Ya sea fisiológico o psicológico, es casi inevitable que uno de esos complejos deseos que formamos nos enganche en un ciclo compulsivo en el que perdemos nuestra libertad y nos domina. ¿Cómo influye la meditación en esto? En el momento oportuno de nuestra vida, si tenemos la gracia de oír hablar de ella, la meditación se convierte en una forma de afrontar esta condición: en el Programa de 12 Pasos, en el 11.º Paso: «al aumentar nuestro contacto consciente con Dios a través de la oración y la meditación». La meditación no es, entonces, una píldora mágica que cura la adicción, sino un paso necesario para la recuperación. ¿Y qué es la recuperación? Sanar. Es recuperar la plenitud que hemos perdido trágica pero necesariamente.
La gracia en el trabajo por Laurence Freeman OSB
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