Tememos a la pobreza, pero de alguna manera aprendemos que es la pobreza la que nos lleva a la alegría del reino, la alegría de dejar ir. En la pobreza, poseemos sólo lo necesario, nada más, nada menos. Pero en esta pobreza nos encontramos con un miedo, un miedo profundo y real en nosotros. Es el tipo de miedo que tienes cuando estás parado al borde de un precipicio. La gente a menudo tiene esta sensación de estar en un precipicio en ciertas etapas de su viaje de meditación, el miedo de estar simplemente al borde, de tener que dejarlo ir. Puede haber algún tipo de razón fisiológica, biológica, tal vez, pero esta imagen de estar al borde, estar en un precipicio, es muy común, muy poderosa; y el ego resiste el salto final. El ego quiere retroceder. El ego, que es esta pequeña isla de conciencia, una luz tenue, quiere pretender que es la luz total.
Laurence Freeman OSB
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