Extracto de la charla de John Main OSB “Healthiness of Spirit” de la serie “Fully Alive”. (Talk Series 2011-D, Oct-Dic Londres: WCCM, 2011), págs. 9-10.
Uno de los grandes retos que todos tenemos que afrontar en nuestra vida es decidir qué es lo verdaderamente importante en ella y qué resulta trivial. Debemos aprender a diferenciar entre lo que solamente está de paso y lo que permanece.
Juan de Salisbury, escritor medieval inglés, escribió: “Para el que busca la verdad con todo su corazón no es posible cultivar lo que está simplemente vacío”. Este es el reto que cada uno de nosotros tiene que afrontar: no cultivar lo que está vacío porque con nuestro corazón siempre buscamos la verdad, el amor. La meditación es una práctica muy valiosa para todos nosotros porque vivimos en una sociedad que se encuentra en peligro de perder su cordura. Un espíritu humano sano demanda expansión. Todos necesitamos espacio para respirar, para crecer, para llenar nuestras vidas de verdad y de amor. Y si estamos sanos, sabemos que hay que cruzar las fronteras para llegar a lo que está más allá. Un espíritu que permanece sano es el espíritu de un explorador: no tenemos miedo a lo que se encuentra mas allá; no nos cansamos porque no podamos ver lo que tenemos por delante. El espíritu fuerte y sano reconoce que no hay crecimiento y futuro para él a menos que se entregue con todo el corazón.
La meditación es simplemente el camino que nos ayuda a lograr este espíritu sano, ese estado en el que nuestro espíritu encuentra el espacio para respirar, donde no se ve presionado o asaltado por las trivialidades cotidianas o la dimensión material de la vida; un estado en el que, al estar abiertos a la verdad y al amor total, somos llamados más allá de la simple trivialidad. Estamos llamados a vivir la vida no desde la orilla sino desde la fuente.
La última frontera que estamos llamados a cruzar es la frontera de nuestra propia identidad, en otras palabras, nuestro propio límite. Ser uno con todo, ser uno con el Todo. Debemos practicar desde la profundidad de nuestro propio ser lo que Jesús nos llama a hacer: “El que quiera salvar su vida, debe perderse”. La disciplina del mantra y del regreso diario a la oración es simplemente el compromiso de dejar a un lado todo lo que es pasajero y vivir la vida desde la fuente del ser. Por eso debemos dejar atrás todas las imágenes, todas las ideas y pensamientos y permanecer en silencio, tan profundamente como podamos, en la presencia del Creador de la vida, el Creador del amor.
Carla Cooper
Traducido por WCCM España
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