Este ejercicio de meditación, ejercitar este músculo de la atención es algo que funciona, aunque no sientas en ese momento que está funcionando. Pero el fruto del Espíritu comienza a crecer y expresarse después. En lenguaje teológico, esto podría describirse como kénosis, el vaciamiento. Esta idea de vacuidad, por supuesto, es muy importante para el budismo, pero también es muy central para la teología cristiana. Dios se despojó de sí mismo para realizar la Encarnación. Se vació a sí mismo, de su propia divinidad. No podemos entender lo que eso significa, pero de alguna manera nunca podremos olvidarlo una vez que lo hemos escuchado. Entonces existe este inimaginable vaciamiento de uno mismo, quitar la atención de uno mismo a ese grado absoluto, que luego produce este fruto de la encarnación. Así, el despojo de Dios produce la plena encarnación de Dios, en lo humano. Esa es nuestra fe cristiana básica.
Laurence Freeman OSB
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