La dificultad y el desafío es que estamos aprendiendo, como primer paso, a amarnos a nosotros mismos. Y la mayoría de nosotros venimos a la meditación con fuertes fuerzas de autodesprecio, autodesconfianza, autorrechazo. A la mayoría de nosotros, particularmente en nuestra educación religiosa, se nos había dicho que debemos sospechar mucho de nosotros mismos cuando se nos enseñó a examinar nuestra conciencia, incluso cuando éramos niños pequeños. Cuando nos enseñaron a confesarnos, nuestro primer prejuicio, el prejuicio con el que nos educaron, fue que primero debemos buscar nuestras faltas porque esos son los aspectos de nosotros mismos de los que Dios es más consciente, y esos son los aspectos de nosotros mismos de los que debemos tener miedo porque seremos castigados por ellos. Así que se nos enseñó, incluso cuando éramos niños pequeños, a considerarnos esencialmente sospechosos, peligrosos, pecadores.
Laurence Freeman OSB
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