Nos amamos a nosotros mismos aquietándonos. La quietud es una gran disciplina, el gran descubrimiento de la meditación. La quietud es la dinámica de la trascendencia. Cuanto más quietos seamos, más trascendemos nuestras limitaciones. Ahora bien, la quietud no significa detenerse. No es estático. Podemos entender qué es la quietud cuando la vemos como parte de todo el proceso de crecimiento de la naturaleza. Hay una relación muy importante entre la quietud y el crecimiento. La quietud no es incompatible con la acción. Una de las cosas que empezamos a sentir, cuando meditamos con regularidad, es que esos momentos de meditación, mañana y tarde, abren un nuevo centro de conciencia, una nueva quietud de conciencia, de percepción, en lo más profundo de nosotros, que no se ve afectada por nada de lo que hacemos, por muy ocupados que estemos, por muy apresurados que estemos, por muy involucrados que estemos en actividades externas. Si nuestra meditación es regular, encontraremos que hay quietud en medio de toda nuestra actividad; de hecho, comenzamos a darnos cuenta de que la actividad surge de esta quietud. Es la quietud que descubrimos a través dela meditación, la quietud en la que aprendemos a querernos, a aceptarnos, a conocernos ya trascendernos. Esta quietud no está en contradicción con la acción. De hecho, es la razón misma de la acción; es la energía de la acción.
Laurence Freeman OSB
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