miércoles

PURIFICANDO LAS EMOCIONES


 

Ya hemos visto la importancia que tienen las virtudes del arrepentimiento y la humildad para nuestro crecimiento espiritual. Sin embargo, existen intensas emociones egocéntricas que pueden frenar el progreso en este camino.

Evagrio, el Padre del Desierto por excelencia y maestro de Juan Casiano, en una de sus obras más conocida, “Tratado Práctico”, trata fundamentalmente de esta gran dificultad: “La vida ascética es el método espiritual para limpiar al alma de su parte afectiva”. Aunque Evagrio se ocupaba de los problemas de los ascetas egipcios del desierto, su consejo es psicológicamente tan profundo que es totalmente aplicable a todos los que estamos seriamente en el camino espiritual.

Evagrio utiliza el término “demonios” para referirse a los abrumadores deseos egocéntricos que pueden alimentar nuestro comportamiento y mantenernos centrados exclusivamente en el mundo material. La gente actual quizá no identifique este término, pero Evagrio se está refiriendo a todas esas fuertes emociones centradas en el yo que provienen de las profundas necesidades de supervivencia instintiva que poseemos -de seguridad, poder, control y autoestima- que no han sido cubiertas. El “ego” es nuestro instinto de supervivencia; lo necesitamos y es valioso, es un regalo de Dios. Necesitamos este instinto para sobrevivir, para lidiar con todos los peligros que nos acechan en nuestro entorno. Pero nuestras necesidades de supervivencia deben ser cubiertas en un grado saludable. Porque si los percibimos como insatisfechos, especialmente por las experiencias vividas en la infancia, deberemos tomar conciencia de cómo estos deseos pueden estar distorsionados y desproporcionados y estar manifestándose en fuerzas y demonios que impulsan inconscientemente nuestro comportamiento. Entonces, advierte Evagrio, necesitan ser purificados de nuevo para recuperar su estado natural de equilibrio.

Nuestra labor, por tanto, nos dice Evagrio, es identificar nuestros demonios personales. Esto lo hacemos a través de la oración, de la meditación, invocando a la fuerza espiritual para que nos ayude y, a través de nuestro esfuerzo, para llegar al autoconocimiento y la conciencia que se logra en la observación de nuestros pensamientos. Evagrio no nos está pidiendo que contemplemos la “basura” ordinaria y banal que flota sobre la superficie de nuestra mente. Eso sería inútil y terriblemente aburrido. Él se refiere a los profundos pensamientos que son expresiones de nuestras necesidades no satisfechas y deseos no purificados. A todos estos significativos pensamientos y asociaciones mentales tenemos que prestarles la atención que merecen. Ellos son los únicos indicadores que tenemos para saber realmente qué nos motiva para obrar bien o mal. Sin embargo, este trabajo que hacemos no sólo es en beneficio nuestro. Al purificar nuestras emociones, al sanar nuestras propias heridas, la corriente de amor que fluye a través de nuestro verdadero ser no es obstaculizada y, como resultado, somos más abiertos y compasivos con los demás.

Es cierto que en muchas ocasiones la vida es sólo supervivencia. Pero incluso en estas circunstancias tan atroces, encontramos personas que ignorando el peligro para sí mismas actúan con integridad, amor y compasión. Etty Hillesum, una mística holandesa que murió en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, mostró su apoyo y consuelo a todos los que se encontraban allí con ella pues veía la esencia divina dentro de cada uno: “Porque hay algo que cada vez está más claro para mi: que Tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte nosotros mismos. Y eso es todo lo que podemos hacer en estos días y también todo lo que realmente importa: debemos salvaguardar ese pedazo de Ti, Dios, que hay dentro de nosotros… Tu no puedes ayudarnos, pero debemos ayudarte a Ti y defender Tu morada dentro de nosotros hasta el final”  (“Una vida conmocionada”).

Kim Nataraja

Traducido por WCCM España

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