Todos tenemos que llegar a entender que no meditamos para que llegue a ocurrir algo. No meditamos para alcanzar algún tipo de visión. De hecho, no meditamos para alcanzar ningún tipo de posesión. Todo lo contrario. Meditamos para que podamos soltarnos de nosotros mismos – no sólo soltar ideas y opiniones sino, además, desposeernos de nosotros mismos. La esencia de la meditación Cristiana es vernos absorbidos por Dios, perder cualquier noción de nosotros mismos, y encontramos únicamente en Dios.
Como escribió la gran mística Santa Catalina de Génova, “Sólo me conozco en Dios”. Ahora bien, a todos nos cuesta trabajo aceptar este concepto tan difícil dado el entorno tan materialista en el que nos encontramos. Estando educados para controlar y para poseer, sentarnos para voluntariamente empobrecernos -desposeernos al entrar en la presencia de Dios – es un auténtico reto.
Fuente: Word Made Flesh. Silence and Stillness in Every Season, página 209
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