“Dios es el Centro de mi Alma”. Extracto de “El Camino de lo Desconocido” de John Main, OSB (New York: Crossroad, 1990) págs. 18-20.
En sus reflexiones sobre la naturaleza de la meditación, San Juan de la Cruz escribió: “Dios es el centro de mi alma”. Uno de los grandes dilemas religiosos de nuestro tiempo es que aquellos de nosotros que nos creemos religiosos estamos tratando de entender a Dios con nuestra mente, y, por otra parte, aquellos que no son abiertamente religiosos, rechazan a Dios en sus vidas. Lo que todos nosotros debemos descubrir es que la única forma que tenemos para poder hablar de Dios de un modo significativo es si lo descubrimos dentro de nosotros. Al descubrirnos a nosotros mismos, al descubrir nuestra propia capacidad para ser más plenos, encontramos a Aquél que es. En ese descubrimiento nos liberamos…
La meditación es una maravillosa oportunidad para todos nosotros porque al regresar a nuestro origen, a las raíces de nuestro ser, volvemos a nuestra inocencia. La llamada a la meditación, para los primeros Padres de la Iglesia, fue una llamada a la pureza del corazón y eso es precisamente la inocencia: la pureza del corazón.
Una visión sin las nubes del egoísmo, del deseo o de las imágenes, un corazón simplemente movido por el amor. La meditación nos conduce a la claridad pura, la claridad de la visión, la claridad de la comprensión y la claridad del amor; una claridad que viene de la sencillez. Y comenzar a meditar no requiere nada más que la simple determinación de comenzar y, después, de continuar.
Permitidme recordaros en qué consiste. La meditación es el camino de la atención. En la meditación vamos más allá de los pensamientos, más allá del deseo y de la imaginación y en ese más allá comenzamos a saber quiénes somos aquí y ahora en Dios “en quien vivimos y nos movemos y en quien tenemos nuestro ser” (Hechos 17,28). El camino de la sencillez es el camino de la palabra única, la repetición de una palabra. Es la recitación y la fe con la que pronunciamos la palabra cada mañana y cada tarde lo que nos conduce más allá del estruendo de las palabras, más allá del laberinto de las ideas, hacia la unidad.
Los grandes problemas de la vida surgen de la incapacidad para comunicarnos -de comunicarnos incluso con nosotros mismos- y la meditación es el camino para llegar a la plena comunión, a la unidad del ser. En la meditación y en la vida enriquecida por la meditación somos plenamente nosotros mismos, quienesquiera que seamos.
Carla Cooper
Traducido por WCCM España
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