sábado

ENCONTRAR EL MOMENTO Y LUGAR PARA MEDITAR


 Encontrar el lugar y el momento para meditar es, para muchos, el primer gran desafío. Vivimos rodeados de ruido, ocupaciones y distracciones que parecen no darnos tregua. Aun así, la experiencia demuestra que siempre es posible abrir un espacio, por pequeño que sea, si realmente lo valoramos. La meditación no requiere de templos lejanos ni de condiciones extraordinarias; basta con un rincón sencillo y un tiempo elegido con fidelidad.

El lugar puede ser cualquier espacio que inspire calma. Una habitación tranquila, un rincón de la casa donde apenas haya interrupciones, incluso un banco en un parque a primera hora de la mañana. Lo importante no es la perfección del entorno, sino que se convierta en un punto de referencia, un lugar donde el cuerpo y la mente aprendan a recogerse. Con el tiempo, ese rincón adquiere una fuerza propia: cada vez que nos sentamos allí, el silencio parece llegar más rápido, como si el espacio mismo nos recordara que hemos venido a detenernos.

El momento, por su parte, también necesita ser elegido con cuidado. Hay quienes descubren que lo mejor es comenzar el día con unos minutos de quietud, antes de que las prisas marquen el ritmo. Otros prefieren la noche, cuando las luces se apagan y el corazón puede hacer balance en calma. John Main recomienda dos veces al día mañana y noche antes de desayunar y antes de cenar .

Para favorecer la constancia, conviene programar la práctica como quien anota una cita importante. La meditación se convierte en ese encuentro al que acudimos con fidelidad, incluso en los días en que cuesta más. Y poco a poco descubrimos que no es el tiempo el que se adapta a nosotros, sino que somos nosotros los que aprendemos a adaptar el corazón al tiempo que tenemos.

La tradición cristiana recuerda que no hace falta mucho para entrar en oración: basta con cerrar la puerta de la habitación y recogerse en lo secreto, allí donde el Padre ve lo escondido. Ese consejo conserva toda su vigencia: no importa tanto dónde ni cuánto, sino el gesto sincero de detenerse y abrir un espacio a la presencia. La meditación, vivida en este espíritu, convierte cada rincón en un lugar sagrado y cada momento en oportunidad de encuentro.

Al final, buscar el lugar y el momento para meditar no es un esfuerzo añadido, sino un regalo. Es decidir que, en medio de la vida acelerada, podemos ofrecernos una isla de silencio. Y en ese silencio descubrimos que Dios habita en lo ordinario, que la calma es posible y que la paz comienza siempre en lo pequeño.

Mireia Poch

Meditación + Fe

Wccm Barcelona

RETIRO 2026 PARA LATINOAMERICA


 

miércoles

JOHN MAIN - ESCRITOS Y ENSEÑANZAS


Piensa por un momento en tu propia experiencia de meditación. Sabes que comienzas, parece que progresas y luego fallas. Para la mayoría de nosotros, nuestra experiencia en la meditación se puede resumir en comenzar y detenerse, en llegar a algún lugar y descubrir que no estamos en ningún lugar, en la euforia y el desaliento. Lo que tienes que aprender de esta experiencia es que simplemente debes repetir tu mantra.


Es perfectamente natural que te preguntes: «¿Qué bien me está haciendo la meditación? ¿Qué progreso estoy logrando?» pero también es perfectamente inútil. De hecho, es peor que perfectamente inútil, es positivamente contraproducente. Creo que todos nosotros hemos intentado, todos hemos querido orar y todos hemos fallado. Pero en algún momento llegamos a la conclusión de que la sabiduría que recibimos de la tradición contemplativa de la oración es la sabiduría que convierte el fracaso en triunfo. El silencio y la pobreza que experimentamos en nuestra meditación se reafirman su valor.


Sabemos que no podemos analizar a Dios. Sabemos que no podemos, con mentes finitas, entender la infinitud de Dios. Pero también sabemos, o al menos pronto comenzamos a sospechar vagamente, que podemos experimentar el amor de Dios por nosotros. Este saber nos pone en un camino que de alguna manera nos parece auténtico y es este conocimiento el que nos mantiene en marcha. Es este conocimiento experiencial el que también nos enseña que las imágenes fabricadas por el ego deben dar paso. Ninguna de ellas puede tomarse en serio. Cada nueva estrategia del ego debe ser ridiculizada y descartada.


Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 78

miércoles

POR QUE ES IMPORTANTE MEDITAR EN UN GRUPO ?


 John Main decía que “la mejor manera de enseñar a orar a otros es orar con ellos”. Cuando compartimos la oración con los demás, despertamos a un conocimiento más profundo de nuestro ser y, así, aprendemos a trascender más allá de nosotros mismos.

Por ello, meditar de forma regular, diaria o semanalmente con la misma comunidad, supone un valioso recurso de apoyo para nuestro peregrinaje”.


Algunas personas se preguntan si es mejor meditar solo o en grupo. Esto es realmente las dos caras de la misma moneda: la meditación es una práctica solitaria, ya que, yo no puedo meditar por ti, ni tú puedes hacerlo por mí. Pero solemos preferir meditar con otras personas. La meditación en grupo nos lleva a profundizar en el significado de la meditación, al conectar nuestra experiencia personal con la comunidad y en la que ambas partes dan y reciben el mutuo aliento. En la teología cristiana de la meditación, la experiencia de “comunión”, compartiendo el Cuerpo de Cristo, es fundamental.


“Donde se reúnan dos o tres en mi nombre, allí estaré yo, en medio de ellos.” (Mateo, 18-20)

domingo

LA NECESIDAD DE UNA NUEVA FORMA

 Un extracto de Laurence Freeman OSB, “Queridos amigos”, The WCCM International Newsletter, invierno de 1996.


Hoy necesitamos una nueva forma de diálogo religioso, de tolerancia, de reverencia mutua y de aprender unos de otros que quienes nos precedieron jamás podrían haber imaginado. Sin embargo, la rectitud de este camino para nosotros queda demostrada por su compatibilidad con la personalidad y el ejemplo de Jesús. Él no rechazó a nadie, toleró a todos y vio el misterio de Dios en todas las personas y en la naturaleza. Comía con quienes debería haber despreciado; hablaba con quienes debería haber evitado. Era tan abierto a los demás como a Dios.

En Jesús, el tiempo y la eternidad se cruzan... y esta intersección ocurre en la pobreza humana de espíritu... La pobreza no es solo la ausencia de cosas por la conciencia de nuestra necesidad de los demás, de Dios. La necesidad humana es universal. Los más ricos y poderosos, como los más pobres y marginados, están todos igualmente necesitados. La necesidad es simplemente el fuerte sentimiento que surge en respuesta a nuestra interdependencia.

En la meditación, nos sumergimos en un nivel de realidad más profundo que el de nuestras mentes superficiales, dominadas por el ego, donde a menudo nos vemos atrapados en la red de la ilusión de nuestra independencia y aislamiento. No estamos separados unos de otros ni de Dios. La sabiduría es reconocer ese hecho, y la compasión es practicarlo.