(...) glorificamos a Dios al volvernos plenamente vivos. "La gloria de Dios es el ser humano plenamente vivo", dice San Ireneo de Lyon. Y la plenitud de vida se vive en nuestras familias, en nuestras sociedades, en nuestras iglesias, en nuestras instituciones y por supuesto, en lo más profundo de nuestro propio espíritu en comunidad. Por eso espero que cada uno de nosotros podamos llevar a nuestras comunidades el fruto de este don de la meditación y el fruto de nuestra comunidad en contacto con las necesidades de nuestro mundo.
( Atención y amor 1 de Laurence Freeman OSB)
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