La idea de Evagrio de acercarse a Dios a través de las Escrituras, la naturaleza y la oración pura, fue un concepto fundamental para los Padres y Madres del Desierto:
Uno de los sabios de aquella época preguntó al santo Antonio: "Padre, ¿cómo puedes ser feliz cuando te privan del consuelo que aporta la lectura de los libros?". Antonio le respondió: "Mi amigo filósofo, mi libro es la naturaleza y todas sus criaturas; y este libro siempre está delante de mí cuando quiero leer la palabra de Dios".
Encontramos este mismo pensamiento expresado en el cristianismo celta: "A través de las letras de las Escrituras y de todas las especies de la creación se revela la luz eterna" (Juan Escoto Erígena, Siglo IX). Es una experiencia humana que no tiene relación con el tiempo ni el espacio. La contemplación de la naturaleza nos ayuda a dejar atrás nuestros pensamientos e imágenes que son los que oscurecen la Presencia Divina. Estoy segura de que muchos de vosotros, que leéis estas lecturas, habéis tenido en algún momento una experiencia similar en la que los límites desaparecen, se experimenta un sentido de interconexión, de admiración, se tiene la sensación de “algo más” cuando contemplamos la naturaleza, como por ejemplo, la belleza de una puesta de sol.
Esta misma experiencia también se alcanza por medio de la oración silenciosa, a la que puede llegarse desde muchas formas de oración. Pero para mí es especialmente la meditación la que permite que esto suceda. La clave en todo ello es dejar atrás pensamientos e imágenes, incluso acerca de Dios: "Cuando estés orando, no pienses en la Divinidad como una imagen formada dentro de ti. Evita también que tu espíritu se vea impresionado por el efecto de alguna forma particular, sino que, libre de toda materia, acércate al Ser incorpóreo y lograrás comprender esta gradual eliminación de todas las imágenes y formas del yo y de Dios, que te permitirá el contacto directo con la Realidad Divina”.
Las dos etapas del viaje espiritual a las que hacía referencia Evagrio, la "praxis" y la "theoria", la oración, la purificación de las pulsiones del ego y la contemplación van de la mano. No estamos hablando de un proceso lineal; no es una cuestión de convertirnos en un ser completo antes de alcanzar la contemplación. Es un proceso de diferentes niveles de conciencia que a veces pueden superponerse y otras veces se hacen más profundos. De hecho, como hemos visto en lecturas anteriores, un repentino y profundo nivel de conciencia, una 'metanoia', un cambio de rumbo, una nueva forma de ver la realidad, es a menudo el comienzo del viaje. Sin embargo, no debemos suponer que sólo con nuestro esfuerzo llegaremos a la Presencia, pues la gracia tiene un papel igualmente relevante, como subraya Evagrio:
"El Espíritu Santo se compadece de nuestra debilidad y, aunque somos impuros, a menudo viene a visitarnos. Si descubre que nuestro espíritu le reza por amor a la verdad, entonces desciende sobre él y disipa todo el ejército de pensamientos e ideas que le acosan. Y él también lo anima al trabajo de la oración espiritual".
No tenemos que ser perfectos al comienzo de nuestra peregrinación hacia nuestro verdadero Ser y hacia el Cristo que habita en nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es perseverar fielmente en nuestro viaje de oración y estar abiertos a que se produzca el cambio. Deja ir el miedo para que el amor pueda ocupar su lugar.
Kim Nataraja
Traducido por WCCM España
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