Este tercer nivel de conciencia es lo que podríamos llamar el muro de ladrillos. Es como el muro de ladrillos del ego. Y cuando llegamos al muro de ladrillos, en realidad nos encontramos, en cierto sentido, con la fuente de todas las distracciones, que es el pensamiento del "yo", esa pequeña conciencia de nuestro yo o autoconciencia que nos hace sentir separados de otras personas. Es una parte necesaria de nuestro desarrollo psicológico que tengamos un ego y que éste sea saludable. Pero a veces, la sensación de separación del ego se vuelve insalubre, excesiva y, por lo tanto, se convierte en aislamiento. Y aquí es donde comienzan los problemas.
Avance de Laurence Freeman OSB
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