Llegamos a darnos cuenta, a través de la meditación, que nadie puede quitarnos lo que es nuestro. Nuestra propia bondad, nuestra propia identidad, es inalienable; no se puede quitar. Por eso tenemos que entender el perdón como un proceso, un proceso que nos adentra en nuestra propia humanidad herida; perdón que sólo puede ser completo en la medida en que lo vemos completo en el amor de Jesús por sus enemigos. Solo puede ser completo si hemos llegado a encontrar nuestro verdadero yo. Solo podemos perdonar verdaderamente cuando nos conocemos a nosotros mismos.
( Aspectos del amor 2 de Laurence Freeman OSB)
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