Ese es uno de los grandes regalos que nos trae la meditación: poder ver cuán impermanente, precioso pero también impermanente, es todo en nuestra vida. Todo, incluso las cosas que consideramos más preciadas en nuestra vida, son impermanentes. Lo que debemos poder hacer es mirar directamente y sin temor a esa impermanencia, y poder ver lo que está quieto, lo que es inmutable, lo que es real en medio de ella. Esto requiere sólo una gran sencillez, la sencillez que nos enseña el mantra. Si eres demasiado listo, pierdes el punto; tienes que aprender a ser simple. El mantra es el gran regalo de la sencillez.
Laurence Freeman OSB
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