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SAN BENITO

 Hernán Romero, Novicio del Oblatado WCCM, desde Ecuador, compartió esta breve y significativa homilía del Padre Stan, trapense, capellán de la comunidad de monjas trapenses del Monasterio de Esmeraldas. Muchas gracias Hernán!



SAN BENITO --- 2022 Monasterio de Esmeraldas, Ecuador

 

Proverbios 2: 1 - 9;    Hechos 2: 42 - 47;    Mateo 19: 27 - 29

 

          En 1964, cuando el Concilio Vaticano II se acercaba a su fin - un Concilio que cambiaría el rumbo exterior e interior de la Iglesia durante muchas vidas -, el Papa San Pablo VI hizo un anuncio sorprendente.  Proclamó a nuestro Padre, San Benito, Patrono de toda Europa.

 

          Queridas hermanas, esa es la belleza de la vida monástica.  Esa es la realidad de nuestra vida de fe, esperanza y amor.  Como San Benito, podemos vivir en la oscuridad, trabajando día tras día, siendo fieles a la obra de Dios, al trabajo de nuestras manos y al trabajo de nuestras mentes y corazones, y tener un efecto tremendo y maravilloso en nuestro mundo.

 

          Si miramos la proclamación de Pablo VI, descubrimos que esa es exactamente la razón por la que se dirigía a Benito para que fuera un guía y una inspiración para la nueva era que amanecía después del Concilio Vaticano II, cuando la propia Europa sentía la necesidad de una unión multinacional después del horror de dos guerras mundiales.

 

          Escuchen sus palabras:  Principalmente San Benito y sus hijos llevaron con la cruz, con el libro y con el arado el progreso cristiano a las poblaciones desparramadas desde el Mediterráneo hasta Escandinavia, desde Irlanda hasta las llanuras de Polonia.  De la siguiente línea del texto se desprende que con la Cruz, Pablo VI se refería a la primacía de lo espiritual, a la primacía de la Obra de Dios, la liturgia, en nuestras vidas.

 

          La Cruz, el Libro y el Arado:  La oración, la lectura y el trabajo.

 

          Estos son los tres pilares sobre los que se fundamenta nuestra vida monástica, los tres lados de un delicado triángulo que hay que mantener constantemente en equilibrio.  Al llevar una vida así, dice Pablo VI, Benito y sus hijos e hijas transformaron Europa.  Si lo han hecho una vez, ¿por qué no hacerlo de nuevo?  Y por eso lo proclama Patrón de toda Europa.

 

          Sólo que ahora se añade un cuarto elemento.  La Europa de los siglos XX y XXI busca la unidad, o más concretamente, la comunidad, lo que San Pablo y San Juan llamaban koinonia, comunión.

 

          La Regla de San Benito apunta a esta misma realidad a través de todas sus observancias y del equilibrio de sus elementos principales.  Los cenobitas son el fortísimo linaje de monjes porque, unidos en el amor, el servicio y el apoyo mutuos, nos animamos, inspiramos y ayudamos mutuamente a esa comunidad que es la fuente y la cumbre de todas las comunidades: la comunión del Padre, el Hijo y el Espíritu.

 

          San Benito, Patrono de Europa; San Benito, el humilde escritor de la mínima Regla de iniciación:  Alabémosle.

 

          Al reunirnos como comunidad en torno al altar, luchemos juntos por la primacía de Cristo en nuestras vidas, que nuestro Padre deseaba con tanta pasión.  Aprendamos con él a no anteponer nada al amor de Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna.

 

          Amén.

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