La forma en que aprendemos a amar a los demás dentro de esa relación es retirando nuestras proyecciones de ellos. La forma en que aprendemos a amarnos a nosotros mismos es estando quietos. La forma en que aprendemos a amarnos unos a otros es retirando nuestras proyecciones de ellos. Y las proyecciones que lanzamos sobre los demás son de dos tipos. Están las proyecciones positivas: “Esta persona es la persona más maravillosa que he conocido en el mundo”. “Esta es la comunidad más maravillosa en la que he entrado en mi vida; tiene todas las respuestas para mí”. “Esta relación me va a llenar y satisfacer; responde a cada necesidad que tengo y curará cada herida que he tenido”. Tales proyecciones idealistas tienen que ser retiradas. Para amar a los demás, no podemos condenarlos a desempeñar los roles de nuestras proyecciones idealizadas. Retirar esas proyecciones es un paso importante en la madurez y es el trabajo, por supuesto, que realizamos en la meditación.
( Aspectos del amor 2 de Laurence Freeman OSB)
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