sábado

SABADO DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

 Juan 7:40–52


Al oír estas palabras, algunos de la multitud decían:

«Este es verdaderamente el profeta».

Otros decían: «Este es el Mesías».

Pero otros preguntaban: «¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?».

Así que se produjo una división entre la gente a causa de él. Algunos querían arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima.


Entonces los guardias del templo regresaron con los sumos sacerdotes y los fariseos, quienes les preguntaron:

«¿Por qué no lo arrestaron?».

Los guardias respondieron: «¡Jamás ha hablado nadie como este hombre!».

Los fariseos les dijeron: «¿También ustedes se han dejado engañar? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes o de los fariseos? Pero esta gente, que no conoce la ley, está maldita».


Nicodemo, el que antes había ido a ver a Jesús y que era uno de ellos, les dijo:

«¿Acaso nuestra ley juzga a alguien sin antes escucharlo y saber lo que hace?».

Ellos le contestaron: «¿También tú eres de Galilea? Estudia las Escrituras y verás que de Galilea no sale ningún profeta».


Así que se produjo una división entre la gente a causa de él.


Solo hace falta decir la verdad para causar problemas. Pero es un tipo muy distinto de problema al que se causa cuando se es falso. Hay que decidir qué tipo de alborotador se quiere ser. Tal vez la mayoría de las personas prefieren evitar causar problemas porque temen una reacción negativa; pero al final todos tenemos que decidir. ¿Vamos a decir la verdad, a vivir en la verdad, oa escondernos detrás de lugares comunes y verdades a medias?


Problemas significan conflicto, y el conflicto genera división. Y la división, con frecuencia, se desemboca en violencia. Un nivel elevado de conciencia puede evitar que esta secuencia se desarrolle, y permitirnos tomar la decisión correcta de ser veraces, incluso cuando eso tenga un costo alto. La verdad los hará libres. Cuando los meditadores experimentan esta liberación progresiva del miedo y la evasión, se sienten más capaces de salir a la luz y decir lo que realmente piensan. Y se posicionan del lado de quienes lo necesitan, en vez de alinearse con los que probablemente ganarán un conflicto.


Al principio esto es incómodo, como salir al frío invernal desde una casa cálida. Aunque vayas bien abrigado, el frío parece colarse por los huecos o atacar tus dientes mientras caminas con la boca abierta. Pero luego, al andar un poco, el aire frío genera calor, y el mismo frío se convierte en un estimulante. Empiezas a hacerte amigo del invierno, y te sorprende tu propia resiliencia.


En las paradojas misteriosas de la realidad, a menudo sucede que las divisiones son necesarias para crear sanación y una unión más fuerte. Partimos el pan para poder compartirlo y así entrar en comunión. El misterio aquí es el de la separación: necesario para que podamos conocernos a nosotros mismos antes de entregarnos al otro, a Dios.


Este es un extracto de Sensing God de Laurence Freeman, SPCK Publishing - distribución exclusiva para miembros de WCCM.


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