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LA FUENTE DE LA VIDA

 Extracto del libro de John Main “Momento de Cristo” (New York: Continuum, 1998), pág. 76-78

Todas las grandes tradiciones espirituales han sabido que, en la profunda quietud, el espíritu humano comienza a conocer su propia Fuente. En la tradición hindú, por ejemplo, los Upanishads hablan de Aquél que creó el universo como alguien que mora en nuestro corazón.


El espíritu mismo es descrito como El que ama a todos en el silencio. En nuestra propia tradición cristiana, Jesús nos dice que el Espíritu mora en nuestro corazón y que es el Espíritu del Amor. Este contacto interno con la Fuente de la Vida es crucial para nosotros. Porque sin él apenas podríamos comenzar a sospechar del potencial que nuestra vida tiene para nosotros. El potencial que tiene es que debemos crecer, que debemos madurar y llegar a la plenitud de la vida, a la plenitud del amor y a la plenitud de la sabiduría. El conocimiento de ese potencial es de suprema importancia para cada uno de nosotros. En otras palabras: lo que cada uno de nosotros tiene que hacer y a lo que cada uno de nosotros está invitado es a comenzar a entender el misterio de su propio ser así como el misterio de la vida misma.

En la visión proclamada por Jesús, cada uno de nosotros está invitado a comprender lo sagrado de nuestro ser y de nuestra vida. Es por eso que la segunda prioridad es de gran importancia: debemos permitirle a nuestro espíritu el espacio suficiente para su expansión. En la tradición de la meditación, este espacio para la expansión del espíritu se encuentra en el silencio. Y la meditación es, a la vez, una forma de silencio y un compromiso con el silencio que crece en cada aspecto de nuestras vidas. Se convierte en un silencio que sólo podemos describir como el silencio infinito de Dios, el silencio eterno.

Y es en este silencio donde comenzamos a encontrar la humildad, la compasión, la comprensión que necesitamos para la expansión de nuestro espíritu. Muchos pensadores de hoy en día están empezando a ver que el crecimiento espiritual, la conciencia espiritual, es la más alta prioridad para nuestro tiempo. Pero la cuestión es: ¿cómo entramos en este camino?

Ahí es donde la tradición de la meditación es de suma importancia para nosotros como una tradición de compromiso espiritual. A lo largo de los tiempos, sigue siendo una tradición disponible para cada uno de nosotros. Lo único que hace falta es que nos iniciemos en la práctica. Tenemos que dedicarle el tiempo necesario, estar dispuestos a realizar este trabajo de contactar con la Fuente de la Vida y a preparar el espacio suficiente en nuestras vidas para la expansión del espíritu. La profundización de la fe y la práctica real de la meditación son muy simples: toma tu palabra y repítela incesantemente durante el tiempo de oración. Ello te llevará a contactar con la esencia de tu ser y descubrirás que el mantra está enraizado en el centro de tu corazón, el centro de tu ser y que tu ser está enraizado en Dios, el centro de todo ser.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España

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