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MARTES DE LA QUINTA SEMANA DE CUARESMA

 Juan 12:20–33


La mente humana puede ser muy reactiva. No conseguimos lo que queremos y reaccionamos con rabia, quejas o atacamos a lo que podamos culpar por la decepción. Es asombroso lo crueles e irracionales que podemos ser incluso por cosas relativamente insignificantes cuando las cosas no salen como queremos. En esos momentos, nos hundimos aún más en el lodo de la negatividad y la ira, aunque, al hacerlo, aumentamos nuestro propio dolor y la distancia entre nosotros y los demás.


El dolor y la tristeza suelen separarnos y aislarnos. A veces, incluso nos alejan de la misma mano que se extiende para salvarnos, ofreciéndonos reconectarnos con una fuente de compasión y sanación. El dolor y la ira pueden combinarse en una combustión violenta que disfrutamos de manera oscura, aunque nos haga daño.


¿Reaccionar o responder? La mente entrenada, con acceso a la inteligencia espiritual del corazón, el conocimiento que llamamos sabiduría, responde en lugar de reaccionar. Incluso en medio de la pérdida, la confusión y el miedo, podemos aprender a elegir otro camino. En lugar de reaccionar con ira, podemos responder con aceptación. Simplemente aceptar lo que es. En esa apertura a la verdad —la verdad es lo que es—, hacia la que nos guía la meditación, la opción de la violencia se disuelve. Vemos con una razón más elevada que la violencia es una terrible falta de imaginación.


Por esto estoy aquí, enfrentando todo esto, dijo Jesús. Cuando respondemos a los acontecimientos de esta manera, dejamos atrás el pasado y una luz brillante desde nuestro interior ilumina el camino por delante.


Este es un extracto de Sensing God de Laurence Freeman, SPCK Publishing - distr

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