En la quietud viene el conocimiento: “ Estad quietos y sabed que yo soy Dios”. Y en ese conocimiento, llegamos no solo a conocer a Dios, por supuesto, sino a conocernos a nosotros mismos. La quietud de la meditación, que es la disciplina que practicamos día a día, es la quietud en la que dejamos de hacer, dejamos de pensar, dejamos de juzgar, dejamos de planificar, dejamos de analizar. En esa quietud, a medida que aprendemos a estar quietos, surge un conocimiento, surge un conocimiento del Espíritu, y es en ese conocimiento que encontramos nuestro camino a seguir. En esa quietud descubrimos que podemos experimentar la vida libre de toda referencia conceptual. En otras palabras, no tenemos que pensar en la vida para vivir.
Laurence Freeman OSB
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