lugar de tener conciencia de todo el "yo", nos limitamos y prestamos atención solamente a los pensamientos superficiales del "ego". Utilizamos la autoconciencia exclusivamente como una herramienta de supervivencia. Así, la mayor parte de nuestros pensamientos, de una manera u otra, giran alrededor de nuestras propias preocupaciones intentando aprender de nuestro pasado y planeando el futuro en aras de la supervivencia. Por supuesto, nuestras experiencias del pasado pueden ser una ayuda constructiva en la configuración del presente y en la planificación del futuro. Pero a menudo, el resultado es que vivimos sólo en el pasado y en el futuro y nos perdemos el momento presente.

Esto no significa que nuestro "ego" no sea importante. Especialmente en la primera etapa de nuestra vida dependemos de nuestro "ego" y necesitamos que se desarrolle sano y bien adaptado. Es la fase del desarrollo humano que Jung denominó como el proceso de “individuación“. Es obvio que siempre precisaremos de la sabiduría del "ego" ya que nuestras habilidades de supervivencia seguirán siendo necesarias para abordar de manera madura y realista tanto el mundo externo como el interno. Sin embargo, debemos recordar que la conciencia de ese "yo" del que estamos orgullosos, se encuentra en un nivel superficial y es susceptible de constantes cambios que vienen determinados por nuestras preocupaciones y miedos actuales. Lo que necesitamos traer a la conciencia es la sabiduría permanente más profunda del "yo" que reside en el inconsciente. Necesitamos que el desarrollo del "ego" venga de la mano de una creciente conciencia del "yo" espiritual. Necesitamos un cambio del énfasis del "ego" al "yo".

La atención que ejercitamos en la meditación nos ayuda a que se vaya produciendo este cambio. Al dejar atrás los pensamientos dejamos atrás el pasado y el futuro. El mantra nos ancla en el momento presente. Entonces nuestro "ego" se convierte en un centro consciente que acepta todo lo inconsciente y que se ve a sí mismo como parte integrante del todo. Y así, actuamos desde una base de equilibrio en la que utilizamos todos nuestros recursos, todas nuestras capacidades conscientes e inconscientes, racionales e intuitivas.

Ésta constituye la segunda parte del proceso de "individuación" en la que llegamos a una "síntesis de los elementos conscientes e inconscientes de la personalidad". Este verdadero autoconocimiento que conduce a la integración psicológica y a la totalidad, no es un fin en sí mismo, sino el paso para experimentar la Realidad Única: “La realidad que denominamos Dios ha de ser descubierta primeramente en el corazón humano. No puedo llegar a conocer a Dios a menos que me conozca a mí mismo” (Maestro Eckhart).

Kim Nataraja

Traducido por WCCM España

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