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EXTRACTO DE "QUERIDOS AMIGOS"

 Laurence Freeman OSB, del Boletín Internacional de la WCCM (Diciembre 2007).



En esta época de estrés y ansiedad en la que vivimos la presión del tiempo nos afecta enormemente. Si no le damos un verdadero significado, la insoportable carga del tiempo y, paradójicamente, la rapidez con la que desaparece, se convierten en una crucifixión sin resurrección.

Quizá ésta sea la causa del aumento de enfermedades mentales en nuestra sociedad moderna. La meditación transforma nuestra construcción mental del pasado y del futuro al profundizar en la experiencia del momento presente, el significado esencial de la contemplación: el simple disfrute de la verdad.

La muerte nos conduce a una mayor experiencia de la realidad. Cada valioso momento es entonces saboreado y compartido con sorpresa y alegría. Los amantes que se enfrentan a la muerte disfrutan cada momento que les queda sin contar los segundos. El momento presente no se puede medir. Esto también es liberarse de los límites. ¿Cómo podemos describir el momento presente si no es con referencia al tiempo? No podemos. Igualmente no es posible hablar de la Palabra sin utilizar palabras. Sin embargo, el momento presente no está separado de lo que imaginamos como pasado y futuro. Contiene el tiempo. Podríamos decir que el momento presente se experimenta justo cuando dejamos de contar o ver cómo transcurren los segundos. Despertamos cuando realmente somos conscientes de que el presente es literalmente cada momento, de manera sucesiva, de forma que no se rompa esta sucesión, que no nos perdamos ni nos distraigamos en ningún momento. Se trata de estar completamente despierto a todo. Aquí y ahora.

Y ésta es la última paradoja: ¿cómo pueden coexistir el tiempo y la eternidad? Sin embargo, la meditación nos muestra que podemos vivir en el eterno ahora mientras escribimos informes sobre las reuniones de ayer o planificamos reuniones para mañana.

Esta transformación puede suceder mientras dormimos. Así, puede entenderse por qué la tradición védica considera de forma dramática que este mundo es una mera ilusión, sólo un mundo de sueños del cual despertaremos, como si estuviéramos viendo una película en la pantalla y, al finalizar, se encienden las luces y se apaga el proyector. El Padre John Main y la tradición cristiana no están de acuerdo con esta forma de expresarlo porque le resta valor al misterio de la Encarnación y a la experiencia del amor humano durante cada uno de los días del peregrinaje por la vida.

Sin embargo, efectivamente, a la luz del momento presente gran parte de nuestros pensamientos se revelan ilusorios y logramos liberarnos de ansiedades, miedos y frustraciones. John Main no minusvalora la purificación de la mente que tiene que producirse primeramente.

También esto debemos entenderlo y te engañaría seriamente si no te lo dijera de forma clara: la purificación que lleva a esa pureza de corazón que nos conduce a la Presencia dentro de nosotros es un fuego que consume. Y con la meditación entramos en ese fuego. Es un fuego que abrasa todo aquello que no es real, todo lo que no es verdadero, todo lo que no es amor. Pero no tenemos que temer al fuego. Al contrario, debemos tener absoluta confianza en este fuego porque es el fuego del amor. Es más -y este es el gran misterio de nuestra fe- el fuego mismo es el Amor.

Pronuncia tu mantra. Si lo decimos, realmente no podremos estar en ningún otro lugar que en el aquí y ahora.

Carla Cooper

Traducido por WCCM España 

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