domingo

 Cuando se reconoce y se absorbe la dimensión contemplativa del evangelio, las metáforas y formas de la iglesia comienzan a cambiar. Se vuelven más justos e inclusivos. Las mujeres encuentran igualdad en un mundo dominado por hombres. A los gays no se les dice que están 'trastornados'. [Los refugiados no son demonizados.] Las cuestiones de justicia social y ambiental se vuelven tan importantes como la protección de la ortodoxia. Cuando respira la oración del espíritu en el corazón, no solo desde el culto público o la devoción privada, la iglesia experimenta colectivamente la trascendencia inherente a la fe. Volviéndose menos egocéntrico, ve que sirve pero que no debe identificarse con el Reino que debe comunicar. Con el aire puro de la contemplación, la fe crece y la creencia se asienta en el nivel adecuado. 

 



El lenguaje que usamos acerca de Jesús también cambia. Ya no hablamos de él como si fuera el capitán del equipo vencedor, derrotando a otros, o como un juez venido a condenar al mundo. La idea de sacrificio y redención adquiere un significado más sutil y místico. Entendiendo a Jesús como el Médico Divino, la palabra que todo lo sana, la iglesia comienza a hablar de una manera que el mundo puede entender. 

Laurence Freeman OSB

Carla Cooper, 28 octubre2022

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