La quietud significa estar sin esfuerzo. Cuando estamos quietos, no estamos haciendo un esfuerzo. No es un esfuerzo de la voluntad, por lo que en la meditación no nos estamos queriendo amar a Dios, ni queriendo amarnos a nosotros mismos, ni queriendo amar a nuestro prójimo. Estamos entrando en este estado sin esfuerzo y totalmente natural. El ego, que siempre está tratando de hacer cosas llenas de esfuerzo, encuentra en la quietud su mayor desafío, porque en la quietud dejamos de intentar, dejamos de hacer estos esfuerzos. En la quietud, descubrimos una nueva libertad, una libertad que está más allá del esfuerzo, más allá de nuestras voluntades egocéntricas: el ser sin esfuerzo, el estar en armonía con el fluir de la vida.
Laurence Freeman OSB
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