San Juan dice que Dios nunca ha sido visto. En otras palabras, Dios nunca puede ser un objeto fuera de nosotros. Es la mente la que siempre está creando objetos. La mente siempre está creando una realidad externa. Hacemos esto continuamente, y es por eso que en nuestra oración necesitamos ir más profundamente que la mente, a ese nivel de nuestro ser –el corazón, el espíritu– donde no hay nada fuera de nosotros. Donde entendemos que estamos en relación, en comunión, en la danza del ser, con todo lo que es, en Dios. Y esto es a lo que cada uno de nosotros está llamado, cada uno de nosotros es capaz de hacerlo. Por eso en nuestra meditación entregamos a Dios. Renunciamos a todas las ideas o imágenes de Dios como si fueran un objeto que se puede ver o una cosa que se puede pensar, algo fuera de nosotros mismos. Dios nunca ha sido visto, pero habita en nosotros si nos amamos unos a otros. Ésa es toda la estructura de la vida cristiana. Dios no puede ser visto pero habita en nosotros, si nos amamos unos a otros. Entonces el amor es “llevado a la perfección”, dice San Juan.
( Aspectos del amor 3 de Laurence Freeman OSB)
No hay comentarios:
Publicar un comentario