jueves

PERMANECER EN LA LUZ

Salir de las sombras puede ser un proceso doloroso. Todos tenemos nuestro escondite favorito donde nos refugiamos, donde vamos cuando queremos


descansar un poco. Pero salir a la luz es renunciar a todos esos escondites porque tomamos como lugar de descanso, la luz pura de nuestro Señor Dios. Debemos de ser muy simples sobre esto, como niños. No complicar. Simplificar.


Todos los ejemplos y metáforas tienen riesgos. No estamos hablando aquí de una luz cegadora de una lámpara echándonos una luz blanca cruel, implacable y despiadada. Cuando hablamos de Dios como luz hablamos de una luz pura, suave, omnipresente, una luz pura que nos ilumina y revivifica siempre, todo lo que es bañado con sus rayos. Es una luz que es tanto brillante como cálida. Es sobre todo una luz que revela la realidad como Amor y cuando vamos llegando a esa luz, reconocemos su unidad personal, su totalidad frente a nosotros. También reconoceremos que al permanecer en la luz podremos ver nuestro propio ser, porque la luz nos permite ver todo tal como es. Nuestra tentación sería trata de analizar la luz, romperla en sus partes constitutivas de su espectro.

El análisis y el reduccionismo son actitudes desastrosas en la oración porque asumimos que el todo está hecho de partes, que la parcialidad viene primero, y que la totalidad se crea a partir de ahí. La fe, por otro lado, va más profundo que el análisis, confiando que el todo es anterior a sus expresiones parciales. Tan pronto como nos comenzamos a concentrar en – pensando sobre – algún atributo de Dios en la oración, estamos abandonado la experiencia de Dios, porque Él en sí mismo, es la totalidad y la indivisibilidad en la simplicidad.

La invitación que cada uno de nosotros recibimos es ver la luz total y entera porque nuestra invitación es ver lo que es, lo que sea, en su totalidad y plenitud. Aprender a permanecer en la luz es de lo que trata la meditación. La luz que nos ilumina nos enseña que Dios es el todo. La luz que ilumina nos enseña que solo podemos ser cuando somos en Dios, porque Él es todo lo que es.

Esto es lo que aprendemos a ver claramente en la brillantez de la luz, que Dios es, que Dios es todo y que Dios es Amor. Recuerda la manera. La manera es dejar de pensar. La manera es dejar de imaginar. Cierra los procesos de la mente y está en silencio y atento. La manera de llegar a ese silencio totalmente despierto y consciente y la manera de cerrar las operaciones de la mente consiste en aprender a decir tu mantra. Para aprender a decir el mantra debemos ser humildes y pacientes. Debemos de comprender que tomará tiempo, que tendremos inicios falsos. Inevitablemente habrá fallas a las que nos damos por vencidos. Pero no te preocupes para nada de esto. Lo único que importa es comenzar de nuevo. El volver a comenzar es estar en el camino, en el peregrinaje. 


 
John Main, OSB


Del libro: The Heart of Creation
Canterbury Press, 2007
Traducido por Lucía Gayón

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