No hay nada más necesario y urgente que hombres y mujeres arraigados en su centro, seguros de su ser, seguros de su propia capacidad para hacer el bien, y de su propia capacidad para amar y para ser amado. Para alcanzar esta seguridad nos hace falta sentirnos uno con nosotros mismos y sentarnos a meditar cada mañana y cada tarde. Una vez que estemos entroncados y en quietud, comenzaremos nuestra próxima gran tarea de aprender a estar atentos al misterio central de la creación y a vivir en armonía con este misterio.
¿Qué quiere decir estar vivos? Ciertamente, es una consciencia de nuestro ser, una consciencia que se ve intensificada con la consciencia del ser del prójimo, con la consciencia del ser de toda la creación, y con la consciencia del ser de Dios. Nuestra vida empieza a alcanzar su plenitud humana, su punto de profundidad cuando empezamos a darnos cuenta de que el ser es amor. Cada uno de nosotros rebosa en amor y en deseo de ser amado. La meditación es el proceso que nos permite entrar plenamente en este misterio de amor.
Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 149.
Traducido por WCCM España
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