lunes

 Extracto del libro de Laurence Freeman “JESUS: EL MAESTRO INTERIOR” (Nueva York. Continuum, 2000) Pág. 226-227.


El mantra debe ser pronunciado de forma continua, independientemente de lo que estemos sintiendo: “En tiempos de guerra y en tiempos de paz”, como indica el libro “La Nube del No Saber”. “En momentos de prosperidad y en los de adversidad”, como señala Juan Casiano. Y “desde el principio al final de cada meditación”, como a su vez, aconsejaba John Main.

Con la práctica diaria, el mantra va introduciendo sus raíces en nuestro ser, cada vez con mayor profundidad, facilitando la armonía entre la consciencia y la inconsciencia. Sutilmente y de forma gradual va descendiendo de la cabeza al corazón. Al principio pronunciamos el mantra, pero con el tiempo, comienza a resonar dentro de nosotros y después lo escuchamos con menor esfuerzo y mayor atención.

Naturalmente, habrá días en los que tendremos más dificultad y los tiempos de meditación se nos harán tan áridos que nos parecerá imposible pronunciar el mantra. Buscamos cualquier excusa para no sentarnos y meditar. Y entonces el mantra es arrastrado por el oleaje del pensamiento y la emoción. Pero si, por el contrario, perseveramos o comenzamos de nuevo, como en la parábola de la semilla que crece en la oscuridad de las entrañas de la tierra, el mantra nos guiará fielmente y con mayor profundidad. Y con esta profundidad nos llega la claridad, la quietud, el autoconocimiento, el gran regalo de la compasión y la profunda quietud, necesaria para llegar a la plena atención y trascendencia. El mantra progresa imperceptiblemente a través del espacio de quietud, entre las ondas del pensamiento y de la vida interior.

Con el tiempo nos conduce a la auténtica pobreza donde aprendemos a ser simplemente. Experimentar esta hermosa realidad de vez en cuando nos capacita para sobrellevar muchos contratiempos y decepciones a lo largo del camino. Habrá momentos de derrota. Pero incluso cuando nos parece estar retrocediendo, el crecimiento está ocurriendo si hay fe. En la noche más oscura, aún brilla una luz invisible.

Se va desarrollando una actitud de no posesividad y confianza que reemplaza los sentimientos de codicia y miedo. Y esto nos lleva a experimentar una paz cada vez más inquebrantable. Bajo todas las turbulencias de nuestra vida, esta paz fluye hacia el verdadero conocimiento y el crecimiento interior que éste conlleva.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España

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