martes

UN NIVEL MAS PROFUNDO DE CONCIENCIA

 


El maestro Eckhart va más allá que los primeros cristianos cuando dice que podemos acceder al verdadero conocimiento de Dios e incluso alcanzar la perfecta unión con Él en esta vida: “De manera similar suelo decir que hay algo en el alma que nos conecta estrechamente con Dios, algo que es uno con Él, no sólo que está unido a Él”. Es una unidad y una unión pura. Santa Teresa de Jesús, en su obra “El Castillo Interior” habla en la Séptima Morada del matrimonio espiritual como el estado permanente de unión, más allá del rapto. Los místicos modernos lo llaman la conciencia de la unidad.

Como hemos visto, la idea de la semejanza con lo divino ha sido siempre aceptada dentro del cristianismo -el alma como un espejo de Dios-. Pero la total identidad ha sido discutida con frecuencia. Sin embargo, el Evangelio de Tomás nos dice: “El que beba de mi boca será como yo; yo mismo seré esa persona y todo lo oculto le será revelado”. La conciencia de una Realidad de unidad subyacente y la interconexión de toda la creación y de toda la humanidad con la Energía Divina y la Conciencia Universal, está también presente para nosotros en la oración de Jesús, en su último discurso a los discípulos: “Pero no sólo te pido por ellos, sino por aquellos que por sus palabras creerán en mí; que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, así también ellos estén en nosotros. Yo en ellos y ellos en mí, siendo perfectamente uno” (Juan 17,20).

Cuando recordamos nuestra verdadera identidad conocemos y vemos en un nivel intuitivo, entonces vemos “ojo con ojo”. “Los ojos con los que veo a Dios son los mismos con los que Él me ve a mí. Mis ojos y los de Dios son unos únicos ojos, una única visión, un único conocimiento y un único amor” (Maestro Eckhart).

¿Esto es comunión o verdadera unión? Bede Griffiths lo explica de forma muy bella: “No hay duda de que el individuo pierde todo el sentido de separación de la Unidad y experimenta una total unidad, pero ello no significa que el individuo deje de existir. Al igual que cualquier elemento de la naturaleza, sólo es un reflejo de la Realidad Única. Por tanto, el ser humano es un centro único de conciencia de la Conciencia Universal” (Bede Griffiths “Matrimonio entre Oriente y Occidente”).

Llegamos a ser conscientes durante un tiempo, de forma transitoria, de momentos de belleza de nuestro ser eterno a medida que vamos perdiendo conciencia de nuestro ser superficial. Debemos trasladar el centro de nuestra percepción, de nuestra conciencia: “No debemos mirar, sino cerrar los ojos e intercambiar nuestra capacidad de ver por otra nueva. Debemos despertar esta capacidad que todos poseemos, pero que muy poca gente utiliza” (Plotino).

No somos conscientes de quiénes somos verdaderamente, de nuestro legado universal, a menos que utilicemos estos dos diferentes niveles de conciencia. Ése es el primer paso, pero el segundo es saber reconciliar estas dos formas de ser. “Entonces, tras haber descansado en lo Divino, cuando bajo del intelecto al razonamiento discursivo, me desconcierta cómo he podido descender” (Plotino “Enéadas” 4.8.1).

Podemos sentirnos extraños en el mundo y, sin embargo, tenemos que integrar estas experiencias en nuestra vida cotidiana. ¿Y cómo hacemos esto? La respuesta que nos da Plotino -místico y filósofo del siglo II y figura muy influyente para los primeros cristianos- es también asumida por Evagrio en el siglo IV. Plotino propone la práctica de las virtudes (abandonar los deseos del ego) y la contemplación. Estas dos disciplinas ayudan a mantener la conexión entre las experiencias místicas y la vida cotidiana.

En el pensamiento de Plotino convergen todas las corrientes de pensamiento procedentes de 800 años de especulación griega. De su pensamiento emerge una nueva corriente destinada a cultivar las mentes de figuras tan diferentes como San Agustín, Dante, Maestro Eckhart, Henri Bergson y T.S. Eliot.


Kim Nataraja

Traducido por WCCM España

No hay comentarios: