La posibilidad de integración del “yo” con la Realidad última se expresa con claridad en la “Filosofía Perenne”, la cual describe la esencia que comparten las grandes religiones y las diferentes filosofías. Es importante recordar que el nexo común que enfatiza esta filosofía está fundamentado en una experiencia espiritual práctica, real, que tiene lugar lejos del tiempo y el espacio en el que transcurre nuestra realidad material habitual y no en el dogma teológico o religioso.
Así, Bede Griffiths dice: “Cuando la mente humana alcanza un cierto nivel de experiencia, se logra ese mismo entendimiento que es lo que constituye la Filosofía Perenne”. Es una capacidad humana que no viene determinada por la cultura.
La “Filosofía Perenne” afirma que existe una Realidad Única que es inmanente a toda la creación y que la trasciende. La realidad que podemos aprehender con los sentidos está embebida y sostenida por esta Realidad Omnipresente. La cualidad esencial de esta Realidad Superior es que no puede ser alcanzada por los sentidos y la mente racional: no puede expresarse mediante pensamientos o imágenes; es incomprensible e inefable. Sin embargo, hay algo, en el “ser” esencial, en el ser más profundo del hombre, más allá del ego personal, que tiene algo en común con esta Realidad Suprema y, por tanto, se relaciona verdaderamente con ella: es la base de nuestro ser individual que compartimos con los demás y con toda la creación; es ahí donde todos somos Uno.
Todos poseemos esta “esencia”, el “sí mismo”. La “Filosofía Perenne” sostiene la firme convicción de que todas las personas, no sólo los místicos, pueden alcanzar la unión con la Inconsciencia Absoluta, independientemente de cómo se exprese verbalmente: nirvana, no mente, iluminación, unión con lo Divino.
La práctica de la meditación, como una disciplina espiritual contemplativa profunda, nos lleva a reconocer personalmente este potencial innato que tenemos para experimentar la unidad que todo lo abarca y para ir gradualmente siendo transformados por la gracia que nos lleva a vivir más en sintonía con este nivel superior de conciencia. La energía del “ser mismo” resonará con una energía similar en la Realidad Divina.
Kim Nataraja
Traducido por WCCM España
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