Juan 8:21–30
Quizás nunca lleguemos a sentir verdaderamente que pertenecemos a este mundo, incluso si nos aferramos a él, intentamos que nos sea útil y tratamos de que nos acepte.
Hace algunos años, conocí a una política en transición. Ella (digamos) había ocupado un alto puesto en las esferas del poder, manejando y controlando muchas palancas. Él (digamos) no había perdido de todo su idealismo en el proceso, pero estaba perfectamente afinado a las realidades de la política como el arte de lo posible. Era un superviviente, y cuanto más sobrevivía, más ambicioso se volvía. Sobrevivir equivalía al éxito y, aunque esos éxitos fueran efímeros, se acumulaban en una especie de adicción. Luego terminó su mandato y se encontró en la tierra de nadie de la política, donde ninguna carrera dura mucho, sin perfil, sin responsabilidades, ni contacto con los temas candentes del momento.
Este político se detuvo a reflexionar, incluso cuando la experiencia de estar “fuera del poder” generaba nuevas esperanzas y estrategias sobre cómo volver a estar en la palestra pública. Esta pausa se parece a la oportunidad que tienen los estudiantes de maestría durante el receso en sus carreras, cuando estudian para convertirse en productos más valiosos, pero también para reflexionar sobre el sentido de su vida y trabajo.
Este necesario desapego de las fuerzas del mercado del poder y el egoísmo puede, sin embargo, cultivarse incluso mientras uno se involucra con esas mismas fuerzas. A este cultivo del desapego, que nos permite muy y relacionarnos con el mundo tal como es, lo llamamos “meditación regular”. Aprender a meditar con regularidad es lo que llamamos ascetismo, práctica espiritual o disciplina.
La Cuaresma trata, ante todo, de recordar que necesitamos esa disciplina en nuestras vidas, porque el mundo tal como lo vemos no existe, tanto como tampoco existe el éxito permanente ni la inmortalidad. Nos relacionamos con el mundo real en el momento en que podemos decir: “No pertenezco a este mundo”. Solo entonces podemos tener algo útil que ofrecer al mundo y ser capaces de servir a los demás en estos juegos de poder.
Este es un extracto de Sensing God de Laurence Freeman, SPCK Publishing - distribución exclusiva para miembros de WCCM.
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