Lo único que nos enseñan la filosofía y la teología es la imposibilidad básica de nuestras limitadas capacidades racionales para comprender verdaderamente la Realidad Divina. Cualquier intento sólo pone límites y restricciones a lo que no tiene nombre ni forma. Debido a esto, los primeros cristianos consideraban que atribuir cualquier nombre a Dios era una blasfemia. En última instancia, no existen respuestas correctas; Las ideas a menudo contradicen y reemplazan intentos anteriores. Todas las teorías y teologías son intentos personales limitados de interpretación. Alfred Whitehead dijo: “Es imposible meditar sobre el tiempo y el misterio del paso creativo de la naturaleza sin una emoción abrumadora ante las limitaciones de la inteligencia humana”.Tomás de Aquino es un buen ejemplo. Después de toda una vida escribiendo y teorizando sobre lo Divino, tuvo una experiencia espiritual que le hizo intensamente consciente de la inutilidad de nuestros intentos de racionalización. Consideró todos sus escritos como “paja” y no escribió más.
El problema al que se enfrentan todos los místicos es que el lenguaje es la única herramienta que tenemos para expresar cualquier experiencia, aunque sólo pueda insinuar la verdad y no representarla verdaderamente. Es muy pertinente el dicho “Nombrar es no saber” . Y, sin embargo, lo único que tenemos es el lenguaje.
Además, la experiencia de lo Divino también va acompañada del profundo anhelo de compartir esta verdad liberadora con los demás. Meister Eckhart es un buen ejemplo. En uno de sus sermones en alemán afirma que incluso si no hubiera nadie en la Iglesia, él tendría que dar su sermón, tan fuerte es este anhelo de ayudar a otros a ver con claridad: “Si los ignorantes no aprenden, nunca aprenderán” . aprendan, y ninguno de ellos conocerá jamás el arte de vivir y morir. A los ignorantes se les enseña con la esperanza de convertirlos de ignorantes en personas iluminadas”. Esta misma urgencia también la expresa John Main: “Sin embargo, tenemos que tratar de hablar, aunque sólo hablemos para silenciar a la gente... Tenemos que encontrar alguna manera de tratar de explicar qué es el viaje y por qué es tan difícil”. vale la pena."
Todos ellos, Tomás de Aquino, Meister Eckhart y John Main subrayan, por tanto, la importancia de la experiencia en sí por encima de hablar o leer sobre ella. John Main, así como Meister Eckhart, vieron el abandono de pensamientos, conceptos e imágenes como la base esencial de nuestra práctica de oración. En 'Word into Silence', John Main dice: " La liberación que experimentamos en la oración silenciosa es precisamente la liberación de los efectos inevitablemente distorsionadores del lenguaje cuando comenzamos a experimentar el dominio íntimo y trascendente de Dios dentro de nosotros". Esa experiencia a su vez verificará las verdades de nuestra creencia “que somos y que estamos en Dios y que en Él descubrimos nuestra propia identidad esencial y significado único” (Momento de Cristo).
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